Peniley Ramírez Fernández
13/07/2016 - 12:00 am
El nuevo estrellato del “doctor E”
La respuesta del nuevo presidente nacional del PRI, Enrique Ochoa Reza, es la única carta que me ha llegado en una cadena de correos después de la publicación de un texto desde que comencé a ejercer el periodismo. La alerta de un nuevo mensaje urgente, esa tarde fría de febrero de 2014, vino seguida de […]
La respuesta del nuevo presidente nacional del PRI, Enrique Ochoa Reza, es la única carta que me ha llegado en una cadena de correos después de la publicación de un texto desde que comencé a ejercer el periodismo. La alerta de un nuevo mensaje urgente, esa tarde fría de febrero de 2014, vino seguida de un adjunto con una carta de réplica.
El mensaje del editor con la carta era el último correo en una cadena que comenzaba con un intercambio afable y familiar entre el propio Ochoa, recién nombrado como director general de la Comisión Federal de Electricidad, y uno de los nuevos socios del periódico para el cual trabajaba.
En aquella fecha no estaba al tanto de que el funcionario era uno de los pupilos del Secretario de Hacienda, Luis Videgaray, quien había sido un discreto huésped en las oficinas de los nuevos socios del periódico para el que escribía, en los meses en que se operó la campaña y transición de gobierno a la presidencia de Enrique Peña Nieto.
La carta de Ochoa pretendía responder a las “imprecisiones” de un reportaje sobre su inexplicada fortuna como empresario y coleccionista de arte, que habíamos publicado esa mañana con información de sus declaraciones patrimoniales.
Las preguntas centrales del reportaje, que continúan vigentes hoy, cuestionaban cuál era el origen del dinero que permitió a Ochoa obtener de contado 109 placas de taxis de Monterrey, Puebla y la Ciudad de México en enero del 2000, cuando tenía 28 años y estudiaba en la Universidad de Columbia en Nueva York. Su respuesta: ese año él no era funcionario público ni vivía en México y la inversión fue parte de su tarea para “fortalecer el patrimonio familiar” luego de la muerte de su padre.
En su carta nada explicó acerca de la compra entre 2010 y 2012 de 71 automóviles y una colección de obras de obras de arte de jóvenes artistas mexicanos, mientras ganaba sueldos que no superaron los 150 mil pesos, como empleado del Poder Judicial de la Federación, profesor de la UNAM y Coordinador de Educación en el equipo de transición presidencial. La colección fue bautizada como la “colección Enrique Ochoa” en el sitio en Internet de Daniel Lezama, uno de los pintores a quien le ha comprado mayor cantidad de cuadros.
El nuevo dirigente nacional del tricolor negó que percibiera 138 mil 324 pesos mensuales como parte del equipo de transición de Peña Nieto, a pesar de que lo así lo decía su declaración patrimonial. También aseguró que la compra inscrita en su declaración como “3 obras Frida 2007” no correspondía a cuadros de Frida Kahlo, sino a tres litografías anónimas sobre la pintora mexicana adquiridas en 2007, dato que iba incluido en la pieza periodística original.
Dos años y medio después de aquel intercambio, el político ha repetido estas negaciones a otros medios que publicaron informes similares sobre sus declaraciones de patrimonio. Al mismo tiempo, continúa publicando sus nuevas compras y su participación como socio en AOZ Farmacéutica, una pequeña tienda de medicamentos ubicada en la colonia Cuauhtémoc de la Ciudad de México.
Este ejercicio en sí mismo es una buena noticia en el ánimo actual de una mayor transparencia entre los funcionarios públicos y, ahora, entre quienes manejan el dinero de los partidos políticos. En su caso conduce a dudas, aún sin una explicación convincente, sobre la relación entre sus ingresos y sus gastos.
Como ejemplo, en el puesto al que renunció la semana pasada para convertirse en el único candidato a la dirigencia del tricolor, tenía un ingreso anual de unos 170 mil mensuales. Con ese salario en 2015 vendió 49 de sus taxis y compró 16 nuevos, mantuvo la hipoteca de una casa y un departamento y cambió el menaje de sus propiedades por la llegada de su hija, a quien procreó con la conductora de televisión Azteca Greta Rojas.
Entre abril y diciembre del año pasado, la colección Enrique Ochoa se incrementó en 14 nuevas obras de artistas mexicanos. La más destacada fue Laura, un óleo sobre lienzo de Andrés Basurto, cuadro finalista en 2008 del prestigioso galardón del National Portrait Gallery en Londres.
Su breve candidatura de cuatro días a la presidencia del PRI transcurrió entre severas críticas internas por su inexperiencia en la operación política y su hasta ahora desconocida militancia partidista durante 25 años, sumado a un ambiente en el que se mezcla el cariz más tradicional del partido, con una militancia que públicamente aplaude y aclama cuando debe hacerlo.
Tras las bambalinas del gobierno y del partido se percibe un gesto de hosca resignación. En medio de una fuerte crisis en la credibilidad del Gobierno federal, una vez más, como sucedió con el nombramiento de Virgilio Andrade y de Aurelio Nuño a sendas secretarías de Estado, la llegada de Ochoa no puede explicarse sin la operación política de Videgaray.
Su nuevo estrellato partidista, sin embargo, no tiene como elemento central su ejercicio cómo un coleccionador de arte y un empresario taxista. El hombre que ahora tendrá la encomienda de retener la presidencia para el PRI en el 2018, se ha convertido paulatinamente en una estrella del canal de Ajusco.
Cuando comenzaron su relación, la conductora de deportes Greta Rojas se refería en sus redes sociales a Ochoa como “mi doctor E”. Luego del matrimonio, al que asistió como invitado Mario San Román, ex CEO de Televisión Azteca, las apariciones de Ochoa en el canal principal de la televisora y en redes sociales han sido reiteradas y el mote del “doctor E” desapareció. Ya podía hablarse de él con nombre y con imagen.
Desde entonces, al mismo tiempo que ha ejercido sus puestos públicos, Ochoa no ha tenido empacho en posar con estrellas y dirigentes de Azteca en la Basílica de Guadalupe, en eventos filantrópicos de la cadena, en programas de noticias, en el Palacio Nacional durante la celebración del aniversario de la independencia mexicana, en partidos de futbol.
Considero la más reciente participación de Ochoa en la televisora como la más simbólica. Fue el lanzamiento de la transmisión de partidos de futbol en definición 4K, al que asistieron varias de las estrellas del canal para presenciar en vivo la calidad de la imagen, mientras eran grabados e incluidos en las tomas alternas al partido. Allí estuvo, posando en fotografías, sonriente junto a su esposa.
Sería perfectamente factible que se trate de un esposo que apoya a su cónyuge y participa en eventos que le son importantes a ella. A dos años de las elecciones presidenciales, quizá la lectura detrás de la sorpresiva selección de este personaje para dirigir el PRI sea más de un proyecto de posicionamiento político y de grupo, que una solución real y alternativa a los problemas de un partido que aún no se repone de sus pérdidas históricas.
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