Después de semanas de jaloneos y negociaciones, el domingo pasado tuvo lugar la consulta sobre el Corredor Cultural Chapultepec. Ganó rotundamente con los votos contados el “no”. ¿Cómo deberíamos entender esto, antes de ponernos a celebrar?
El resultado de la consulta fue una victoria de los grupos organizados por el “no”. Su presencia fue tal que mostraron el poder de boicot que tendrían si el Gobierno del Distrito Federal hubiese decidido llevar adelante la obra. Si entendemos que toda conquista por la apertura y la participación es resultado de la presión de la ciudadanía contra el poder, ciertamente esta fue una victoria.
Sin embargo no sería conveniente clasificar esto como un triunfo de la ciudadanía. Participó menos del 5 por ciento del padrón electoral de la Cuauhtémoc, lo cual significa que al 95 por ciento de los consultados les era indiferente este proyecto, sea para bien o para mal.
¿Deberían los resultados de esta consulta considerarse vinculantes? La respuesta es ambigua. No deberían serlo si consideramos que este tipo de mecanismos requieren de una participación más amplia para tener la legitimidad democrática. Es el mismo caso de elecciones que tienen menos del 40 por ciento de participación, de tal forma que menos del 20 por ciento decide un cargo. Sin embargo se consideró vinculante por lo rotundo del rechazo.
Los resultados de la consulta demuestran que hay grupos bien organizados, que en las semanas que tuvieron hicieron una excelente campaña de comunicación política. Sin embargo también retrata de cuerpo entero a una ciudadanía indiferente, y no me atrevería a decir que por apatía. ¿Qué se hizo para involucrar a los vecinos cuando el Corredor Cultural era un proyecto, aparte de mamparas de divulgación? ¿Cuál fue la capacidad de los grupos que se opusieron de capturar la imaginación de esos mismos vecinos? Algo no se está diciendo bien de parte de gobierno y organizaciones, pues no se está inspirando a quienes deberían mostrar interés.
Existen innumerables proyectos de urbanistas, arquitectos, ciclistas, peatones y ciudadanos para mejorar la ciudad. Algunos, como el rescate del río la Piedad incluso son fabulosos y nos ayudan a imaginar una ciudad distinta. Sobran ideas y talentos. Abundan los “qué” y nos faltan los “cómo”.
Esperemos que el ejercicio del domingo pasado ayude a que ellos y el gobierno busquen mejores puentes de interlocución, abran procesos de planeación y sobre todo, mejoren la forma de seducir al ciudadano de a pie. La consulta fue un logro, cierto, pero falta para hablar de participación ciudadana.
