El próximo viernes entrarán a circular a las calles de la ciudad de México, aproximadamente, un millón de autos más. Volveremos a padecer la agudización del tráfico en la ciudad que se dio con la autorización para los vehículos de más de 8 años de aprobar la verificación vehicular y circular todos los días. Ahora vendrá una nueva verificación que se promete no será víctima de la corrupción y se permitirá a los vehículos nuevos circular dos años sin verificación.
Como vemos, todo se centra en el automóvil, en una ciudad colapsada por este vehículo. ¿Cómo bajar la presencia de autos circulando en las calles para que dejen de ser un obstáculo y que nos permitan movilizarnos?, sólo el 20% de la población se traslada en automóvil particular. ¿Cómo dejar de ser una de las ciudades en la que más tiempo se pierde en embotellamientos?. Hay que recordar que la velocidad promedio en la ciudad ha caído de 40 km/h a menos de 12 km/h en un periodo de poco más de 20 años, ¿a qué velocidad nos trasladaremos en 10 años más?
En materia de transporte público lo que se anuncia es la chatarrización de los microbuses y la entrada de vehículos nuevos y más adecuados, con sistema de prepago, paradas establecidas y un centro de control. La medida es, sin duda, importante. Sin embargo, estos vehículos estarán metidos en medio del congestionamiento vial generado, principalmente, por los automóviles probados, sin brindar lo más importante: carril exclusivo para reducir tiempos de transporte, como el Metrobus.
Pero dónde están las medidas de fondo que provoquen las condiciones para que los usuarios de automóviles decidan, en muchas ocasiones, dejara su auto y trasladarse en transporte público. Dónde están los grandes proyectos de transporte público, las nuevas líneas de BRT (Metrobus) de sur a norte de la ciudad que descongestionen la ruta 1 de insurgentes, dónde están los 200 kilómetros de Metrobus que prometió Ebrard, donde está la creación de áreas libres de automóviles, el cierre de estacionamientos, es decir, donde están las condiciones que den preferencia al transporte público sobre el privado, que generen recursos del automóvil para ser trasladado al transporte público.
Las políticas anunciadas para enfrentar la contaminación, que callan hablar del problema del colapso vial, van a promover, junto con las facilidades que brindan las automotrices para adquirir un auto nuevo, el crecimiento del parque vehicular, como lo hizo el programa Hoy no Circula cuando se estableció de manera permanente. Se anuncia que la nueva verificación vehicular sacará de circulación a un muy alto número de vehículos, pero este proceso llevará 6 meses. Además, aunque los vehículos viejos circulen sólo 5 días a la semana, gran parte de ellos se quedarán en la ciudad y a ellos se sumarán los nuevos, los más de 200 mil autos que se venden cada año en el área metropolitana. Sin duda, veremos como la venta de autos aumentará en el segundo semestre de este año. Veo como una desgracia que los acuerdos para compartir el auto entre padres de familia, trabajadores, estudiantes, etc, terminarán este viernes. Sé que, por otro lado, si esta medida se estableciera de manera permanente, un gran porcentaje de los propistarios de autos se haría de otro automóvil.
Cuando inició el servicio en la Ruta 1 del Metrobus sobre Insurgentes, se comprobó que los tiempos de traslado se redujeron cerca de 30 minutos entre el sur y norte de la ciudad. En un sondeo de opinión preguntábamos la percepción de los usuarios y encontramos dos tipos de respuestas, dos tipos de usuarios: los que identificaban cómo se reducía el tiempo de traslado y aumentaba la seguridad, comparando con el servicio que en esa avenida daban microbuses y camiones, y los que yo llamo las “ranas”, los que no identificaban ningún cambio, no eran conscientes de las condiciones y tiempos de su recorrido.
No llamo a estos usuarios “ranas” en sentido despectivo, lo hago a partir de una moraleja que no parte de una fábula, sino de un hecho real. Las ranas cuando son sumergidas en una olla con agua y la olla es puesta sobre el fuego no manifiestan ninguna incomodidad mientras sube la temperatura hasta que quedan cocinadas. La moraleja de las ranas hervidas se puede aplicar a aquellas personas que no se percatan o les cuesta percatarse de los cambios en su entorno.
El fenómeno de la rana hervida adaptada al tráfico la he podido comprobar entre los propios taxistas, aunque sea en pocos casos. A partir del segundo semestre de 2015 el tráfico en la ciudad de México, ya grave, se agravó aún más al permitirse que los autos anteriores al 2007 pudieran acceder a circular todos los días si cumplían con los criterios de la verificación vehicular. Gracias a esa decisión de la corte, pero, especialmente a la corrupción de los verificentros, se sumaron a la circulación más de un millón de autos, la mayor parte altamente contaminantes.
La mayor parte de los taxistas y una parte importante de los automovilistas reconocieron el impacto en las ya de por si congestionadas vialidades de la ciudad de la suma de un millón de autos más a la circulación. Muchos de estos conductores reconocen un impacto fuerte en el tráfico entre el segundo semestre de 2015 y el 5 de abril de 2016 fecha en que se instauró un día sin auto a todos los vehículos, sin importar la calcomanía. Esta medida termina el próximo jueves y el viernes que viene volveremos a la situación anterior. La medida fue un parche, como siempre, nada de fondo.
Este viernes que viene veremos lo que no logra provocar ninguna marcha, ningún bloqueo, lo que logran hacer más de 5 millones de automóviles privados a una de las mayores megalópolis del mundo.
No se propone prohibir el uso del automóvil particular, se propone darle preferencia y calidad al transporte público, se propone que cuando se use el automóvil particular se paguen las externalidades que genera al resto de la sociedad y que estas externalidades pasen a reforzar un buen sistema de transporte público y movilidad no motorizada. Se dice que: “Una ciudad avanzada no es en la que los pobres pueden moverse en carro, sino una en la que incluso los ricos utilizan el transporte público”. El propósito debe ser encaminar todas las políticas a crear las condiciones para que, en la mayor parte de los casos, se elija el uso del transporte público sobre el privado. Hacia esa dirección deben apuntarse las políticas públicas.