Maite Azuela
30/08/2016 - 12:00 am
Mamá de Juan Gabriel, la excepción de una trabajadora doméstica
Hace unas tres semanas me encontré frente un televisor encendido que presentaba un especial sobre la vida de Juan Gabriel (Alberto Aguilera). Habré estado alrededor de quince minutos atenta de lo que se narraba sobre su infancia y sus relaciones familiares. Lo que más llamó mi atención fue la presentación de la casa que le […]
Hace unas tres semanas me encontré frente un televisor encendido que presentaba un especial sobre la vida de Juan Gabriel (Alberto Aguilera). Habré estado alrededor de quince minutos atenta de lo que se narraba sobre su infancia y sus relaciones familiares. Lo que más llamó mi atención fue la presentación de la casa que le compró a su madre Victoria Valadez. Esa mansión en Ciudad Juárez había sido la casa en la que la mamá de Juan Gabriel hizo labores de trabajadora del hogar para mantener a sus ocho hijos. La idea de lo excepcional que resulta ese hecho siguió rondando un par de semanas más en mi mente. ¿Cuántas trabajadoras del hogar consiguen algún día habitar la casa en la que ofrecieron sus servicios para ser las dueñas y señoras?
La movilidad social en nuestro país es limitadísima, si una trabajadora del hogar consiguiera ahorrar cada centavo recibido por 20 años de servicios no conseguiría jamás adquirir la casa en la que trabajó. De acuerdo con una encuesta realizada por el Consejo Nacional para prevenir la Discriminación CONAPRED: “El promedio de los salarios semanales que reciben estas trabajadoras es de $1,128.20, si pertenecen a la modalidad de planta; y $1,075.38 si son de la modalidad de entrada por salida. Los sueldos varían ligeramente, dependiendo de la ciudad en donde se desempeñen las trabajadoras, siendo Guadalajara donde son mejor remuneradas y Tuxtla en donde reciben menor remuneración”.
Juan Gabriel recordaba a su madre trabajando hasta en fines de semana en aquella casa, y en ese sentido, sus condiciones eran las de la cuarta parte de las trabajadoras del hogar que en México, de acuerdo con el CONAPRED se han desempeñado durante 10 años este trabajo. Esta situación evidencia claramente la dificultad para aspirar y lograr un trabajo distinto con mejores condiciones laborales que les abra oportunidades de desarrollo. Otra consecuencia de la falta de regulación de derechos de las trabajadoras del hogar, es que sus estudios quedan truncos. Lo revela también esta encuesta: “El 55 por ciento de trabajadoras del hogar no ha concluido su educación básica (la primaria).El 30 por ciento de ellas reporta tener la escolaridad de tercero de secundaria, el 13 por ciento estudios de bachillerato. En contraste el 55 por ciento de sus empleadoras cuenta con estudios superiores”.
Juan Gabriel fue internado de niño en el Centro de Mejoramiento Infantil de Ciudad Juárez. Muchos hijos de trabajadoras domésticas como él no tienen protección social ni acceso a centros de desarrollo infantil mientras sus madres laboran. Por tratarse de un trabajo que en ocasiones requiere la estancia permanente de la trabajadora en casa, sus familias viven las consecuencias de su ausencia, los hijos (adolescentes o niños) tienen que resolver la cotidianeidad sin la presencia de un adulto. No es muy distinto para quienes van de entrada por salida y vuelven a casa, la dificultad para encontrar un sitio en donde los niños pequeños puedan ser atendidos la enfrentan todas, porque no tienen acceso real a la seguridad social. El seguro voluntario al que el IMSS les da acceso hoy en día es discriminatorio, ya que no les otorga derechos iguales a los de los demás trabajadores y entre los servicios que les son negados está justamente el de las guarderías.
Hoy son dos millones trescientas mil las personas que se dedican al trabajo doméstico. De acuerdo con CONAPRED sólo 198 mil 937 son hombres y el resto son mujeres. El gobierno federal tiene varios pendientes y promesas incumplidas con este sector de la población. Una de las tareas más importantes sería resarcir la inconstitucionalidad de la Ley Federal del Trabajo que les da un trato diferenciado y que limita drásticamente varios de sus derechos laborales.
La llegada de Mikel Arriola como director del IMSSS abrió una ventana para replantear la incorporación paulatina de las trabajadoras del hogar al seguro obligatorio. Hay también que impulsar una iniciativa que homologue los derechos del servicio doméstico y que no condene a la inmovilidad a millones de mujeres.
Si no hacemos algo para modificar el estado actual de inequidad en el que se les tiene atrapadas, solo aquellas que tengan hijos prodigiosos con poder adquisitivo, tendrán algún día posibilidades de desarrollarse integralmente.
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