¿Es peor un capo fugado, o ineficaces en el Gobierno?

21/07/2015 - 12:00 am

Cuando vemos la reacción mediática y gubernamental por la fuga de “El Chapo”, calificada como una vergüenza para México, una afrenta para la patria, un peligro para la sociedad, un fracaso del Gobierno, etcétera… surge la pregunta, ¿realmente significa una diferencia para el país si “El Chapo” está preso o libre?

Los juarenses sufrimos durante 5 años una guerra que todavía no tiene explicación, que convirtió la lucha territorial permanente entre los diferentes grupos del crimen organizado en combates de extinción cuando intervino el Ejército con la orden de terminar con el trasiego de drogas en la ciudad; murieron entre 10 mil 500 y 11 mil ciudadanos y están en la cárcel otros 6 mil. La violencia acabó por disminuir, aunque a veces explota y nos intimida, mientras el negocio de exportación de drogas sigue gozando de cabal salud.

Si nos hubieran preguntado si valía la pena enfrentar a los narcotraficantes en 2007 y nos hubieran explicado los riesgos, en un referéndum griego hubiéramos votado por el no.

Muchos analistas serios, informados e inteligentes, opinan que a Estados Unidos y al mundo le habría salido mucho más barato perseguir a los autores intelectuales del atentado contra las torres gemelas, como delincuentes homicidas, investigando a fondo e identificando a los verdaderos culpables; hubiera sido mejor utilizar la cordura y la prudencia en lugar de la histeria patriotera que impulsó Bush.

En esta colaboración sólo ofrezco unas preguntas y reconozco además que los articulistas somos muy arrogantes al creer tener todas las respuestas, siendo que a veces ni nos hacemos buenas preguntas.

¿Vale la pena gastar tanto dinero del erario público en buscar al fugado, cuando estamos a las puertas de una crisis? ¿La fuga avergüenza al país, de verdad, nosotros mexicanos nos sentimos avergonzados porque “El Chapo” se escapó?

¿El desplazamiento de tantas fuerzas de seguridad por el país causará más molestias o traerá seguridad real? ¿No sería más barato perseguir al sinaloense con los recursos y las fuerzas normales, sólo un poco reforzados con un equipo de investigación?

Pienso que los que deciden esto deben ya haberlo reflexionado, y espero que tomen una decisión acertada en uno u otro sentido para el país. Pero aún me quedan otras preguntas, ahora más concretas.

La fuga demostró ¿que el sistema penitenciario funciona y que, como excepción, confirma la regla? ¿Que gastamos mucho en un sistema penitenciario devastado por la ineficacia operativa? ¿Que el sistema penitenciario, con un supuesto reglamento riguroso, sólo genera abusos de autoridad y oportunidades para la corrupción?

¿Que el presidente confió en Osorio Chong y que Osorio confió en la jefa de Penales federales, quien a su vez confió en el director del penal, que confió en el encargado del departamento de videos, y así hasta sólo confiar en el cinturón de seguridad perimetral de la Policía Federal y del Ejército? ¿Alguno de ellos era lo suficientemente capaz para hacer el trabajo de vigilancia? ¿O todos son responsables por confiados?

¿Se puede pensar que en la larga cadena de responsabilidades tal vez pudiera haber algún corrupto? ¿Si no pueden cuidar un preso, pueden cuidar un país? ¿Acaso es peligroso para la seguridad de nuestras vidas que ineptos o corruptos tengan puestos de alta responsabilidad?

Como buen articulista, me atrevo a concluir sin que alguien me conteste: Es más barato despedir y pagarles sus tres meses a todos los responsables de no cuidar a “El Chapo” (hasta de Osorio), y sometiéndolos a una investigación fallida para encontrar dónde y cuándo el descuido es delito, que gastar miles de millones de pesos en buscarlo, detenerlo y que les construya otro túnel.

También hace falta un sistema penitenciario más humano, barato, menos grande, más racional y más imaginativo, con más opciones en la aplicación de penas. Y ya que los americanos tienen muy buenos penales, extraditar en caliente a los verdaderamente peligrosos, que, como los grandes hombres de negocios, son muy pocos, menos de cien.

Gustavo De la Rosa
Es director del Despacho Obrero y Derechos Humanos desde 1974 y profesor investigador en educacion, de la UACJ en Ciudad Juárez.
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