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Gerardo Grande

14/05/2016 - 12:03 am

A 19 años de la muerte de Jeff Buckley

Jueves 29 de mayo de 1997. Un tipo sentado a la orilla del río Wolf en Tennesse mira el movimiento del agua mientras rasga una guitarra de doce cuerdas, a lo lejos, se escuchan coyotes recibiendo el atardecer.

Jueves 29 de mayo de 1997. Un tipo sentado a la orilla del río Wolf en Tennesse mira el movimiento del agua mientras rasga una guitarra de doce cuerdas, a lo lejos, se escuchan coyotes recibiendo el atardecer. El coyote es un animal que se empareja de por vida, piensa el chico en aparente calma, piensa y un agua turbia lo recorre por dentro. A un lado está su amigo que modula el volumen de la radio portátil que los acompaña. Son muchos sonidos para un solo escenario, sin embargo, cada uno dialoga con el otro. El guitarrista está en esa ciudad porque busca algo de calma y recogerse en sí mismo. Se prepara para grabar su segundo álbum al que piensa llamar My Sweetheart The Drunk. Con el primer disco logró moverse desde el rock hasta el folk y el góspel más crudo y directo. Un solo disco, una sola bala que sigue expandiéndose. El cielo se pinta de color de rosa y poco a poco da paso a tonos anaranjados y rojos; la pintura casi perfecta de la calma y la serenidad. El chico que rasga la cuerda piensa en un mensaje que recibió minutos antes, a través de él, sabe que su novia viajará en pocas horas a la ciudad donde él se encuentra. Esta noticia no lo alegra, lo inquieta. Parece que toda la flora y toda la fauna se arremolinan en el pecho. Pasa del gusto a la desesperación y después a la rabia en tan solo unos instantes. Un águila pescadora atraviesa la escena. El chico la mira cruzar ese pedazo de cielo y sin explicación siente los saltos de un pez que se asfixia afuera del agua y que salpica los huesos del joven guitarrista; el pez que pronto será apresado en el pico del ave.

Cierra los ojos, mira un joven coyote abriendo la carne en busca de las vísceras. En la radio portátil suena Lennon, después Led Zepellin. Por la mente del chico pasa una tormenta y en seguida la calma. Arriba y abajo, izquierda y derecha. Su amigo se tumba con la mirada hacia las nubes, fuma un cigarrillo, cierra los ojos y se pierde entre los sonidos. Un instante después mira hacia los lados y no encuentra al joven guitarrista. Se incorpora, la luz del atardecer da paso a los tonos de la noche. Mira a su amigo con las pantorillas dentro del río. Sonríen. Suena un tema de Led Zepellin y conforme avanza el chico en el agua sumerge más su cuerpo. El agua llega hasta la cintura, las botas de cowboy y los blue jean se vuelven pesados. Barcos que zarpan levantan olas grandes y el joven se deja empujar por esas aguas del Misisipí, las aguas del blues y del canto de los orígenes. Cae la noche, cae la canción y su amigo lo pierde de vista.

Que el silencio se haga en mí que la unión de los colores se haga en mí que el inicio de los tiempos se haga en mí y que mis ojos miren todo por vez primera Que pueda nombrar de nuevo las cosas Olvidar que el árbol es árbol y regalarle la capacidad de volar Que la piedra cante caudalosa rumbo al mar del sueño Que descubra la sonrisa de quien juega con la infancia del sol Que la danza el canto y la escritura me besen otra vez que mi corazón aprenda de la expansión de este desierto pues bajo tormenta o a cincuenta grados a la sombra siempre está dispuesto a dar vida Que mi lengua no olvide el sabor de tus pechos tú que amamantas a toda la flora y a toda la fauna y al resto también Que alguien pruebe mi carne y conozca su cerebro y ese alguien camine erguido y se distinga de los animales por su capacidad para tocar la armónica y arar el cielo y besar la tierra y por su capacidad de tocarse a sí mismo Que de mí liben las abejas y en mí se tire el toro para mirar la luna Que pueda volver a la noche a la que siempre quise volver.

Gerardo Grande
Gerardo Grande (Ciudad de México, 1991). Poeta. Publicó La edad atómica (La Bella Varsovia, Córdoba, España, 2014), Fiesta brava (Neutrinos, Entre Ríos, Argentina, 2015), Seguir (Eloísa Cartonera, Buenos Aires, Argentina, 2016). Es co-compilador de Astronave, panorámica de poesía mexicana 1985-1993 (UANL-UNAM, México, 2015).

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