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Sanjuana Martínez

23/05/2016 - 7:26 am

El tornillo de los Cardenales

El cardenal Alberto Suárez Inda, arzobispo de Morelia hace gala de su incontinencia verbal crónica cuando se trata de hablar sobre la homosexualidad.

El cardenal Alberto Suárez Inda, arzobispo de Morelia. Foto: Cuartoscuro
El cardenal Alberto Suárez Inda, arzobispo de Morelia. Foto: Cuartoscuro

El cardenal Alberto Suárez Inda, arzobispo de Morelia hace gala de su incontinencia verbal crónica cuando se trata de hablar sobre la homosexualidad.

Fustiga el matrimonio igualitario para todo el país, recién anunciado por Enrique Peña Nieto: “si yo tengo un tornillo, lo que necesito es una tuerca, no otro tornillo", dijo en una entrevista concedida a Carlos Loret de Mola en Radio Fórmula. Supongo que el cardenal hace una analogía del tornillo con el pene. Y de la tuerca, con la vagina.

Su declaración es un insulto a la inteligencia, particularmente porque el cardenal exhibe su falta de educación sexual o su intolerancia al sexo entre hombres. Tal vez, no sepa que los hombres también tienen tuerca y que resulta igualmente respetable que algunos prefieran los tornillos.

Pero siguiendo con su explicación de ferretería. El cardenal Suárez Inda, debería preguntarle a los sacerdotes pederastas que ha protegido, si prefieren los tornillos o las tuercas.
No es la primera vez que el Señor Cardenal muestra abiertamente la homofobia. El 28 de diciembre de 2009, al referirse a los matrimonios entre parejas del mismo sexo que “ni los perros hacen el sexo entre dos del mismo sexo; normalmente la inclinación natural es relacionarse de forma heterosexual”.

Muy preocupado por la niñez, añadió: “Todos los niños tienen derecho a tener un papá y una mamá”.

Y yo pregunto: ¿Los niños tendrán derecho a no ser abusados sexualmente por los sacerdotes que siguen protegiendo? ¿Los niños tienen derecho a tener una vida libre de violencia sexual del clero pederasta activo, libre, protegido e impune?

Pero el cardenal lleva varios años tundiendole a la opción sexual de quienes deciden algo diferente a la heterosexualidad. Su mente, no da para más, y el 21 de agosto del año pasado exhibió nuevamente su intolerancia más fundamentalista al referirse al matrimonio homosexual: "Dos más dos son cuatro, jamás serán 8, el círculo nunca será cuadrado, hay verdades absolutas que se nos imponen pero no nos esclavizan”.

¿El círculo nunca será cuadrado?... Efectivamente. El círculo es el círculo. Es decir, en su símil ferretero, la tuerca, siempre será la tuerca. ¿Cuál es el problema, entonces?

Los prejuicios del purpurado no le dejan discernir, quizá le nublan el entendimiento. ¿Qué parte de las relaciones homosexuales no comprende el cardenal Suárez Inda? La pregunta es obligada: ¿el cardenal no sabe o se hace?

Y peor aún: el cardenal va en contra del Papa Francisco, quien en la Jornada Mundial de la Juventud celebrada en Brasil hace dos años, aclaró que el catecismo dicta que no se discrimine a las personas por su preferencia sexual: “Si una persona es gay y busca al Señor, y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarlo?. El catecismo de la Iglesia católica lo explica de forma muy linda esto. Dice que no se deben marginar a estas personas por eso. Hay que integrarlas en la sociedad. El problema no es tener esta tendencia. Debemos ser hermanos. El problema es hacer un lobby”, dijo al referirse al llamado “lobby gay” que existe en el Vaticano.

Tal vez, el cardenal Suárez Inda desconozca la existencia de este “lobby gay” al cual se refiere el mismo Papa: “Se habla del ‘lobby gay’, y es verdad está ahí, hay que ver qué podemos hacer”.
Todo esto a raíz de que un guardia suizo denunciara al periódico Schweiz am Sonntag que por lo menos 20 sacerdotes del Vaticano le habían solicitado sexo “sin ambigüedades”.

La homosexualidad forma parte de la Iglesia y particularmente de la Curia que controla actualmente el Vaticano. Esto no es nuevo, pero habrá que recordarle al cardenal Suárez Inda, la razón por la cual se dijo que el Papa Ratzinger había renunciado. Lo publicó el diario “La Repubblica” que dio cuenta de un informe “ultrasecreto” realizado por tres cardenales: el español Julián Herranz, el eslovaco Jozef Tomko y el italiano Salvatore De Giorgi, donde se desvela un auténtica maquinaria de corrupción, sexo y tráfico de influencias dentro de la Santa Sede.

A este escándalo se le conoce como los “Vatileaks” y desvela con detalle los chantajes internos contra los altos jerarcas católicos por sus supuestas debilidades homosexuales y ambiciones personales. A lo largo de 300 páginas, los purpurados se refieren al famoso y poderoso “lobby gay” que mantiene un cierto control de los entresijos de la Santa Sede Rosada.

Supongamos que el cardenal homófobo Suárez Inda no conoce todas estas noticias, pues entonces habrá que recomendarle que lea el libro “La Mafia Rosada” del sacerdote casado y con hijos, Alberto Cutié, quien denuncia que el 60 por ciento de los sacerdotes son homosexuales.

El centro de todo este asunto, es la sexualidad del clero, un tema que al cardenal no le conviene abordar, particularmente porque todos conocemos sus “desviaciones” y no me refiero a sus preferencias sexuales absolutamente respetables, sino a la pederastia clerical, a los crímenes sexuales del clero.

Y de eso sabe mucho el cardenal Suárez Inda, sobretodo en la protección que le ha brindado a los curas pederastas de Michoacán, en especial a los que han sido denunciados en Morelia.
La lista de los curas pederastas protegidos por el cardenal sería imposible publicarla completa en este espacio, pero es necesario mencionar a los sacerdotes Francisco Bravo, Servando Dávalos o Raúl Cabrera, los tres depredadores sexuales de menores de edad. El primero en un colegio de los Salesianos, fue acusado por decenas de alumnos y nunca denunciado ni puesto a disposición de las autoridades, solo se le removió y desplazó a otro puesto, estado o país, igual que los otros dos.

El 15 de febrero del año pasado, los reporteros le preguntaron al cardenal homófobo sobre los abusos sexuales y se refirió a dichos crímenes cometidos por sacerdotes como un “vergonzoso vicio” atribuido al “hipererotismo” en la sociedad.

Días después abundó, refiriéndose a esos delitos sexuales del clero, como “cosas delicadas” y justificó a los sacerdotes: “Tristemente la pederastia es como un virus, como una epidemia que cunde por el mundo, no sólo dentro de la Iglesia católica, sino fuera de la Iglesia. A veces los mismos familiares y maestros caen en ese crimen”.

A diferencia de los pederastas “civiles”, los pederastas con sotana tiene garantizada la impunidad, incluso cuando son detenidos, las propias diócesis pagan sus abogados para liberarlos de la cárcel y mandarlos a otra parroquia a cargo de los monaguillos o los niños.

Otro dato que el cardenal Suárez Inda debe considerar, es que sin equiparar la pederastia con la homosexualidad, durante estos últimos 20 años de investigación periodística sobre el tema, he podido comprobar que el 90 por ciento de las víctimas de los curas pederastas, son varones, es decir, sus depredadores con sotana, son homosexuales.

Curiosamente en la lista de obispos y cardenales de México, también hay homosexuales y la mayoría de ellos han sido protectores de curas pederastas, no por una cuestión personal, sino por sistema. Así funciona la Iglesia en este tema. La jerarquía, no solo se basa en el dinero, sino en la omertá rosada, para encubrir a sus depredadores. La lista de los que solapan, ocultan y protegen las desviaciones sexuales más aberrantes que dañan a los pequeños del rebaño católico, coincide casualmente con la lista de los homófobos con sotana.

Habría que recordarle a los cardenales, obispos y sacerdotes homófobos como Suárez Inda, que muchas veces, detrás de cada uno de ellos, se esconde un homosexual de clóset en potencia. Quizá en un futuro, el color predominante en el Vaticano no sea el púrpura, sino el rosa, aunque sea de clóset. Ciertamente faltan varios siglos para que la bandera del arcoíris luzca en la Plaza San Pedro, pero todo es posible y el mundo camina hacia allá, le guste o no a la Iglesia católica.

¿Con todos estos datos, qué calidad moral puede tener Suárez Inda o cualquiera de ellos, para denostar el matrimonio gay?

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Sanjuana Martínez
Es periodista especializada en cobertura de crimen organizado.

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