El célebre autor peruano elige el libro de su vida, una obra que cambió todo lo que pensaba acerca del género al que se dedica con pasión y esmero
Ciudad de México, 16 de julio (SinEmbargo).- Soy latinoamericano. Crecí creyendo que las novelas debían ser:
1) complicadísimas,
2) políticas,
3) carentes por completo de sexo y sentido del humor.
Y un día llegó Philip Roth y acabó con todo eso.
El teatro de Sabbath empieza con una amante casada que le exige a su amante casado, Sabbath, que no se acueste con más amantes que ella. Esta mujer quiere una infidelidad exclusiva y monógama, unos cuernos eternos hasta que la muerte los separe. Sabbath le responde que está dispuesto a aceptar con una condición: que ella le practique periódicamente el sexo oral a su horrible marido. A ver si le gusta tanta fidelidad.
Y eso es sólo el comienzo. A lo largo de las siguientes seiscientas páginas, Sabbath se masturba frente a la tumba de su amante, sostiene 25 páginas de diálogo pornográfico con una menor de edad y alberga fantasías sexuales con la hija de su mejor amigo.
El teatro de Sabbath es una sátira políticamente incorrecta sobre la masculinidad, narrada con toneladas de humor negro y, sobre todo, con la desesperación de un adicto al sexo.
¿Qué puedo decir? Cuando la leí, pensé: “¿Se puede hacer esto? ¿Es legal? ¡Yo quiero hacerlo!”
Santiago Roncagliolo (Lima, 1975), es escritor, dramaturgo, periodista y traductor. Obtuvo en 2006 el Premio Alfaguara de novela con Abril rojo. Su reciente novela publicada es La noche de los alfileres (Alfaguara).
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