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Sanjuana Martínez

12/09/2016 - 12:00 am

¿Eres católico nazi?

Las mentiras del frente son de risa. Aseguran que los anticonceptivos producen esterilidad, que la reforma de Peña Nieto a favor del matrimonio igualitarios provocara que cualquier hombre que se sienta mujer use los baños públicos, que los niños desde preescolar se vistan de niña o niño para que sean ellos quienes decidan lo que quieren ser, que los niños de parejas del mismo sexo sufrirán trastornos psicológicos irreversibles, que la homosexualidad se cura...

La cruzada católica del FNF contra el matrimonio igualitario es vergonzosa y vulnera los más elementales derechos humanos. Su nacionalcatolicismo, es decir, su ideología fascista, contraviene importantes estamentos legales nacionales e internacionales. Foto: Especial
La cruzada católica del FNF contra el matrimonio igualitario es vergonzosa y vulnera los más elementales derechos humanos. Su nacionalcatolicismo, es decir, su ideología fascista, contraviene importantes estamentos legales nacionales e internacionales. Foto: Especial

“Estoy convencido de que actúo como agente de nuestro Creador. Al combatir a los judíos estoy haciendo la voluntad del Señor”, dijo Adolf Hitler para justificar el exterminio de 6 millones de judíos.

Hitler, un católico cristiano, escribió en su libro “Mein Kampf” la esencia del régimen nazi: “Al defenderme del judío, lucho por la obra del Señor”. Y es que Hitler nació católico, así como los mayores dictadores de derecha: Francisco Franco en España, Antonio de Oliveira Salazar en Portugal, Benito Mussolini en Italia, Rafael Leónidas Trujillo en República Dominicana, Jorge Rafael Videla en Argentina o Augusto Pinochet en Chile...

Todos ellos invocaron el nombre de Dios para cometer todo tipo de atrocidades. Y el Vaticano los vio con buenos ojos en su momento. La relación de la jerarquía católica con estos hombres forma parte de la historia de la religión. Allí están las fotos de los Papas recibiendo a estos criminales fascistas, dándoles la comunión, bendiciéndoles, santificándoles. Este tipo de catolicismo es la expresión máxima del nacionalcatolicismo.

Sorprende que ese nacionalcatolicismo siga vigente en México. Y que las cruzadas que durante 200 años se libraron en Europa para restablecer el control cristiano para combatir musulmanes, eslabos, judíos, cristianos ortodoxos griegos y rusos, mongoles, cátaros, husitas, valdense, prusianos... continúen ahora contra los gays.

Porque eso es lo que está enarbolando el Frente Nacional por la Familia (FNF), una organización ultraconservadora impulsada por el Partido Acción Nacional y su brazo armado el Yunque y sostenida económicamente por un grupo de empresarios aliados de la jerarquía.

La cruzada católica del FNF contra el matrimonio igualitario es vergonzosa y vulnera los más elementales derechos humanos. Su nacionalcatolicismo, es decir, su ideología fascista, contraviene importantes estamentos legales nacionales e internacionales.

Las manifestaciones del sábado contra la iniciativa de legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo en México, fueron protestas bajo el grito “Deus lo vult” (Dios lo quiere), el mismo que se utilizó para llevar a la horca, a la hoguera y el exterminio a millones de personas. Desde los años 30 del siglo XIX no había este tipo de marchas multitudinarias realizadas en 16 ciudades de ocho estados, donde existe mayoría panista.

Afortunadamente no en todas partes tuvieron eco. Hubo ciudades donde solo congregaron 300 personas como en Nezahualcóyotl o mil 500 como en Toluca. Pero allí están las tristes imágenes de Puebla, Querétaro, Guadalajara y Monterrey, lugares tradicionalmente conservadores y con un alto índice de doble moral e hipocresía.

Ya me gustaría saber cuántos de esas personas que asistieron para defender el concepto tradicional de familia tienen una verdadera familia, no solo de puertas afuera. O cuántos de esos padres y madres que gritaban consignas contra los homosexuales no llevan una doble vida, son infieles, tienen una preferencia sexual diferente oculta en el clóset o sencillamente no aman a su pareja.

Sigue sin estar claro qué están defendiendo. ¿La familia tradicional? Tal vez, es la familia impulsada por los Legionarios de Cristo, orden fundada por el sacerdote pederasta Marcial Maciel o por el Opus Dei, la obra del misógino y clasista Escrivá de Balaguer. O tal vez, la familia defendida por los grandes protectores de sacerdotes pederastas, los cardenales Norberto Rivera y Juan Sandoval Iñiguez, ambos director de clínicas para “curar” la pederastia clerical y responsables de sostener y esconder allí a auténticos depredadores sexuales como Nicolás Aguilar o Carlos López Valdez.

¿Todos los que asistieron a estas marchas son católicos nazis? Lo dudo. Seguramente la mayoría de los católicos congregados desconoce que gran parte de los argumentos utilizados por el FNF son mentira y el resto están manipulados a su conveniencia, aprovechando la falta de información de mucha gente en términos de sexualidad, un tema que sigue siendo tabú para una buena parte de los católicos mexicanos.

Las imágenes de marchas de gente que exigen eliminar los derechos de otras personas, son verdaderamente tristes. Claro que tienen derecho a manifestarse libremente. Ese no es el punto. La cuestión es, por qué manifestarse para lastimar y perjudicar a otros seres humanos. ¿En qué les afecta el legítimo matrimonio entre parejas del mismo sexo?

Uno de los argumentos repetidos hasta la saciedad por los líderes de este frente, es que lo hacen por los niños. Mentira. Esa es una falacia. Y lo demuestro con pruebas. ¿Cuántas manifestaciones multitudinarias ha organizado esta gente para protestar contra los miles de curas pederastas que existen en México y que han dañado a miles de niños y niñas, sacerdotes protegidos por la jerarquía? Ninguna.

En Guadalajara, donde la Guerra Cristera aún les proporciona a algunos católicos tanto orgullo, es lamentable que todas estas personas que marcharon contra los gays, se mantengan en silencio y no condenen la existencia de la mayor clínica para curas pederastas dirigida por el cardenal Sandoval Iñiguez en Tlaquepaque, Jalisco, un lugar investigado por la Interpol, donde supuestamente obtienen refugio depredadores sexuales con sotana de más de 16 países.

¿Por qué el Frente Nacional por la Familia no organiza manifestaciones contra los curas pederastas? Porque no son congruentes. Esta organización esta formada por verdaderos fanáticos fundamentalistas nacionalcatólicos. Gente que no razona, que se dedica a intoxicar, manipular, mentir sobre la sexualidad humana.

Al mayor especialista del ano, el cardenal Norberto Rivera, ahora habrá que añadir a los líderes del frente, Juan Dabdoub Giacoman, presidente de Con Familia; Luz María Ortiz Quintos, de la Unión Neoleonesa de Padres de Familia; Marcial Padilla y Enrique Guzmán, junto a Carolina López o Carolina Garza, defensora de Marcial Maciel, especialistas en sexualidad y en la llamada “ideología de género”.

Las mentiras del frente son de risa. Aseguran que los anticonceptivos producen esterilidad, que la reforma de Peña Nieto a favor del matrimonio igualitarios provocara que cualquier hombre que se sienta mujer use los baños públicos, que los niños desde preescolar se vistan de niña o niño para que sean ellos quienes decidan lo que quieren ser, que los niños de parejas del mismo sexo sufrirán trastornos psicológicos irreversibles, que la homosexualidad se cura...

En fin, han ido convenciendo a miles de católicos a apoyar su movimiento a base de mentiras y de jugar con la ignorancia de la gente que considera la educación sexual como un pecado.

La jerarquía católica mexicana acostumbrada a lanzar la piedra y esconder la mano, ha dicho que ellos no convocaban estas marchas de odio y discriminación, pero el Episcopado Mexicano aclaró que las apoya. Efectivamente. Ya nos quedó claro que la mano que mece la cuna es la de la Iglesia, porque las marchas estaban llenas de sacerdotes, monjas, consagradas, gente pura, pues...

Sería bueno saber, si esas personas que tan rápidamente se prestaron a salir a la calle para quitarle derechos a otras personas, se consideran a sí mismas “nazis”, católicos nazis, fervientes admiradores del nacionalcatolicismo, esa religión practicada por Hitler y por tantos otros criminales de lesa humanidad.

La Iglesia católica está contenta. Ha conseguido lo que siempre ha logrado. Retroceder unos cuantos siglos. Cada vez que México y su pueblo avanza, la jerarquía católica, se encarga de llevar nuevamente a los mexicanos a la involución. La jerarquía católica no quiere el avance, prefiere mantener sometidos, ignorantes y obedientes a sus fieles. Los nuevos enemigos son los gays y sus legítimos derechos.

Como católica practicante, me declaro en contra. Me avergüenzo de vivir en un país de fundamentalistas católicos. Pertenezco al segmento de los católicos decentes, aquellos que defienden los derechos humanos de todos, sin distinción de raza, ideología o preferencia sexual. Aquellos que no se quedaron estancados en considerar la familia tradicional como la familia “natural”. Aquellos, cuyo sostén en sus familias no es un hombre ni una mujer, es el amor. Hay muchos tipos de familia y todas merecen respeto y gozar de los mismos derechos. Como en el tiempo de las cruzadas, es bueno aclararlo. Me niego a ser parte de esta nueva embestida de odio irracional.

La cruzada nazi del Frente Nacional por la Familia busca perpetuar la santidad del matrimonio, la pureza de la familia... Los demás somos herejes... ¡Preparen las hogueras!... ¡Alisten la horca!... los nazis católicos ya están en la calle.

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Sanjuana Martínez
Es periodista especializada en cobertura de crimen organizado.

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