Adrián López Ortiz
07/04/2016 - 12:04 am
Higa, los #PanamaPapers y el periodismo
“La información es poder”. La clásica frase cobra vigencia de nuevo gracias al escándalo de los #PanamaPapers: 11.5 millones de archivos de la firma panameña Mossack Fonseca filtrados al diario alemán Süddeutsche Zeitung, vía un chat secreto por una fuente anónima (hasta ahora).
La palabra de moda es “leak”. Después de Julian Assange y Edward Snowden el mundo no es el mismo. Ambos exhibieron a través de filtraciones la importancia de la información en un mundo globalizado. Ambos viven ahora en el asilo político.
“La información es poder”. La clásica frase cobra vigencia de nuevo gracias al escándalo de los #PanamaPapers: 11.5 millones de archivos de la firma panameña Mossack Fonseca filtrados al diario alemán Süddeutsche Zeitung, vía un chat secreto por una fuente anónima (hasta ahora).
Pero la filtración no hubiera pasado del escándalo sin el periodismo.
El material fue procesado por el Consorcio Internacional de Periodistas (ICIJ, por sus siglas en inglés), quien con 353 periodistas de 80 países en 25 diferentes idiomas (entre ellos 7 mexicanos) se dedicaron a clasificar, relacionar e investigar los correos electrónicos, hojas de cálculo, pasaportes e información corporativa contenida en la filtración.
Los resultados no son menores, el ICIJ califica a la firma Mossack Fonseca como “una de las más importantes compañías creadoras de estructuras que pueden ser usadas para esconder la posesión de bienes o activos”, según una nota del Knight Center. La investigación arrojó más de 140 nombres de personalidades de todo el mundo con empresas y movimientos financieros relevantes en paraísos fiscales.
Debo precisar que aparecer en la lista no significa que las transacciones o los recursos sean necesariamente ilegales. Sino que existe una “conducta” generalizada, un patrón. Ese patrón, como señaló el mismo Presidente Obama, hace más fácil la evasión y el lavado de dinero de procedencia dudosa en todo el mundo.
Sobre artistas, deportistas y empresarios que figuran en la lista, corresponde a las autoridades de cada país hacer las investigaciones para definir si hubo evasión fiscal.
Pero no me quiero detener allí, sino en la relevancia de que políticos de primer nivel o personajes relacionados con ellos, también sean parte de los #PanamaPapers. Allí radica el mayor valor de una investigación periodística de esa envergadura, pues pone en la discusión el actuar ético de quienes ostentan el servicio público.
Mientras en Islandia, tras multitudinarias manifestaciones, el Primer Ministro dimite, en Rusia, Putin mejor le echa la culpa a los Estados Unidos.
Para el caso mexicano, sin duda el nombre más relevante es el de Juan Armando Hinojosa, accionista de Grupo HIGA. El personaje y su empresa se volvieron mundialmente célebres -curiosamente, gracias a una investigación periodística anterior de Carmen Aristegui y su equipo: “La Casa Blanca de Peña Nieto”.
La investigación desnudaba el conflicto de interés entre el Presidente de México y uno de sus contratistas consentidos. La Secretaría de la Función Pública en manos de Virgilio Andrade hizo una exhaustiva investigación (ajá) que llegó a una conclusión incuestionable: Enrique Peña Nieto es inocente y su comportamiento legal.
En el Gobierno federal todos quedaron contentos, no así la sociedad mexicana que sabe distinguir lo legal de lo correcto.
Desde entonces, Carmen Aristegui perdió su espacio en la radio y el Presidente Peña Nieto navega en los peores niveles de popularidad de la historia. Vaya paradoja, cuando parecía empezaba a recuperarse, aparece otra vez el nombre de HIGA en los #PanamaPapers. Hay quienes, como Raymundo Riva Palacio atreven un fondo geopolítico y la mano del Tío Sam detrás de la filtración y su manejo. Puede ser.
Sin embargo, creo que lo trascendente a partir de ahora será ver cómo actúa nuestro Gobierno federal frente a los hechos. Por sospechoso que sea un movimiento de 100 millones de dólares según la investigación, dudo mucho que las autoridades mexicanas se atrevan a investigar a fondo al amigo del Presidente.
Soy, al igual que muchos, pesimista en ese sentido. Creo que veremos la misma simulación de siempre. Escucharemos que “irán hasta las últimas consecuencias” siempre y cuando “el marco legal y las facultades” se los permitan. O sea, no llegarán a ningún lado y los #PanamaPapers serán una raya más en la deteriorada imagen de nuestro Presidente.
Me pregunto también si los ciudadanos exigiremos de la misma manera que sucedió en Islandia. Si pasaremos de la queja y el insulto en Facebook. Si seguiremos creyendo que con MEME’s cambiaremos el statu quo.
Acaso la lección más valiosa de los #PanamaPapers es una cierta reivindicación del valor que el periodismo tiene para el mundo.
Los resultados de la investigación que del ICIJ nos recuerdan la función social de una profesión que pasa por una de sus peores crisis refundacionales. Mientras que los periódicos quiebran o apenas sobreviven, los #PanamaPapers nos recuerdan que vale la pena seguir buscando alternativas para fortalecer el rol democrático del periodismo.
El mundo debe preguntarse si sabríamos del espionaje de los Estados Unidos de no ser por el periodismo.
Ante la debilidad institucional, los mexicanos debemos preguntarnos: ¿sabríamos de HIGA , la “Casa Blanca” o Tlatlaya de no ser por el periodismo? La respuesta ayuda a recordar que no estamos tan solos.
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