Cuando se aplican las nuevas leyes, joden al vecino

29/03/2016 - 12:01 am
El outsourcing en México ha servido para precarizar más la situación de los trabajadores formales y aumentar el número de ciudadanos en la informalidad. Foto: Cuartoscuro.
El outsourcing en México ha servido para precarizar más la situación de los trabajadores formales y aumentar el número de ciudadanos en la informalidad. Foto: Cuartoscuro.

En el extranjero se dice que México legisla cambios muy fácilmente pero no los lleva a la práctica, aunque cuando los hace funcionar los convierte en verdaderas navajas contra los débiles.

¿Qué ha pasado con las reformas laborales, específicamente el outsourcing? Desde la mejor interpretación gubernamental, el objetivo de esta figura era facilitar la instalación y operación de nuevas empresas, aliviándoles el peso de las cargas administrativas.

Se formarían empresas especializadas en contratar empleados y administrar su carga documental, el cumplimiento de las disposiciones fiscales y las prestaciones generales para que una nueva empresa pudiera funcionar sin esos contrapesos que muchas veces les impiden despegar rápidamente, mientras la administradora de personal garantizaría seguridad laboral, cumplimiento de las leyes del trabajo y prestaciones satisfactorias para que los trabajadores estén tranquilos y mejorando su desempeño.

La idea no es mala, pero como las ofertas de mejoría social de la globalización, solo fue un mito al ser dominada por el frío pago al contado y la sed de ganancia creciente; el outsourcing en México ha servido para precarizar más la situación de los trabajadores formales y aumentar el número de ciudadanos en la informalidad.

Un caso concreto, el señor Ríos, buscando trabajo, encontró la maquiladora Empaques y Servicios S.A. de C.V. donde laboran unos 100 varones, a diferencia de la mayoría de las maquiladoras en Ciudad Juárez que emplea un alto porcentaje de mujeres. Sus clientes más frecuentes son la Ford Motor Co., Lightning Automotive Co. y Smurfit Kappa, compañías muy destacadas en Estados Unidos.

Fue enviado a una oficina donde firmó un contrato y una carta de no responsabilidad con la fábrica de empaques, y lo regresaron a trabajar. Cada semana llegaba un empleado de la firma intermediaria y le pagaba su salario a él y otros trabajadores de la planta, que identificaban como empleados de limpieza aunque hacían labores de producción.

El 4 de marzo le ordenaron ayudar en la descarga de una caja de tráiler y, cuando estaba arriba, un montacargas la movió y Ríos cayó de espaldas, golpeándose la cabeza con el pavimento; en la clínica más cercana, fue diagnosticado con traumatismo craneoencefálico con hemorragia subaracnoidea y edema cerebral. Duró tres días en emergencia y al mejorar se le comentó a la familia que sería trasladado, aunque en lugar de llevarlo a otra clínica fue abandonado en su domicilio, confiado solo a la atención de su esposa.

Los familiares se entrevistaron con la empresa, donde les informaron que Ríos no estaba contratado por la fábrica sino que era empleado de limpieza y su patrón era el Carlos Villalobos, ellos ignoraban si tenía o no servicio médico en el IMSS.

Al pedir el domicilio del patrón contratista, recibieron una dirección en Chihuahua, a 350 kilómetros del sitio de trabajo.

Han pasado 22 días desde el accidente y la fábrica de empaques se niega siquiera a atender citatorios de la inspectoría del trabajo, argumentando que no tiene ningún vínculo laboral con el trabajador y que no conoce otro domicilio en la ciudad del patrón intermediario.

El problema no sería muy grave ni muy urgente si no estuviera la vida del hombre en riesgo; en el IMSS no lo aceptan porque no está afiliado, así que los familiares le han hecho cooperaciones para darle atención medica en consultorios particulares y convertir las recámaras de su casa en un cuarto de hospital.

A la fecha el joven ya ha perdido la capacidad auditiva del lado izquierdo, y no hay ningún patrón que asuma la responsabilidad del accidente laboral; discutiendo con el gerente de la planta, su última posición fue “él es empleado de un outsourcing y háganle como quieran, que al fin y al cabo mi abogado es el Presidente Municipal”.

Así es como los patrones mexicanos terminaron entendiendo el outsourcing: una forma de evadir toda responsabilidad laboral, pasándosela a una empresa fantasma que los contrata como limpiavidrios y los envía a labores de producción; si hay algún problema el trabajador tendrá que lidiar con ese patrón virtual y mientras tanto el tráfico de influencias y las mordidas a los auditores del IMSS y a los inspectores laborales lo resuelven todo.

Ese es el México profundo de las reformas estructurales, más ricos los millonarios y más pobres los pobres.

Gustavo De la Rosa
Es director del Despacho Obrero y Derechos Humanos desde 1974 y profesor investigador en educacion, de la UACJ en Ciudad Juárez.
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