Por Miguel Moguel.
Este sábado 26 de septiembre tuvo lugar una gran marcha en la Ciudad de México para conmemorar un año de la desaparición de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, Guerrero. La fecha, por demás simbólica para una multiplicidad de movimientos sociales –o simplemente ciudadanos tanto a nivel nacional como global–, nos trae de nueva cuenta el recuerdo de aquella consigna de que sin importar quién ni dónde, todas y todos #SomosAyotzinapa.
Sin importar edad, nacionalidad, opción política, religiosa o preferencia sexual, nos convocó la firme convicción de negarnos a naturalizar la situación de violencia por la que atraviesa nuestro país pero también, de acompañar y hacer realidad la exigencia de verdad y de justicia para las víctimas y familiares de estos 43 estudiantes (y de los miles de mexicanos que también, como ellos, se encuentran actualmente desaparecidos).
Es probable que, ante esta realidad a la que nos enfrentamos, nos invada el más profundo pesimismo. Sin embargo, tal como algún día le escuché decir a una de las madres de la Plaza de Mayo: ¡Hay que mirarla con voluntad! pero también –añadió categórica– con esperanza.
Vera hablaba en esa ocasión de la ‘esperanza’ desde el horizonte Habermasiano. De aquella que yace en cada una de nosotras y que proyectamos sobre la realidad del mundo con nuestras acciones y decisiones de transformarla. La realidad siempre terminará siendo pesimista si la miramos sólo con la razón, pero si nos atrevemos a mirarla de una forma distinta, podemos ser “moderadamente optimistas y continuar la lucha por transformarla”. [1]
El sábado dejamos claro a lo largo de nuestro recorrido, que lo nuestro, nace del dolor y de la indignación. Brota de un deseo legítimo de gritar #Justicia y #Verdad en nombre de los 43 estudiantes de Ayotzinapa y de los miles –y miles– de mexicanas y mexicanos desaparecidos.
– ¡No somos ni héroes ni heroínas!– Lo nuestro no es otra cosa que el testimonio de nuestra militancia en memoria de tantos y tantas que hoy ya no nos acompañan. Lo nuestro es rabia. Es un enojo grande que por hoy, busca romper el silencio y acabar con la mentira que le rodea. Esta realidad –por dura y difícil que parezca–, es la que nos toca y la que queremos transformar y por tanto, nos rehusamos a conformarnos a vivir agazapados por el silencio y el pavor de enfrentar nuestros propios miedos.
Coincido en que el futuro, además de incierto, se plantea sombrío. Sin embargo, al igual que en aquella cita de Chesterton la noche previa a la batalla, confío en que en medio de esta oscuridad, sacaremos fuerzas y venceremos. [2]
[1] Vera Jarach, integrante de la agrupación Madres de Plaza de Mayo –Línea Fundadora–. Durante el Coloquio de derechos humanos en Sao Paulo, Brasil, junio de 2015.
[2] "And this is the word of Mary, the word of the world's desire ‘No more of comfort shall ye get, save that the sky grows darker yet and the sea rises higher". G.K. Chesterton (1911). The ballad of the White Horse: Book II. The gathering of the Chiefs.