Lo que vemos en Siria es un escenario que se prevé esté ocurriendo cada vez más, de forma más aguda y extendida, en varias regiones del plantea. Escenarios donde se conjuntan severas crisis climáticas con procesos de descomposición política. Los sirios no sólo son refugiados por causas políticas, lo son por causas climáticas. Los desastres climáticos que en regiones significan falta de acceso a agua y a alimentos son fermento de grandes desastres políticos. La inestabilidad política, las guerras internas y los extremismos tienen su mejor levadura en la sed y el hambre.
Entre 2006 y 2011, Siria sufrió la mayor sequía de toda su historia que afecto al 60 por ciento de su territorio. Se estima que el 75 por ciento de los campesinos perdieron sus cosechas y el 85 por ciento del ganado no sobrevivió. El éxodo del campo a las ciudades fue masivo, cerca de un millón de personas en un país de poco más de 20.
La sequía continuó con menor severidad, sin embargo, como lo reporta FAO a fines de 2014: “un importante déficit de lluvias de entre el 55 al 85 por ciento en algunas zonas -a partir de octubre de 2013 hasta finales de abril de 2014-, mantuvo las precipitaciones acumuladas muy por debajo de la media estacional, afectando en gran medida las proyecciones de rendimiento de los cultivos y las condiciones de los pastizales en extensas áreas agrícolas en el noroeste de el país”.
FAO señalaba: “Está previsto que las condiciones meteorológicas cambiantes, junto con el impacto del conflicto, amplíen la brecha entre la producción local y las necesidades domésticas de alimentos para este año, lo que supondrá una subida de los precios alimentarios, la pérdida de empleo y perturbaciones en los mercados y las actividades comerciales”.
Las tensiones alrededor del agua, la tierra y los alimentos están en el corazón de la crisis económica, social y política del país y la región. En medio de este contexto, Siria dejó de ser exportador de petróleo en 2012 para convertirse en importador.
El agua está en el centro de las disputas, el caso más extremo está en Yemen donde los políticos se han apropiado de pozos de agua. El ministro del agua del nuevo gobierno de Yemen declaró: “Los mismos oficiales del gobierno han sido los más agresivos perforadores de pozos. Casi cada ministro tiene un pozo en su casa”.
En Arabia Saudita se utilizó en el desierto alta tecnología para extraer agua a gran profundidad para producir trigo en campos irrigados. Arabia Saudita se convirtió en autosuficiente, pero los recursos no duraron. Ahora, casi todo el agua se ha acabado y la producción saudí de trigo también. Ahora los saudis, con el dinero del petróleo, se han hecho de tierras en Etiopia y Sudan para producir alimentos con sistemas intensivos y no sustentables, llevando la crisis a otras regiones.
UNICEF reportaba en agosto de 2015 que millones de personas en las ciudades vivían severos cortes de agua establecidos deliberadamente con fines políticos. El interés de UNICEF en el caso se ha debido a que son los niños los encargados de conseguir el agua llenando bidones con el agua de las cañerías de las calles. En una nota del organismo de Naciones Unidas para la protección de la infancia bajo el título: “La búsqueda de agua, una tarea mortal”, describe: “Los civiles, al no saber dónde se producirá el próximo ataque o fuego cruzado, corren grave peligro en la tarea de búsqueda de agua, que puede llegar a ser mortal. En las últimas semanas, al menos 3 niños han muerto en Alepo mientras iban a buscar agua. Los cortes de agua también tienen otras consecuencias. En grandes ciudades como Damasco, Dera'a y Alepo las familias tienen que recurrir al agua sucia del subsuelo para dar de beber a sus hijos, exponiendo a los niños a diarreas, fiebres tifoideas, hepatitis y otras enfermedades. Los precios del agua, que en lugares como Alepo se han incrementado un 3 mil por ciento hacen que sea imposible comprar el preciado líquido” (subrayado de UNICEF).
La maraña es compleja y se retroalimenta entre la lucha de facciones por el poder con una situación de crisis alimentaria, de crisis económica, de falta de acceso a agua, todo en conjunto genera una catástrofe.
El Panel Intergubernamental de Cambio Climático (PICC), un esfuerzo internacional que reúne a miles de científicos de todo el mundo bajo el mandato de Naciones Unidas, ha proyectado que las sequías en el norte de África y el Medio Oriente van ir siendo progresivamente más severas. Por otro lado, el PICC, así como una larga lista de instituciones y expertos sociales, han señalado que el cambio climático generará una ola de refugiados ambientales a escala global y que los cambios climáticos crearan una mayor desestabilización de los estados y una tendencia al surgimiento de los regímenes totalitarios o extremistas.
Las proyecciones del PICC y de diversas instituciones, desde hace más de 20 años, han advertido que el cambio climático incrementará las migraciones masivas por causas climáticas, llamando a estos grupos “refugiados ambientales”. Será difícil distinguir cuando los refugiados serán políticos o ambientales, lo que si podemos afirmar es que el cambio climático disparará estos escenarios si no se actúa con urgencia.
El asunto se torna político en la comunidad internacional. Mientras el candidato demócrata de los Estados Unidos, Martin O’Malley ha declarado que el cambio climático ha sido un fermento para el ascenso del Estado Islámico: "Una de las cosas que precedieron al fracaso del Estado-nación de Siria y el surgimiento de ISIS fue el efecto del cambio climático y la mega sequía que afectó la región, arrasó con los agricultores, desplazó a la gente hacia las ciudades y creó una crisis humanitaria. Creó los síntomas, o mejor dicho, las condiciones, para la extrema pobreza que ahora provocaron el ascenso de ISIS y esta violencia extrema"; los republicanos, aliados permanentes de la industria del petróleo, se lanzan a señalar que estas declaraciones son absurdas, como lo han hecho contra las posiciones más firmes del presidente Obama frente al cambio climático y a la necesidad de actuar de manera urgente.
En unas semanas el Papa Francisco estará en los EUA y en la ONU, se encontrará con Obama, los dos líderes del mundo más preocupados por el cambio climático. El encuentro se dará unos meses antes de la Conferencia de las Partes sobre Cambio Climático que se celebrará en Varsovia. Los Estados Unidos y Europa tendrán una oportunidad más de tomar compromisos para enfrentar el cambio climático y contribuir a evitar las condiciones que faciliten la sirialización de muchas regiones del mundo.