Sal: asesino oculto en ultraprocesados

01/03/2016 - 12:04 am
La OMS recomienda, con base en evidencia científica, que los adultos consuman menos de 5 gramos de sal (equivalentes a 2 gramos de sodio) al día. Foto: Cuartoscuro.
La OMS recomienda, con base en evidencia científica, que los adultos consuman menos de 5 gramos de sal (equivalentes a 2 gramos de sodio) al día. Foto: Cuartoscuro.

En un mundo de cambios acelerados se requiere de políticas ágiles y eficientes para regular un entorno que es modificado por nuevas tecnologías y productos que pueden generar severos daños a la sociedad. Las políticas ágiles sólo pueden venir de políticos expertos y ágiles, libres de conflicto de interés. Uno de esos procesos acelerados que han modificado el ambiente es el cambio en nuestra alimentación y con ello el aumento desbordado en la ingesta, principalmente, de azúcar y sal, con el desplazamiento de la alimentación más tradicional y menos procesada por alimentos ultraprocesados.

México se encuentra entre los países del mundo con mayor proporción de personas que viven con hipertensión, los más afectados son adultos con obesidad (42.3 por ciento) y con diabetes (65.6 por ciento). Este padecimiento aumenta el riesgo de muerte por enfermedades cardiovasculares como infartos y accidentes cerebrovasculares y fallas renales. Vale la pena mencionar que la principal causa de muerte en el país son las enfermedades cardiovasculares, que provocaron más de 145 mil muertes en 2013. Existen estudios realizados en el Instituto Nacional de Salud Pública que demuestran que, si el consumo de sodio se redujera en dos gramos al día, como lo indica la recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se podrían salvar 17 mil vidas cada año en el país

La OMS recomienda, con base en evidencia científica, que los adultos consuman menos de 5 gramos de sal (equivalentes a 2 gramos de sodio) al día. Sin embargo, en México se consume hasta más del doble de esta cantidad (4.4 gramos de sodio u 11 gramos de sal al día). Uno de los principales problemas asociados al consumo de sal es que se encuentra oculta en la mayoría de los productos ultraprocesados, incluyendo la comida rápida. De hecho, se estima que una gran parte del sodio que consumimos proviene de alimentos que no se preparan en casa. En Estados Unidos esta cifra es de 75 por ciento y los principales alimentos que aportan el exceso de sodio a su población son: el pan, los embutidos, la pizza y las hamburguesas, las sopas o caldos concentrados, el queso, las botanas y los platillos de carnes y pastas, así como muchos otros productos que pensaríamos no contienen altos contenidos de sal.

Debido a que México es uno de los más grandes consumidores de productos ultraprocesados en América Latina, como lo mostró la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en una publicación reciente, es importante que se formulen políticas para desincentivar el consumo de estos productos y fomentar el de alimentos menos procesados, revalorizando los alimentos de la región ya que con ello se disminuiría el consumo de sodio y podrían salvarse miles de vidas.

Tal y como se ha visto para el caso del azúcar, la industria alimentaria no reconoce la evidencia científica que muestra el papel que tiene el alto consumo de sodio en la salud. Dado que la mayoría de la sal que consumen las poblaciones proviene de los productos ultraprocesados, algunas empresas han adoptado medidas desesperadas para evitar que los gobiernos tomen medidas para reducir el consumo de sodio. En lugar de reformular sus productos y así salvar vidas, la industria cabildea, se niega a la cooperación e intenta desacreditar la evidencia. Hay que recordar que, junto con el azúcar, el sodio es un importante elemento de sabor en los productos utraprocesados, que bien podría sustituirse con otros ingredientes reales pero eso sale más caro y disminuyen las ganancias. Además de utilizar sal como tal, otro ingrediente que utiliza la industria y que le agrega bastante sodio a la dieta es el glutamato monosódico, bastante común en botanas saladas y platillos listos para consumir. Este compuesto, además, inhibe la saciedad, ocasionando que las personas deseen consumir más y más cantidad del producto.

De acuerdo a informes realizados por la OMS/OPS, en México algunos productos de grandes empresas alimentarias contienen más sodio que los mismos productos comercializados en otros países. De ahí, la importancia de formular políticas nacionales y fortalecer con otras medidas como un etiquetado donde verdaderamente el consumidor obtenga información real que ayude a tomar buenas decisiones a favor de su salud, particularmente porque muchos productos altos en sal no tienen un sabor particularmente salado como lo son los panes y las sopas en sobre o latas. En la actualidad, el etiquetado frontal en bebidas y alimentos no permite tomar una decisión informada respecto al consumo de sodio ya que no advierte de manera sencilla y entendible para el consumidor si un producto tiene una cantidad excesiva de sodio ni tampoco se obliga a las grandes cadenas de restaurantes a mostrar esta información.

La Acción Latino-Americana de Sal y Salud recuerda que “todos tenemos la responsabilidad de leer las etiquetas nutrimentales y elegir los alimentos con menos sal, pero es necesario obligar a la industria alimentaria proporcionarnos más opciones bajas en sal, sin hacerlas más costosas”.

Estas cadenas comercializan productos con altas cantidades de sodio que incluso rebasan la recomendación diaria para todo un día. Así, por ejemplo, un “desayuno mexicano” en McDonald´s, que consta de carne, molletes y huevo, contiene 2361 miligramos de sodio, que corresponde al 118 por ciento de la recomendación máxima al día establecida por la OMS, mientras que una hamburguesa de la misma empresa puede llegar a tener hasta 1829 mg de sodio, valor muy cercano a la recomendación diaria.

Aquí es importante poner particular atención en las y los niños. Se estima que los niños que consumen dietas altas en sodio tienen 35 por ciento veces más probabilidad de tener presión arterial alta que los niños que consumieron dietas más bajas en sodio. Esto representa un riesgo no solo para su salud cardiovascular sino también impacta la salud de sus huesos, cerebro, estómago y riñones. En México los niños consumen productos industrializados desde edades tempranas que como en el caso del azúcar, modifican sus percepciones sensoriales, generando gustos por alimentos altamente dulces y salados, mermando el consumo de alimentos más saludables como las verduras y frijoles, entre otros.

Puesto que la reducción de sal es una de las medidas de salud pública más costo-efectivas, se tiene la posibilidad de que los países unan esfuerzos para salvar miles de vidas en los próximos años. De hecho, estudios realizados en Canadá estimaron que con reducir el consumo de sodio en un 10 por ciento cada año en 18 países de la Región de América Latina, se podrían prevenir hasta 593 mil eventos cardiovasculares y salvar alrededor de 54 mil vidas.

Bajo este impulso es que México forma parte de un grupo de países de la Región que se comprometió a implementar una estrategia para reducir el consumo de sal en las que se establecieron metas para el año 2020, sin embargo, para nuestro país estas metas son exclusivamente voluntarias, a diferencia de Argentina en donde la Ley obliga a la industria alimentaria a reducir la sal en sus productos, requiere un etiquetado que advierta los riesgos de excederse en el consumo de sal, limita el tamaño de los paquetes de sal y establece sancionar por violar la normatividad

En el año 2013, la OMS publicó las directrices de ingesta de sodio en adultos y niños, dentro de las cuales se menciona como uno de sus objetivos ser “útiles para diseñar medidas destinadas a reducir el consumo de sodio mediante intervenciones de salud pública”, como el etiquetado de alimentos y otros productos, la educación del consumidor o el establecimiento de guías alimentarias basadas en los alimentos”.

Dado que desde hace unas décadas vivimos una transición epidemiológica y la mayoría de la población en los países de medios y altos ingresos muere por enfermedades crónico-degenerativas, resulta importante actuar preventivamente y buscar formas de que la alimentación transite a menores contenidos de sodio, azúcares añadidos y grasas

El óptimo estado de salud y nutrición de la población requiere de políticas complementarias que en su conjunto permitirán mejorar la calidad de vida y evitar muertes prematuras. El consumo de agua, de alimentos menos procesados y la revalorización de las dietas tradicionales permitiría prevenir e incluso controlar las enfermedades que más le cuestan al país: diabetes y enfermedades cardiovasculares.

Para ello necesitamos políticas ágiles y comprometidas elaboradas por políticos expertos ágiles y comprometidos, libres de conflicto de interés. Son este tipo de expertos y políticos los que están generando cambios importantes en el mundo en beneficio de la salud pública. Los demás, sólo están sumiendo a sus naciones en una epidemia que se está llevando entre los pies a las finanzas públicas y el futuro de sus poblaciones.

-Con la colaboración de la Fiorella Espinoza

Alejandro Calvillo
Sociólogo con estudios en filosofía (Universidad de Barcelona) y en medio ambiente y desarrollo sustentable (El Colegio de México). Director de El Poder del Consumidor. Formó parte del grupo fundador de Greenpeace México donde laboró en total 12 años, cinco como director ejecutivo, trabajando temas de contaminación atmosférica y cambio climático. Es miembro de la Comisión de Obesidad de la revista The Lancet. Forma parte del consejo editorial de World Obesity organo de la World Publich Health Nutrition Association. Reconocido por la organización internacional Ashoka como emprendedor social. Ha sido invitado a colaborar con la Organización Panamericana de la Salud dentro del grupo de expertos para la regulación de la publicidad de alimentos y bebidas dirigida a la infancia. Ha participado como ponente en conferencias organizadas por los ministerios de salud de Puerto Rico, El Salvador, Ecuador, Chile, así como por el Congreso de Perú. el foro Internacional EAT, la Obesity Society, entre otros.
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