Gerardo Grande
09/04/2016 - 12:00 am
Poesía a alto voltaje en Córdoba
A veces, casi siempre o siempre, uno no sabe para qué sirve la poesía ni hacia donde se dirige. Lo que es seguro es que siempre va a alguna parte y avanza.
El pasado 2 de abril concluyó el V Festival Internacional de Poesía de Córdoba. Fueron cuatro días donde se vivió la poesía a alto voltaje. No sólo por los textos como terremotos que se pudieron escuchar; sino también, por el increíble pero verdadero diálogo que este festejo de la palabra logró crear con quienes se dieron cita en las distintas lecturas. Desde el Cabildo hasta el bar Belle Époque, pasando por el Centro Cultural de España y el bar cultural Casona Dadá.
Las lecturas, muchas veces seguidas de músicos excepcionales, siempre estuvieron a reventar de asistentes y en varias ocasiones se contó con la presencia de más de 200 personas dispuestas a escuchar las propuestas literarias y musicales que se presentaron. Gente que, además, se dio el tiempo de conocer y comprar algo de las distintas editoriales que pusieron su material a la venta.
Este festival, encabezado por Gastón Sironi, Alejo Carbonell y Carlos Ferreyra, lleva cinco años consecutivos pugnando por trazar puentes de diálogo a partir de la poesía en voz alta. Es una labor muy loable, honesta y de entrega total la que estos genios hacen año con año, pues, aunque el festival cuenta con pequeñísimos apoyos institucionales, la realidad es que casi todo surge a partir de otros medios, tales como; restaurantes, hoteles y ahora, hasta los llamados “Amigos del Festival”, que son personas de carne y hueso que deciden aportar para que esta fiesta de la palabra y el buen compartir se lleve a cabo.
A veces, casi siempre o siempre, uno no sabe para qué sirve la poesía ni hacia donde se dirige. Lo que es seguro es que siempre va a alguna parte y avanza. Otra cosa que también se sabe es que nunca está demasiado tiempo en el mismo lugar.
Bueno, en los cuatro días que duró el festival e incluso días posteriores, algo de la poesía habitó la ciudad de Córdoba en Argentina, algo de la poesía bailó con sus habitantes y sus invitados. Sigo pensando que estos festejos crean un mundo posible, paralelo y habitable dentro del mundo que se cae a pedazos.
En este V Festival de Poesía de Córdoba hubo momentos de felicidad total a partir de compartir ideas, gustos, sabores, poemas cantados, música y corazón. Creo que en los días que duró no hubo imitaciones de las miserias del mundo: no hubo malos tratos, no hubo mezquindad ni misoginia, no hubo discriminación.
Yo miré una pareja de jóvenes sentados que se abrazaban y disfrutaban de la lectura de poesía, miré a un grupo de amigas tomando mate, descalzas, con el cabello alborotado y felices. Vi una chica que dejó su bicicleta sin cadena ni candado a la entrada del Cabildo y se fue tranquila a buscar a sus amigos. Vi ojos ardiendo de belleza. Supongo que tantos poemas, tantas voces reunidas en un mismo momento aportan un poco de armonía al entorno.
Todos los invitados (y por invitados me refiero a quienes leyeron sus poemas y quienes no leyeron) salimos con la sonrisa más ancha de la ciudad. Contentos de haber encontrado algo, un punto brillante en medio de una noche palpitante que duró varios días.
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