Adrián López Ortiz
21/01/2016 - 12:02 am
¡Es la corrupción Presidente!
Sabemos que la corrupción se combate con voluntad. También sabemos que nuestras instituciones tienen la capacidad que se requiere cuando existe esa voluntad. Ahí está el caso de “El Chapo” Guzmán recapturado gracias al empeño y coordinación institucional que hizo falta para mantenerlo encerrado.
Pasada la cruda chapológica, conviene voltear al Caso Moreira. Ver a un ex presidente del PRI, tan cercano al Presidente actual, sometido a proceso judicial es sin duda una buena noticia. La mala noticia es que sea en España.
Jorge Castañeda lo explicaba muy bien en su columna de esta semana: la detención de Moreira es un verdadero precedente para la vida pública nacional. En especial en lo que a aplicación de justicia se refiere.
Y a reserva de que hasta mañana sabremos el verdadero destino legal de Humberto Moreira por los diversos delitos que se le acusan. Si será encarcelado y sometido a proceso durante un año, o si podrá cursarlo en libertad: la posibilidad es salir bajo fianza o recibir una sentencia que ronda los cinco o seis años de cárcel por apenas 200 mil euros.
El problema, otra vez, es que el precedente de justicia viene de fuera. En esta ocasión de España, pero ya en ocasiones anteriores ha surgido de los Estados Unidos respecto de otros casos de corrupción como Wal Mart o HSBC.
También lo decía bien el The Economist en su edición más reciente: que bueno que el Presidente logró capturar a “El Chapo” Guzmán y enmendar el terrible error de su segunda fuga, ahora tendrá tiempo para empezar a castigar la corrupción que impera en México.
La pregunta entonces no es cuando acabaremos con ese mal que Peña Nieto considera “cultural”, sino cuando empezará el Presidente a combatirlo con seriedad.
Alguna vez le escuche decir a Manuel Clouthier, Diputado independiente, que en México los políticos corruptos solo van a la cárcel por venganza y nunca por justicia. El caso de Elba Esther Gordillo parece confirmar esa premisa: La Maestra le faltó al respeto al Presidente y lo pagó caro. Lo mismo hizo Joaquín Guzmán, ahora humillado en El Altiplano.
Igual aplica sobre la presión que existe en Sonora con el caso del ex Gobernador Guillermo Padrés. Por eso Jaime Rodríguez "El Bronco" tiene una oportunidad de oro si logra armarle un expediente preciso y contundente al ex Gobernador Rodrigo Medina, acusado públicamente de enriquecimiento ilícito y tráfico de influencias.
Sobra decir que los mexicanos estamos hartos y cansados de la impunidad y la corrupción. No necesitamos más diagnósticos al respecto, lo que urge son soluciones y esas solo pueden venir de la voluntad política de nuestros gobernantes para aplicar las leyes que ya tenemos; así como de los legisladores para diseñar mejores marcos normativos y asignar recursos en ese sentido.
En suma, sabemos que la corrupción se combate con voluntad. También sabemos que nuestras instituciones tienen la capacidad que se requiere cuando existe esa voluntad. Ahí está el caso de “El Chapo” Guzmán recapturado gracias al empeño y coordinación institucional que hizo falta para mantenerlo encerrado.
Por eso es justo y válido el reclamo nacional actual: queremos ver la misma inteligencia fiscal, la misma persistencia institucional, para el Caso Moreira que para el Caso Guzmán-Del Castillo.
No necesitamos seguir en el show mediático que ha convertido la filtración gubernamental en la nueva política de comunicación social de la Presidencia. Criminalizar a priori a Kate del Castillo y violar los derechos humanos de Joaquín Guzmán Loera, por delincuente que sea, no construye justicia; al contrario, la deteriora. Los abogados lo saben.
2016 es año electoral. También será un año complicado en lo económico. Debido al estancamiento de China, el bajo precio del petróleo y las materias primas, así como el dólar en máximos históricos, todos los informes revisan los pronósticos de crecimiento mundial a la baja. Para América Latina el escenario es todavía más complicado gracias a las recesiones de Venezuela y Brasil. En esa turbulencia, México es afortunado: nuestra macroeconomía brinda la estabilidad necesaria para aspirar a crecer al menos como ya lo hicimos en 2015 (de 2.5 a 3.0 por ciento del PIB). Todo esto significa que los beneficios de las Reformas Estructurales irán llegando. Sí, pero a cuentagotas.
Por eso si el Presidente quiere mantener al PRI en el poder en los procesos electorales que vienen, necesita mandar mensajes en el sentido correcto y el único margen de maniobra que la coyuntura le brinda es en el ámbito interno: la estimulación responsable del mercado doméstico y la construcción institucional con ejes transversales de transparencia, aplicación de justicia y rendición de cuentas.
Contrario a lo que ambicionaron siempre, el grupo actual en el poder puede hacer que su legado sea más político que económico. Si se enfocan en la construcción de un verdadero estado de derecho los beneficios serán más sólidos y duraderos.
Pero insisto, para eso se requiere una visión más allá del grupúsculo en el poder y una voluntad a prueba de todo.
Podemos desanimarnos. La “Casa Blanca” nos recuerda a diario que la corrupción habita en el hogar del Presidente y la Primera Dama. La irresponsabilidad en el manejo de la deuda federal empieza a ser un dato preocupante y el discurso presidencial no deja ver un cambio de estrategia política.
Pero también podemos ir a contracorriente y exigirle a nuestros gobernantes actuales que empiecen a mostrar esa voluntad cuanto antes. Nos urge ver a los corruptos bajo proceso y reducir la cifra de impunidad que supera el 90 por ciento. El Congreso de Coahuila ha pedido una investigación especial sobre el Caso Moreira. Un primer paso que merece el beneficio de la duda.
Podemos empezar a exigir de muchas maneras por la vía mediática y jurídica. Como sociedad civil hay que repetirle al Presidente, Gobernadores, Alcaldes y Legisladores que no es para cuando ellos quieran, sino que ya no estamos dispuestos a esperar.
Peña Nieto tiene ahora la posibilidad de atender la exigencia que ya es un consenso nacional e internacional. Un grito sostenido desde hace meses en la conversación pública como la raíz de muchos de nuestros males. Un reclamo urgente: “Es la corrupción Presidente. Es la corrupción”. Usted decide.
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