Hace dos décadas los países del mundo se mostraban muy preocupados por el deterioro ambiental del planeta. E incluso los gobiernos tomaron medidas importantes al respecto: se decretaron reservas naturales, se hicieron programas de educación ambiental para (casi) todos los niños y se firmó el Protocolo de Kioto.
Los ciudadanos también hicimos lo nuestro: comenzamos a separar la basura, creció el mercado de los productos orgánicos y cambiamos por electrodomésticos más eficientes.
Sin embargo, tanto en México como en la mayor parte del mundo, ha habido por lo menos cinco rubros en donde nuestras acciones han sido perfectamente efectivas para acelerar el cambio climático:
- Aires acondicionados/calefacción: aunque consumen una cantidad ingente de energía (alrededor de la mitad en cualquier residencia que los tenga) seguramente usted también ha visto cómo han proliferado. En algunos lugares muy cálidos o muy fríos se antojan casi como un derecho humano aunque, claro, hace veinte años se viviera igual sin ellos. Pero lo más asombroso es cómo ciertas universidades y edificios públicos que están en lugares templados (como el altiplano mexicano), y además gritan estar “comprometidos con el medio ambiente”, ahora los han colocado en todas sus aulas y oficinas.
- Teléfonos celulares/móviles: no sólo es que “todo mundo ya tenga un celular” (de hecho, cierto modelo de Nokia es conocido como el AK-47 de los celulares) y que la contaminación que causan sus componentes no tenga parangón con cualquier otro artefacto tan popular y tan pequeño sino que, por un lado, cada vez se vuelve más difícil no tener uno (si usted viaja seguido, ya se habrá dado cuenta de lo complicado que es encontrar ahora un teléfono público en muchas ciudades del mundo) y, por otro, la obsolescencia programada, el tener que comprar uno nuevo a cada rato porque el otro dejó de funcionar o “se ve feo”. Más aún, nunca antes en la historia habíamos cargado con nosotros un aparato que consumiera continuamente tales cantidades de energía (las antenas, el internet, la batería) y, por qué no, que decidiéramos como sociedad cambiar los aparatos que gastaban menos (los no-inteligentes) por aparatos que gasten más y hay que conectarlos a cada rato a la corriente (los “inteligentes”).
- Computadoras y tablets: acá pasa algo similar que con los celulares y, como con estos, ningún gobierno que conozca (no el mexicano, por supuesto) ha implementado programas eficientes y eficaces de uso, reciclaje y desecho. A lo más, se mandan a reciclar y contaminar algún país más pobre o se regresan al fabricante para que éste pueda reusar y revender la mayoría de piezas (jugada maestra). Lo mejor en estos casos, como primer paso, sería la prohibición gubernamental internacional de la obsolescencia programada y/o la exigencia de que los aparatos tengan la mayor vida útil posible… pero por desgracia se hace exactamente lo contrario, es decir:
- Televisiones: se decreta por ley que tu televisión se vuelva basura en una fecha determinada, que la tires y tengas que comprar otra (o compres un adaptador) y haya, en unos cuantos años, millones y millones de televisiones en los basureros. Para motivarnos nos dicen que serán “televisiones inteligentes”, es decir ¿qué traerán consigo la misma obsolescencia programada que los celulares y las computadoras y, si antes una televisión podía durar 20 años, ahora durará a lo más cinco?
- Automóviles: y bueno, claro, en estas últimas dos décadas alrededor del mundo, se ha hecho más en las ciudades por impulsar el transporte privado que el transporte colectivo. Total, qué importa que sea la principal causa de contaminación atmosférica.
Los anteriores son sólo cinco ejemplos donde lo que hemos hecho ha sido exactamente lo contrario de lo que debíamos hacer (¿otro?: la proliferación de la minería a cielo abierto versus la minería tradicional). Lo más aterrador del caso, a mi juicio, es que esto ha sucedido cuando el discurso ambiental tuvo más fuerza que nunca en la historia, tanto entre los gobiernos como entre el público en general. Así que ahora, que su popularidad e impacto ha disminuido en el mundo debido a las crisis económicas y a la emergencia de otros discursos, ¿qué es lo que irá a suceder?
P.S.- Uno más: la contaminación por producción, distribución, uso y desecho de bloqueadores solares por aquello del “hoyo” en la capa de ozono. Por suerte, para éste ya hay una gran tecnología verde que incluso es mucho más efectiva para protegernos de los rayos ultravioleta en el 80% de los casos: el sombrero.