Inmóviles

09/02/2016 - 12:05 am
Los casos de corrupción, de impunidad, de violencia son tantos que nos vemos abrumados. Foto: Cuartoscuro.
Los casos de corrupción, de impunidad, de violencia son tantos que nos vemos abrumados. Foto: Cuartoscuro.

Vivimos en una profunda perplejidad ante el proceso de deterioro político y social de nuestro país. Pero existe una perplejidad mayor que es la que experimentamos ante nuestra propia incapacidad de reacción organizada frente a la descomposición de nuestro país. Los índices internacionales nos ubican en los primeros lugares de corrupción, de impunidad, de desigualdad y de violencia en el mundo. Y sin embargo, no tenemos a ningún político importante procesado y si cientos y miles de casos de denuncias de corrupción, de robo del erario público, de endeudamientos y enriquecimientos inexplicables, de contubernios con empresas para la asignación de multimillonarios proyectos, etc, etc.

Los casos de corrupción, de impunidad, de violencia son tantos que nos vemos abrumados. El descontento es generalizado al igual que el descrédito de los políticos y sus partidos. Sin embargo, no hemos tenido capacidad de responder, como sociedad, de manera coordinada.

Miles y cientos de miles de personas a lo largo del país actúan en la defensa del medio ambiente, de los derechos humanos, de los laborales, de los consumidores, en la defensa de sus comunidades, de su seguridad, contra la violencia, etc., se encuentran, nos encontramos, abrumados con los problemas que enfrentamos. En todos los casos nos confrontamos con lo mismo: la corrupción, la impunidad y las políticas diseñadas no para dar servicio a la población, sino para beneficiar a los intereses económicos, políticos y criminales.

Hemos tejido redes entre organizaciones sociales que trabajamos en diversas áreas para darnos apoyo mutuo. Y puedo decir que existe ese apoyo, esa construcción de lazos en México que en algunos otros países de la región son difíciles de edificar. Sin embargo, los diversos movimientos, las organizaciones civiles, no hemos encontrado la manera de dar el salto para cambiar las tendencias de descomposición en nuestro país, enfrentamos cotidianamente asuntos trascendentes pero no damos un salto para ir más allá, para enfrentar estos casos de corrupción e impunidad que se estrellan uno tras otro contra nuestros rostros.

La transición democrática que esperábamos comenzara en el 2000 quedó en ciernes e, incluso, en lo poco que había avanzado, ha retrocedido en los últimos años.

El propio poder empresarial ha sido víctima del deterioro que vive el país, especialmente en materia de violencia. Ha sido víctima de la extorsión del crimen organizado y, las pequeñas empresas, de la extorsión de los funcionarios. Sin embargo, un grupo poderoso de empresas evalúan más los beneficios que les da el sistema que los males que les genera, el sistema las ha favorecido, les ha abierto las puertas para que ellas pongan las reglas, se han beneficiado por las puertas giratorias llevando a su gente, a sus aliados, a puestos claves en el gobierno. Permisos ilegales, normas a modo, condonación de impuestos, control de mercados, a ellos se les ha permitido casi todo. El contubernio es tal que los contornos se pierden y ya no se sabe dónde empieza el poder empresarial y donde el político, quién sirve a quién, normalmente el segundo al primero, especialmente cuando se trata de las grandes corporaciones transnacionales.

Como sociedad, no vemos claro cómo hacer frente a esta avalancha de escándalos de corrupción, de impunidad, de crímenes, de deterioro de las condiciones de vida de la mayor parte de la población, mientras aumenta la riqueza de una pequeña minoría. Los casos son tantos que no sabemos a dónde mirar, sólo sentimos y sufrimos la descomposición que va desde la “alta” política hasta el barrio, hasta nuestro entorno inmediato.

A pesar de todas las luchas que se llevan a cabo en este momento a lo largo y ancho de nuestro país no logramos pasar a ese ámbito más general que rompa con el cerco de la impunidad y el conflicto de interés que está en el corazón de muchos de estos problemas.

Será que es necesario que nos pongamos de acuerdo en tomar un caso ejemplar para empezar y dirigir nuestra energía a él para romper por primera vez el pacto de impunidad que reproduce y fortalece la corrupción

Empezar por un caso de corrupción e impunidad. Ejemplos, sabemos, nos sobran.

Alejandro Calvillo
Sociólogo con estudios en filosofía (Universidad de Barcelona) y en medio ambiente y desarrollo sustentable (El Colegio de México). Director de El Poder del Consumidor. Formó parte del grupo fundador de Greenpeace México donde laboró en total 12 años, cinco como director ejecutivo, trabajando temas de contaminación atmosférica y cambio climático. Es miembro de la Comisión de Obesidad de la revista The Lancet. Forma parte del consejo editorial de World Obesity organo de la World Publich Health Nutrition Association. Reconocido por la organización internacional Ashoka como emprendedor social. Ha sido invitado a colaborar con la Organización Panamericana de la Salud dentro del grupo de expertos para la regulación de la publicidad de alimentos y bebidas dirigida a la infancia. Ha participado como ponente en conferencias organizadas por los ministerios de salud de Puerto Rico, El Salvador, Ecuador, Chile, así como por el Congreso de Perú. el foro Internacional EAT, la Obesity Society, entre otros.
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