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Sanjuana Martínez

28/03/2016 - 12:04 am

El miedo de Peña Nieto a Álvarez Icaza

Álvarez Icaza es el símbolo de la lucha por la defensa de los derechos humanos, mientras Peña Nieto es el símbolo de la violación de los derechos humanos en México y de la impunidad endémica que cubre a los servidores públicos, gobernadores, policías, militares y marinos que los violan.

Peña Nieto es la oscuridad, Álvarez Icaza la luz. Foto: Cuartoscuro.
Peña Nieto es la oscuridad, Álvarez Icaza la luz. Foto: Cuartoscuro.

La averiguación previa abierta por la Unidad Especializada en Investigación de Delitos Fiscales y Financieros de la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delitos Federales, contra Emilio Álvarez Icaza es un ataque directo del Presidente Enrique Peña Nieto contra los defensores de derechos humanos.

Y también, es una muestra del miedo que Peña Nieto le tiene al secretario ejecutivo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y a su extraordinario y riguroso trabajo sobre nuestro país.

Álvarez Icaza es el símbolo de la lucha por la defensa de los derechos humanos, mientras Peña Nieto es el símbolo de la violación de los derechos humanos en México y de la impunidad endémica que cubre a los servidores públicos, gobernadores, policías, militares y marinos que los violan.

Nunca antes nuestro país había estado sumido en tan severa y profunda crisis institucional en torno a los derechos humanos. Esta grave situación ha generado una cadena interminable de sufrimiento a los mexicanos.

El México gobernado por Peña Nieto, se ha convertido en el paraíso de la tortura, la desaparición forzada y las ejecuciones extrajudiciales. La impunidad es la constante y sigue invitando a la repetición del delito.

El México gobernado por Peña Nieto se ha convertido en el país de las matanzas y desapariciones masivas. Los nombres de Tlatlaya, Ayotzinapa, Apatzingán, y Tanhuato en tan solo 15 meses, nos remiten a un escenario generalizado de servidores públicos con licencia para matar y desaparecer.

El gobierno de Peña Nieto se ha destacado por las medias verdades y mentiras sobre estas tragedias. Por ocultar, simular y manipular los procesos judiciales. Por bloquear el acceso a la justicia para las víctimas. Por el desprecio a la vida. Por la indolencia ante el dolor de los padres y madres que buscan y lloran a sus hijos. Por la falta de asistencia económica, psicológica y social a las víctimas.

A Peña Nieto no le importan los derechos humanos, mucho menos el acceso a la justicia de las miles y miles de víctimas. Tampoco parece importarle el derecho a la verdad de los mexicanos.

Pero hay ciudadanos a quienes sí les importa la defensa de esos derechos humanos vulnerados flagrantemente en México. Ciudadanos que están dispuestos a arriesgarlo todo, incluso su vida porque están comprometidos con la justicia y la verdad como Emilio Álvarez Icaza, hijo de Don José Álvarez Icaza y Doña Luz Longoria, impulsadores del movimiento familiar cristiano y fundadores del Centro Nacional de Comunicación Social (Cencos).

La calidad moral y ética de Emilio está sobre todas las cosas. Su grandeza humana rebasa con creces la pequeñez y la mezquindad de algunos políticos y funcionarios públicos que ahora lo quieren linchar y procesar por delitos inexistentes, por el delirio fascista de algunos miembros del gabinete peñista.

Hay que decirlo claro: la averiguación previa abierta contra Álvarez Icaza es una venganza de Peña Nieto por el demoledor informe de la CIDH sobre los derechos humanos en México, un informe que sólo dice la verdad, un informe debidamente documentado, un informe serio y riguroso que detalla los delitos deleznables cometidos por servidores públicos, policías, militares y marinos como ejecuciones extrajudiciales, tortura y desapariciones forzadas.

A Peña Nieto y su séquito les molesta que en el exterior se conozcan las fechorías cometidas por sus servidores públicos. Les molesta que se sepa que el crimen de Ayotzinapa es el claro ejemplo de la connivencia de los agentes del estado con el crimen organizado. Les preocupa quedar exhibidos como unos simuladores, como un gobierno que tolera los crímenes de Estado y que ha optado por la impunidad; un gobierno que firma todos los tratados internacionales de derechos humanos para quedar bien, pero que internamente no los respeta. Les indigna que en el exterior vean que en México no existe el delito de ejecución extrajudicial, ni servidor público importante detenido por el crimen de tortura o desaparición forzada.

Y les molesta, no porque les interese el bienestar de los mexicanos. A Enrique Peña Nieto le molesta el informe de la CIDH porque ya no podrá firmar convenios internacionales con otros países que exijan respeto a los derechos humanos. La posibilidad de negocios se reduce así para los buitres que componen nuestra corrupta e impune clase política.

Peña Nieto es hombre de venganzas. Para demostrarlo allí esta la última, la remoción de Emilio Rabasa como embajador de México ante la Organización de Estados Americanos (OEA) y su traslado al consulado de Boston, en respuesta a su respaldo al informe de la CIDH.

Las venganzas de Peña Nieto demuestran solamente su miedo, particularmente porque sabe que pronto México contara con el conocimiento y entrega de Álvarez Icaza en la observación de derechos humanos.

Emilio ya anuncio que no buscará reelegirse en su cargo de la CIDH. ¿Y saben por qué? Por amor a México. A él le duele su país, le duele esta crisis inmensa de derechos humanos que estamos padeciendo, le duele la indiferencia del grueso de la sociedad mexicana ante los horrores cometidos por el Estado.

Su carta donde da a conocer sus razones para no buscar la reelección es un hermoso testimonio de amor a México y a sus hermanos mexicanos: “Las visitas que hemos realizado recientemente y el seguimiento de lo que sucede en mi patria me interpela con fuerza. Mi país me duele profundamente. Quiero dedicar mis esfuerzos y capacidades a trabajar directa y cercanamente para transformar la crisis de derechos humanos que ahí se vive. Si bien la CIDH me brinda una oportunidad privilegiada de trabajar también por la gente de México, la grave situación que se vive me exige una prioridad en mi tiempo y agenda. Lo que veo y siento en mi país me ha hecho pensar que es mi obligación ética hacer lo que está a mi alcance por transformar esa situación”.

Emilio Álvarez Icaza afortunadamente volverá a México. Esa noticia le preocupa a Peña Nieto, le provoca miedo y por ello ha iniciado una embestida contra él, pero no ha medido su fuerza. Álvarez Icaza tiene el apoyo de las organizaciones civiles y de cientos, miles de personas que conocen su intachable trabajo.

Peña Nieto es la oscuridad, Álvarez Icaza la luz. ¿A alguien le queda alguna duda?

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Sanjuana Martínez
Es periodista especializada en cobertura de crimen organizado.

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