Author image

Darío Ramírez

21/07/2016 - 12:00 am

El (segundo) perdón

Del perdón a los hechos que demuestren un cambio en la actitud frente al combate a la corrupción hay un gran trecho. Habrá que ver cómo se decanta el Presidente. El perdón hoy vale poco.

Del perdón a los hechos que demuestren un cambio en la actitud frente al combate a la corrupción hay un gran trecho. Habrá que ver cómo se decanta el Presidente. El perdón hoy vale poco. Foto: Cuartoscuro
Del perdón a los hechos que demuestren un cambio en la actitud frente al combate a la corrupción hay un gran trecho. Habrá que ver cómo se decanta el Presidente. El perdón hoy vale poco. Foto: Cuartoscuro

-Mi solidaridad y apoyo total a Sergio Aguayo ante los embates de hedor de corrupción.

El perdón de Enrique Peña Nieto por el caso de la Casa Blanca es más control de daños que una sincera disculpa y reconocimiento de que hizo cosas que en cualquier país democrático serían ilegales. En México no lo fueron simplemente porque nuestro marco normativo nos proveía de una corrupción institucionalizada. El perdón es decorativo. Además de repetitivo porque Peña ya había aceptado su culpa (más no su responsabilidad).

La promulgación del Sistema Nacional Anticorrupción (SNA) por ello es un avance. No la figura mágica que hará que dejemos – de la noche a la mañana- ser un país de corruptos. El SNA es un complejo entramado de leyes e instituciones que buscan cambiar el paradigma nacional. Poco a poco. Repito. El Sistema entre muchas otras cosas prevé una participación activa de la ciudadanía en el órgano rector: el Comité Coordinador, además, y sin sonar muy optimista, se creó la figura de un fiscal especial anticorrupción junto con la reforma al código penal federal para ensanchar la tipificación de los delitos que se deberán perseguir. Que hay mucho por hacer en impartición de justicia para que esto sea una noticia buena realmente es cierto. A la Auditoría Superior de la Federación (ASF) se le otorgaron nuevas e importantes facultades para revisar la cuenta pública. En el Tribunal Superior de Justicia Administrativa se van a crear nuevas salas especializadas en corrupción. Esto incluye, por lo tanto, la profesionalización de magistrados y jueces. Un aspecto importante del SNA será la réplica en los estados de la República. Un nuevo reto para nuestro federalismo.

El sistema es imperfecto. Sin embargo, es un paso importante impulsado por la sociedad civil. Si actos corruptos como el de Peña Nieto con la Casa Blanca se hubiesen hecho hoy, deberían ser castigados porque así lo indica el nuevo marco jurídico.

No es ocioso analizar el perdón presidencial. Y no lo es porque el hecho es un hecho político de una trascendencia relevante. Para bien o para mal. El Presidente afirmó: “no hice nada fuera de la ley, pero pido perdón”. El perdón, en el mejor de los casos, es una aceptación de culpa, de un error. Sin embargo, el error por quien lo cometió y por lo que es no es menor para ser borrado del imaginario con una disculpa pública. Eso no quiere decir que no sirva. Habrá personas que reconozcan el hecho, habrá muchas otras que vean más en el perdón otro intento por “erradicar” el tema de la discusión pública.

A dos años de terminar su presidencia, Peña Nieto buscará, por todas las formas posibles, ser el presidente que la revista Time lo puso en portada como el gran reformador. Y no como un corrupto más de nuestra vasta fauna. La idea del reformador se fue por la borda y mucho se debe a un trabajo de dedicados periodistas (Aristegui, Lizárraga, Cabrera y Huerta) quienes nos informaron que el presidente electo y después en funciones tenía –desde que fue gobernador del Estado de México- un relación corrupta (aunque no estaba tipificada así) con un constructor (el consentido Grupo Higa) a quien ha hecho inmensamente millonario a través del otorgamiento irregular de licitaciones públicas desde que era gobernador. Es fundamental entender que los actos de corrupción señalados por los ávidos periodistas no eran cuando Peña llegó a la Presidencia. Sino desde tiempos atrás.

Esto es importante porque cuando el lacayo presidencial, Virgilio Andrade, sale a justificar y reportar que no hubo actos ilícitos, en su discurso solo se ciñe al tiempo de cuando Peña Nieto asumió la Presidencia. Que quede claro, Andrade no investigó. No intentó investigar por más que la presidencia afirme que se investigó. El circo fue completo con el payaso Andrade a la cabeza. No deje de leer a Salvador Camarena en su columna de ayer y el libro La Casa Blanca de Peña Nieto. Por la ausencia de investigación y deslinde de responsabilidades es que el perdón se hace agua.

El Presidente jugó sus fichas y por ello el perdón. Ya será de cada quién darle el valor que considere conveniente. Pero el Presidente está buscando cambiar la narrativa y no pasar a la historia por la Casa Blanca. Difícil que lo logre. Su presidencia ya está bastante lastimada y el tiempo se acaba. Pero todavía tiene tiempo para sorprender. Ahora bien, la presidencia no es monolítica. Peña podrá hacer cuanto acto se le ocurra para limpiar su imagen. Actos buenos y legítimos, como otros perdones necesarios. Se me ocurren perdón por no resolver satisfactoriamente Ayotzinapa, Tlatlaya, Tanhuato, Apatzingan. Vaya, se me ocurren varios perdones necesarios. Aunque surge la duda ¿sirve solo el perdón?

Lo malo es que el nuevo SNA tardará en tomar forma. Viene una periodo importante para apretar tuercas y lograr una correcta ejecución del sistema. El diablo está en los detalles. Buscar y encontrar a las personas correctas para que comanden el nuevo barco que ha zarpado. Pero mientras esto ocurre, y eso lo debe de entender el Presidente, los casos de corrupción que se amontonan en los anaqueles de su mandato presidencial no se detienen. Él podrá tener toda la actitud, pero si no manda un mensaje claro a sus subalternos, gobernadores y presidentes municipales, mucho me temo que la factura de la corrupción se le seguirá pasando a Los Pinos y su legado, que tanto le importa, será el de la corrupción rampante comenzando por la Casa Blanca.

Del perdón a los hechos que demuestren un cambio en la actitud frente al combate a la corrupción hay un gran trecho. Habrá que ver cómo se decanta el Presidente. El perdón hoy vale poco.

Darío Ramírez
Estudió Relaciones Internacionales en la Universidad Iberoamericana y Maestría en Derecho Internacional Público Internacional por la Universidad de Ámsterdam; es autor de numerosos artículos en materia de libertad de expresión, acceso a la información, medios de comunicación y derechos humanos. Ha publicado en El Universal, Emeequis y Gatopardo, entre otros lugares. Es profesor de periodismo. Trabajó en la Oficina del Alto Comisionado para Refugiados de las Naciones Unidas (ACNUR), en El Salvador, Honduras, Cuba, Belice, República Democrática del Congo y Angola dónde realizó trabajo humanitario, y fue el director de la organización Artículo 19.

Los contenidos, expresiones u opiniones vertidos en este espacio son responsabilidad única de los autores, por lo que SinEmbargo.mx no se hace responsable de los mismos.

en Sinembargo al Aire

Opinión

Opinión en video