Los investigadores identificaron en los participantes con síntomas cognitivos distintos posibles factores de riesgo como la diabetes y la hipertensión, y antecedentes de trastornos de ansiedad como la depresión.
Ciudad de México, 31 de enero (RT).- Un estudio reciente revela la posible causa detrás de la “niebla mental”, una condición que afecta a las personas que han contraído coronavirus o que han padecido la enfermedad por un periodo prolongado.
El trabajo, publicado en la revista Annals of Clinical and Translational Neurology, fue realizado por un grupo de investigadores de la Universidad de California en San Francisco (Estados Unidos) y ha mostrado que la “niebla cerebral” se relaciona estrechamente con anomalías en el líquido cefalorraquídeo —fluido incoloro que baña el encéfalo y la médula espinal—, similares a las afecciones encontradas en personas con otras enfermedades infecciosas.
Para el análisis se estudió a 32 adultos que habían contraído la enfermedad, 22 de ellos con síntomas de déficit cognitivo y 10 participantes de control que no habían presentado esa afección. Los pacientes fueron sometidos a entrevistas cognitivas a fin de determinar su grado de afectación neurológica y se analizó el líquido cefalorraquídeo de 17 de ellos que dieron su consentimiento para la punción lumbar.
Los resultados revelaron que 10 de 13 participantes con síntomas cognitivos presentaban anomalías en el líquido cefalorraquídeo. Sin embargo, todas las cuatro muestras de los participantes sin síntomas cognitivos, fueron normales.
“Se manifiestan como problemas para recordar acontecimientos recientes, recordar nombres o palabras, mantener la concentración y problemas para retener y manipular la información, así como una velocidad de procesamiento más lenta”, explicó Joanna Hellmuth, autora principal del estudio.
El resultado del líquido cefalorraquídeo reveló niveles elevados de proteína, lo que sugiere inflamación. También se identificó la presencia de anticuerpos inesperados en la sangre y el líquido cefalorraquídeo, lo que implica una respuesta inflamatoria sistémica, o solamente en el líquido cefalorraquídeo, lo que sugiere inflamación cerebral.
Todos los participantes se sometieron a una serie de pruebas cognitivas en persona con un neuropsicólogo, aplicando criterios equivalentes a los utilizados para el trastorno neurocognitivo asociado al VIH. Con este método, los investigadores descubrieron que el 59 por ciento (13 de los 22 participantes) con síntomas cognitivos cumplían los criterios de este trastorno, en comparación con los siete de los 10 participantes de control (el 70 por ciento).
Por otro lado, los científicos también descubrieron en los participantes con síntomas cognitivos, distintos posibles factores de riesgo como la diabetes y la hipertensión, y antecedentes de trastornos de ansiedad como la depresión, el consumo excesivo de alcohol o de estimulantes y problemas de aprendizaje.