La devastación de El Salto comenzó en los años setenta cuando las industrias comenzaron a asentarse en el ahora decrépito pueblo, localizado en el sureste de Guadalajara, Jalisco, la segunda ciudad más grande de México. Expertos detectaron 1 mil 090 contaminantes en el Río Santiago, que atraviesa El Salto, y es el más contaminado del país. Entre éstos había arsénico, mercurio, cromo y disruptores hormonales, los cuales pueden causar tumores cancerígenos, defectos de nacimiento y otros problemas del desarrollo. Samuel Álvarez, un pensionado de barba blanca, cuenta que su madre y su hermana murieron de cáncer: "Vivíamos justo a un lado del río y creo que inhalar los vapores industriales cada noche las enfermó", recrimina.
Por Duncan Tucker
Ciudad de México, 8 de agosto (SinEmbargo/VICE News).- El Salto de Juanacatlán fue alguna vez una cascada en la que los lugareños podían pescar, bañarse y jugar. Hoy en día, el aire hiede a sulfuro, el agua amarillenta resbala sobre sus rocas y el río está cubierto de una nube de una espuma que parece inofensiva, pero no lo es.
Después de años de ver cómo las autoridades ignoran la seriedad del problema, los desesperados lugareños han intensificado su llamado a tomar acciones. Aseguran que ya es tarde para las 628 personas que han muerto, según sus propios dichos, a causa de la contaminación del lugar en los últimos ocho años. Un total de 72 muertes se registraron en 2015, el peor año hasta ahora, según sus registros.
"Mi madre y dos de mis hermanas murieron de cáncer", nos cuenta Samuel Álvarez, un pensionado de barba blanca, mientras da su caminata matutina. "Vivíamos justo a un lado del río y creo que inhalar los vapores industriales cada noche las enfermó".
La devastación de El Salto comenzó en los años setenta cuando las industrias comenzaron a asentarse en el ahora decrépito pueblo, localizado en el sureste de Guadalajara, Jalisco, la segunda ciudad más grande de México.
Actualmente, El Salto es hogar de 300 empresas nacionales y extranjeras, incluyendo firmas de electrónicos, fábricas automotrices, plantas químicas, laboratorios farmacéuticos y compañías de alimentos y bebidas. Se sospecha que muchas de éstas vierten ilegalmente sus desechos tóxicos en el río, donde también terminan las aguas residuales de Guadalajara.
Un reporte realizado en 2015 por la Comisión Nacional del Agua encontró que el Río Santiago, que corre unos 562 kilómetros por el occidente de México y atraviesa El Salto, es el río más contaminado de todo el país.
Un estudio llevado a cabo por la Comisión Estatal del Agua de Jalisco y el Instituto Mexicano de Tecnología del Agua detectaron 1 mil 090 contaminantes en el río. Entre éstos había arsénico, mercurio, cromo y disruptores hormonales, los cuales pueden causar tumores cancerígenos, defectos de nacimiento y otros problemas del desarrollo.
Los activistas ambientales aseguran que autoridades de la salud de Jalisco han buscado la manera de minimizar la relación entre la contaminación y los problemas de salud en la región.
"En cada hogar hay alguien que ha muerto o ha enfermado", dijo Enciso Rivera de 58 años, quien fundó el grupo ambiental Un Salto de Vida, en 2005. "En lugar de buscar una solución, el Estado ha hecho todo lo posible por esconder el problema".
El declive del pueblo es el tema de un documental que deberá salir en México este año, titulado Resurrección: el Niágara mexicano.
"Es una imagen de ciencia ficción", dice el director, Eugenio Polgovsky. "La tóxica espuma blanca está avanzando lentamente kilómetros, y las nubes que se asientan en los techos de las personas se convierten en partículas que todos respiran".
Polgovsky añadió que lo que más le ha sorprendido es que los habitantes de la zona han crecido acostumbrados a lo que sucede en su pintoresco pueblo.
"Poco a poco se ha vuelto algo normal, la gente se ha adaptado a la dantesca escena", dijo. "Algunos niños incluso juegan con la espuma, haciéndose sombreros y bigotes con las burbujas, obviamente sin saber los peligros a los que se exponen".
El Salto recibió alguna atención gubernamental luego de que un niño de ocho años cayera en coma y muriera en 2008. Miguel Ángel López Rocha resbaló al río mientras jugaba en la orilla e ingirió una dosis fatal de arsénico.
La indignación generalizada hizo que el gobierno construyera El Ahogado, la planta de tratamiento de residuos más grande de la región, inaugurada en 2012.
Pero incluso el doctor Rodolfo Montaño, de la Secretaría del Medio Ambiente de Jalisco, admitió recientemente que la planta apenas tiene la capacidad para tratar un 75 por ciento del agua residual y los desechos industriales que fluyen en el río.
El oficial agregó que los esfuerzos para combatir la contaminación se han visto mermados por la falta de fondos y la división de la responsabilidad entre los diferentes municipios, así como entre los diferentes cuerpos encargados del medio ambiente y el agua a nivel estatal y federal.
Dijo que Jalisco hasta ahora ha cumplido con la mitad de las 43 recomendaciones que aceptó, y fueron dirigidas a las autoridades estatales entre un total de 100 emitidas por la Comisión de Derechos Humanos de Jalisco en 2009, relacionadas a la contaminación del río. Insistió en que no es viable construir un hospital, como quería la Comisión, pero que las autoridades estatales han abierto pequeñas clínicas y ha desplegado equipos móviles para ayudar a detectar casos de cáncer y otras enfermedades.
Sin embargo, activistas locales han criticado fuertemente los esfuerzos del gobierno.
Raúl Muñoz, presidente del Comité en Defensa Ambiental de El Salto, dijo que además de documentar 628 casos fatales causados por la contaminación en los últimos ochos años, los activistas también han detectado a 2.678 lugareños con problemas de salud. Entre los padecimientos está la insuficiencia renal, cáncer, leucemia, problemas en la piel e infecciones en los sistemas digestivo y respiratorio.
Muñoz, quien culpa a la contaminación por el cáncer que tiene su hijo en la piel y los tres abortos de su hija, dijo que ya no tiene paciencia.
"Estamos hartos de la impunidad. Estamos hartos de la gente incompetente del gobierno", afirmó, agregando que los activistas locales ahora buscan la intervención de las instituciones nacionales. "Queremos acciones ahora. Queremos soluciones, no queremos que nuestros hijos sean parte de las estadísticas".
Expertos en políticas del agua creen que la solución es simplemente que las autoridades refuercen las regulaciones actuales que prohíben las peligrosas descargas ilegales en el río. Sin embargo, el Dr. Raúl Pacheco-Vega, del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), advirtió que esto no sucederá hasta que México empiece a contratar y entrenar a más personal para reforzar estos estándares.
"Tenemos excelentes regulaciones y estándares, además de fuertes leyes ambientales y de agua, pero nadie las cumple", explicó. "Ningún cuerpo regulador a nivel municipal, estatal o federal, tiene la capacidad de enfrentarse a tanta contaminación industrial".
Mientras algunos residentes se muestran optimistas sobre el futuro de El Salto, otros se motivan con nueva generación de activistas que están enfocando sus energías en combatir el problema.
Varios estudiantes locales de preparatoria aparecieron en una reciente conferencia de prensa llevada a cabo el Día Mundial del Medio Ambiente para atraer la atención sobre los más afectados por el continuo declive.
"Crecí con toda esta contaminación, incapaz de soportar los malos olores cada noche. No me gusta y odiaría que empeorara en los siguientes años", dijo Stacie Ruíz de 18 años, quien dirigió un desolador cortometraje sobre el posible panorama de El Salto en el año 2049. "¿Qué nos sucederá en un par de años? ¿Qué futuro le estamos dejando a nuestros niños?".