¿Qué es una actitud ejemplar y digna de ser premiada? Eso depende en gran medida de los criterios que establezca quién tenga la atribución de decidir. Y si hablamos de un órgano que está hecho para tomar decisiones de carácter político, el dictamen que emitan será todavía más controversial.
Por lo anterior sería conveniente juzgar a quienes son galardonados por un premio que otorga el Estado según dos elementos: el ejemplo que representa el galardonado y el punto de acuerdo político que representa. ¿Va a quedar contenta la ciudadanía con esa decisión? No todos, y a decir verdad la oposición va a estar reducida a un grupo reducido que siempre se quejará de oficio. La tarea de cada uno de nosotros es, si nos interesa y deseamos no ser carne de cañón de alguno u otro bando, ir más allá de la palabrería.
Hace unos días el Senado de la República decidió entregar la Medalla Belisario Domínguez al empresario Raúl Bailleres. Aunque la progresía se apresuró a rasgarse las vestimentas, no es la primera vez que se otorga este reconocimiento a un personaje del sector privado: en 2005 se otorgó a Gilberto Borja Navarrete, ingeniero civil y cabeza de la compañía ICA. Soy egresado del ITAM, así que mi opinión puede estar sesgada para dar un juicio asertivo sobre la persona. Sin embargo quisiera hablar sobre la importancia de reconocer a gente emprendedora.
Antes de empezar, un poco de memoria. ¿alguien sabe quiénes han sido reconocidos con esta medalla? ¿Tienen idea que en 1979 se le otorgó a Fidel Velázquez? ¿Cuántos de ustedes pueden reconocer las aportaciones de quienes han sido galardonados? La lista se encuentra aquí: http://www.belisariodominguez.senado.gob.mx/medalla/?page_id=815.
Por décadas la Medalla Belisario Domínguez fue otorgada según el criterio de un partido que tenía la mayoría de los asientos del Senado: el PRI. Bajo ese lente se pueden leer nombramientos de políticos de los que hoy apenas se recuerdan, junto con personas con merito propio como Gerardo Murillo (Dr. Atl) (1956), Jaime Torres Bodet (1971) o Rufino Tamayo (1988).
El punto de quiebre tuvo lugar en 1997, con el crecimiento de la oposición en el Senado. Gracias a ello el reparto se hizo de manera no escrita según lo que decidiese el tricolor, el PAN y el PRD. Y con ello se comenzó a reflejar la crisis de próceres partidistas y la modalidad de entrega post mortem. Por ejemplo, el único panista que ha recibido la presea en vida es Luis Héctor Álvarez Álvarez (2010).
¿Por qué es bueno reconocer a un empresario? Porque rompe con las inercias del discurso nacionalista revolucionario, donde se pintaba a los ricos siendo linchados en los murales mientras se permitía la acumulación de capital, principalmente a la sombra del régimen. Esta hipocresía inicial al formó la noción de un pueblo sobre el bienestar, que debía proveerse por el Estado, ya sea porque la Revolución “nos haría justicia” eventualmente, porque “un político pobre es un pobre político” o incluso porque “vivir fuera del presupuesto es vivir en el error”. Para decirlo de otra forma, se nos educó a ser pobres y resignados.
Tan sólo la sobrerreacción de una izquierda que tiene más del viejo PRI que de una mentalidad progresista hace que valga la pena este nombramiento, pues denuda las incongruencias del pensamiento político que se nos inculcó por décadas. Habrá quienes no tienen la capacidad de ir más allá de la queja, pero esperemos que otros cuestionen.
Ahora bien, si de verdad queremos usar la Medalla Belisario Domínguez para poner el tema de la relevancia de la libre empresa y la iniciativa del individuo sobre la mesa, me atrevo a sugerir que se premie a Gabriel Zaid: no es protagónico, y en este momento hace falta leer más su obra.
