A los periodistas: plata o plomo

11/08/2015 - 12:01 am

El delito está comprobado: homicidio y feminicidios. Ahora faltan los responsables, en particular los asesinos intelectuales.

Va a ser muy difícil que los mexicanos aceptemos que los asesinatos del fotoperiodista Rubén Espinosa, la activista Nadia Vera, la estudiante michoacana Yesenia Quiroz, la colombiana Mile Virginia y la empleada doméstica Alejandra Negrete, hayan sido consecuencia de un simple robo que se les salió de las manos a los ladrones.

El presunto homicida podrá declarar lo que quiera pero lo cierto es que murieron dos perseguidos por el Gobierno de Veracruz, involucrados en un caso que incluyó una investigación policíaca. La muerte de uno solo puede ser coincidencia, dos es acción criminal, y tres es complot.

Tal vez nunca se sepa si la idea inicial de los asesinos era robar el domicilio o si fue un encargo de ejecución disfrazado de hurto y, si fue esta segunda posibilidad, la autoridad jamás encontrará “la mano que mece la cuna”. Nos contarán decenas de versiones y hasta presentarán animaciones digitales, como en los casos de Colosio y del cardenal Posadas, a lo mejor hasta nombran un fiscal especial.

Pero igual que en el caso de Ruiz Massieu, el enlace entre el que dio la orden y el que la ejecutó desaparecerá para siempre, sin dejar evidencias. Igual que en aquellos sucesos, el mensaje ha sido enviado, y a los destinatarios más les vale entenderlo: Plata o Plomo, silencio hoy y para siempre.

Es la segunda lección de Pancho Goebbels, nuestro personaje ficticio de carne y hueso: A los que no acepten la versión oficial o colaboran en la difusión de la mentira como verdad, elimínalos para generar un temor tal que los antagonistas se paralizarán y después obedecerán.

No en balde la enorme mayoría de los comentaristas de TV y editorialistas de los medios repiten una idea común, “Peña Nieto ya aprendió a gobernar”; los casos ejemplares son la confrontación con los maestros de Oaxaca y la designación de Manlio Fabio Beltrones como virtual dirigente del PRI que se han manejado como operaciones políticas impecables.

Como el cliente de cantina que alguna vez fue raptado y, con una pistola en la cabeza, le ordenaron: chúpala; si uno le pregunta “¿y usted que hizo compadre?”, él de seguro responde, “pos aquí me tiene disfrutando de un buen tequila”.

Por otro lado, hay muchos periodistas, articulistas y derechohumanistas que hace tiempo se resignaron a que la muerte al hacer el trabajo es un riesgo probable, y que se han convertido en corresponsales y defensores de guerra, porque este es un país que vive una permanente guerra no declarada, que va cambiando de estado y de región, y que ya está llegando al Distrito Federal.

Pero para encontrar al responsable político tenemos suficientes evidencias: Javier Duarte, gobernador de Veracruz. Estamos conscientes de que si él respetara a los periodistas y derechohumanistas, Rubén y Nadia estarían vivos y trabajando en su tierra, de eso no hay duda. Los caídos lo señalan desde su tumba.

Escuchemos la voz de las víctimas, ellos nos piden que repitamos con toda nuestra fuerza una sola demanda, fuera Duarte de Veracruz. No hay mejor defensa que el combate y nuestra voz es nuestra arma, el silencio la rendición.

In memoriam de Ignacio Rodríguez Terrazas, periodista chihuahuense caído en El Salvador, en Agosto de 1980.

([email protected])

Gustavo De la Rosa
Es director del Despacho Obrero y Derechos Humanos desde 1974 y profesor investigador en educacion, de la UACJ en Ciudad Juárez.
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