Las normas de juego varían un poco en función de cada país, pero impera una regla común: los jugadores tienen que tener al menos una pierna mutilada y jugar con muletas y sin prótesis, mientras que al portero le debe faltar al menos un brazo.
Por María M.Mur
Panamá, 31 mayo (EFE).- Una mina antipersonas enterrada por la ex guerrilla colombiana de las FARC en la espesa selva del Darién le arrebató hace nueve años la pierna derecha a Alexander Pérez mientras patrullaba junto a una unidad de la guardia fronteriza de Panamá.
“La explosión fue en medio de la selva y el helicóptero de salvamento no podía bajar a por mí. Mis compañeros tuvieron que llevarme a hombros durante horas. Cuando desperté, tenía la pierna despiezada”, recordó a Efe el agente, quien desde entonces usa una prótesis de titanio y fibra de carbono.
Fanático del futbol y deportista desde niño, Pérez creía que nunca más podría volver a patear un balón. Lo mismo pensaban Luis Espinosa y William Mendieta, que perdieron una de sus extremidades inferiores en distintos accidentes de tráfico.
Sus vidas, sin embargo, cambiaron radicalmente el pasado enero, cuando decidieron fundar junto a otros mutilados la primera selección de futbol para amputados de Panamá.
“No sabíamos que a nivel internacional existía el fútbol para amputados y, cuando nos enteramos, no dudamos en probarlo”, reconoció Espinosa, quien desde que perdió la pierna derecha cuando conducía un camión se dedica a promocionar el deporte en silla de ruedas a través de una pequeña asociación.
“Hay muchos amputados que quieren practicar deporte, pero no quieren ni oír hablar de sillas de ruedas. Las prótesis nos hacen sentir más normales (que ir en silla) y descubrir este deporte ha sido un regalo”, agregó a Efe durante un entrenamiento.
El futbol para amputados es una disciplina que todavía no es paralímpica, pero que se está haciendo cada vez más popular en el mundo, según la FIFA.
Las normas de juego varían un poco en función de cada país, pero impera una regla común: los jugadores tienen que tener al menos una pierna mutilada y jugar con muletas y sin prótesis, mientras que al portero le debe faltar al menos un brazo.
Los partidos constan de dos tiempos de 25 minutos cada uno y se considera falta usar el muñón o la muleta para empujar, controlar o parar voluntariamente el balón.
Para Mendieta, es “mucho más fácil” correr con muletas que con prótesis, porque los aparatos que llevan la mayoría de los integrantes del equipo no son muy modernos y no sirven para hacer deporte.
“Ponerse por primera vez una prótesis es como cuando eres niño y estás aprendiendo a caminar”, dijo el joven atleta, cuya empresa no se hizo cargo del accidente laboral que sufrió hace dos años cuando estaba señalizando una calle en obras y fue embestido por un auto.
Si no fuese por la generosidad del alcalde de su ciudad, que le regaló una prótesis, Mendieta iría ahora mismo en silla de ruedas y no podría jugar al fútbol. El precio de las ortopedias no suele bajar de los 10 mil dólares, apuntó.
El equipo, que aspira a federarse algún día, suele entrenar dos veces a la semana en unas canchas públicas del paseo marítimo de la capital bajo las órdenes altruistas de dos futbolistas panameños, Fidel Caesar y Clifford Brown.
Pese a estar casi en pañales, la selección debutará internacionalmente a partir del próximo 25 de julio en Costa Rica en la Copa Centroamericana de Futbol para Amputados y se enfrentará previsiblemente a veteranos como El Salvador, que lleva más de treinta años practicando este deporte y ha sido tres veces campeón mundial.
Tanto los billetes a San José como el alojamiento se los ha sufragado el Instituto Panameño de Deportes (Pandeportes), mientras que la vestimenta se la ha proporcionado un jugador de la selección nacional, cuyo nombre prefieren no revelar.
“Nos llaman la cenicienta del torneo por nuestra falta de experiencia, pero los retos están para superarlos”, aseguró Espinosa esbozando una sonrisa.
“Hay gente con dos piernas que no echa para adelante. Nosotros tenemos mucha fuerza de voluntad y siempre vamos con la cabeza alta”, añadió el agente Pérez.