La Encíclica del Papa Francisco “Sobre el Cuidado de la Casa Común” es un llamado de alerta para salvar al planeta de la crisis ambiental y a la humanidad de la desigualdad y creciente pobreza. Para Francisco la humanidad está cegada por el Paradigma Tecnocrático, por el Paradigma del Consumismo. Señala que junto a la destrucción del patrimonio ambiental se da la destrucción del patrimonio histórico y cultural y que no se podrá salvar a uno sin salvar a los otros. No puede, enfrentarse la crisis ambiental sin enfrentar la pobreza. El Papa ha vivido esta realidad; el Papa ha escuchado y citado en la Encíclica las conferencias de obispos alrededor del mundo que han sido testigos de este proceso de degradación social y ambiental; el Papa se ha reunido y escuchado a los movimientos populares del mundo.
Señala que, lamentablemente, muchos esfuerzos para buscar soluciones concretas a la crisis ambiental suelen ser frustradas tanto por los poderosos como por la falta de interés de los demás. Reflexiona sobre los procesos de destrucción de los ecosistemas por intereses puramente materiales, sobre la contaminación generada por los productos químicos en las ciudades y el campo, sobre las consecuencias no evaluadas de las nuevas tecnologías y sobre el desarrollo tecnológico que se dirige más a aumentar el poder de quien desarrolla esa tecnología que a satisfacer las necesidades de la población más necesitada. Reconoce los avances de la ciencia y los beneficios que ha traído a la humanidad, sin embargo, señala cómo sus aplicaciones pueden causar mayores daños que beneficios.
En la Encíclica el Papa reconoce no sólo el derecho de las comunidades a decidir sobre los proyectos que pueden alterar su medio ambiente, reconoce también los saberes de las comunidades y las culturas para participar y decidir sobre su destino. Habla de la importancia de los pequeños productores del campo y su aporte en la conservación de los ecosistemas y el mantenimiento de la biodiversidad. Para Francisco la diversidad cultural es tan importante como la biológica y la primera es necesaria para la conservación de la segunda.
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Plantea la deuda ecológica de las naciones ricas con las pobres por la extracción de recursos, por la transferencia de contaminantes, por su contribución mayor al cambio climático, por sus modelos de consumo derrochadores. Llama a las naciones ricas a apoyar el desarrollo de las pobres con recursos y con la transferencia de tecnologías sustentables. Se posiciona así frente a las políticas para combatir el cambio climático, señalando la incapacidad que han demostrado los gobiernos para enfrentarlo. Sus palabras son muy importantes a unos meses de que se realice la próxima cumbre del clima, al señalar la incapacidad de los gobernantes para proteger a la humanidad.
Afirma que los gobiernos han perdido fuerza frente a los poderes financieros transnacionales. La política ha estado sometida a la economía y ésta a la tecnocracia. Es necesario que la sociedad y las organizaciones civiles presionen a los gobiernos. Reconoce así el papel que han jugado las organizaciones civiles para llamar la atención y presionar a los gobiernos sobre el desastre social y ambiental que está generando este modelo.
Habla sobre situaciones específicas: critica desde la salvación de los bancos sin la modificación del sistema financiero, hasta quienes se preocupan por el maltrato de los animales y no les preocupa el trato de personas, pasando por llamarnos a realizar cambios en nuestros hábitos cotidianos, como abrigarnos en vez de prender la calefacción.
En el mundo tecnocrático o tecnoeconomicista, como lo describe Francisco, no hay lugar para la ética. Como señala Leonidas Donskis en el libro que escribe con Zigmunt Bauman (Ceguera moral. La pérdida de sensibilidad en la modernidad líquida), en este mundo “las estadísticas son más importantes que la vida humana real… Nada personal, sólo negocios: he aquí el nuevo Satanás de la modernidad líquida”.
En consonancia con el concepto de consciencia planetaria de Edgar Morin, Francisco habla de la falta de conciencia de un origen común, de una pertenencia mutua y de un futuro compartido por todos. La ecología debe ser la expresión y suma de una ecología económica, de una ecología política y de una ecología social. Todo está enlazado.
El paradigma tecnoeconómico se refleja en los individuos en el consumismo obsesivo, se pierde así identidad y se vive con angustia. La inestabilidad y la inseguridad refuerzan formas de egoísmo colectivo. No se aceptan límites, tampoco existe en el horizonte un verdadero bien común. Escribe: “no pensemos sólo en la posibilidad de terribles fenómenos climáticos o en grandes desastres naturales, sino también en catástrofes derivadas de crisis sociales, porque la obsesión por un estilo de vida consumista, sobre todo cuando solo unos pocos puedan sostenerlo, sólo podrá provocar violencia y destrucción recíproca”.
Llama a la conciencia y la acción de los individuos, así como a la necesidad de refundar el sistema dominante sobre valores éticos. Los cambios políticos no generaran cambios en la sociedad si no hay un cambio de valores en los individuos. Los jóvenes tienen una nueva sensibilidad pero ante la necesidad de cambios en los hábitos de consumo, han crecido en un contexto que vuelve difícil el desarrollo de otros hábitos y por eso estamos frente a un desafío también educativo.
La educación requiere reestablecer la protección de nuestro entorno y de los más desprotegidos de la sociedad. Esta educación debe pasar por una crítica de los “mitos” de la modernidad basados en el individualismo, la competencia, el progreso indefinido, el consumismo, el mercado sin reglas. Esta educación, agrego, debe combatir la “adiáfora” que señala Zygmunt Bauman como el acto de situar ciertos actos o categorías de los seres humanos fuera del universo de evaluaciones. La educación, escribe Francisco, debe permitir crecer en la solidaridad, la responsabilidad y el cuidado basado en la compasión.
No logrará nada la educación si no procura un nuevo paradigma acerca del ser humano, la vida, la sociedad y la relación con la naturaleza. Dice Francisco: “De otro modo seguirá avanzando el paradigma del consumismo que se transmite por los medios de comunicación y a través de los eficaces engranajes del mercado”.
La Encíclica no ha gustado en los sectores conservadores y reaccionarios de la Iglesia, desde los que existen dentro del Vaticano hasta los republicanos estadounidenses que lo desconocen. La guerra contra la Encíclica se ha convertido en una guerra contra Francisco. Esta inició desde antes de que la Encíclica fuera dada a conocer. Inició desde el Vaticano al filtrarse la propia Encíclica desde ahí a un diario italiano, antes que el Papa la presentara.
Los Republicanos son los que han reaccionado más rápido. Desde 1992, previo a la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro, se han negado a reconocer que el cambio climático es de origen humano y que su principal causa es la quema de combustibles fósiles. Clinton firmó el Protocolo de Kyoto para establecer la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero pero el Senado nunca ratificó el Protocolo por la oposición de los republicanos ligados a las grandes empresas petroleras. Sin la firma y liderazgo de EUA, el mayor consumidor de combustibles fósiles, el combate al cambio climático ha fracasado y este fenómeno ha avanzado agudizando sus daños sobre el medio ambiente y la humanidad.
Las reacciones de los candidatos republicanos no se han dejado esperar y la BBC ha realizado un buen recuento. De inmediato, Jeb Bush, hermano del expresidente George Bush, declaró: "Espero que el cura de mi parroquia no me castigue por decir esto, pero no tomo mis políticas económicas de mis obispos, cardenales o de mi Papa". Los Bush, por sus íntimas ligas con la industria petrolera, han sido actores centrales para evitar que EUA asuma compromisos internacionales frente al cambio climático.
Rick Santorum, también candidato republicano declaró en la radio "la iglesia se ha equivocado en cuestiones científicas varias veces", el Papa debería "dejar la ciencia a los científicos" y centrarse en cuestiones de "teología y moral". Por su cuenta, el republicano Jim Inhofe, presidente del comité medioambiental del Senado de EE.UU., que ha manifestado que el cambio climático es un fraude, señaló al Papa "que se preocupe de sus propios asuntos".
El satirista de Fox News, Greg Gutfeld ha dicho que el Papa Francisco "es peligroso" y que "no quiere ser un Papa abuelo. Quiere ser un Papa moderno. Le faltan unas rastas y un perro con un pañuelo para unirse al movimiento Occupy Wall Street (Ocupa Wall Street)". Michael McKenna, asesor republicano, que se describe a sí mismo como un "conservador católico", dijo que el Papa está "vendiendo una línea de socialismo de estilo latinoamericano" y que "no está en sintonía con la iglesia católica de EE.UU.".
McKenna también aseguró que Jeb Bush y Marco Rubio -este último senador cubanoestadounidense que también aspira a la presidencia de EE.UU. y que en el pasado ha negado la conexión entre las actividades humanas y el cambio climático- "están más en línea con la iglesia católica estadounidense" que el actual Papa.
La publicación de la Encíclica aparece tres meses antes de que el Papa realice su primer viaje a EUA, durante el cual se dirigirá a la Asamblea General de Naciones Unidas y a una sesión conjunta de las dos cámaras del Congreso estadounidense.
Los líderes republicanos están abiertamente contra el Papa en el país de mayor poder económico y militar del mundo. Cuentan detrás de si con la industria petrolera y sus aliadas. La opinión pública estadounidense está más a favor del Papa pero ha sido muy influenciada por las campañas de los republicanos, de las petroleras y todas sus estrategias para negar que el cambio climático existe o es causado por actividades humanas.
Como señala la BBC: habrá que esperar para ver la reacción que tendrán ante esta visita aquellos conservadores que en los últimos meses no han dudado en criticar la "agenda liberal" del Papa, al que figuras como el locutor conservador Rush Limbaugh han llegado a tachar de "marxista" por sus ideas sobre el capitalismo.
Lo que está en juego es la capacidad civilizatoria para enfrentar el cambio climático, la destrucción de nuestra casa común y la pobreza en que sobreviven la mayor parte de nuestros semejantes. Estamos en un momento de avance del cambio climático en el cual podemos ingresar a un umbral de no retorno y en el cual la retroalimentación de este fenómeno nos lleve a catástrofes sociales y ambientales inimaginables.
El hecho es que el Papa está enfrentando al sistema dominante, enfrentando la postura de los poderosos sectores industriales y financieros, y esto lo pone en peligro. Lo pone en peligro de ser aislado, lo pone en peligro de ser sometido a una estrategia muy bien orquestada en su contra, lo pone en peligro al enfrentar a los mayores poderes de este mundo.
Este enfrentamiento lo vive Francisco no sólo en el exterior, también adentro del propio Vaticano donde persisten grupos de poder muy ligados a esos poderes empresariales y financieros. No hay que olvidar las historias negras del Vaticano, las ya conocidas y las que nos podemos imaginar. Siendo o no católicos, si respetamos la vida, hay que estar del lado del Papa Francisco y difundir esta Encíclica que debería ser lectura obligada. El propio acto de leer esta Encíclica es un acto de contemplación y de reflexión muy necesario en este tiempo devorado por la rapidez. Si no somos católicos no compartiremos varios de los preceptos religiosos contenidos en la Encíclica, sin embargo, ahí está en profundidad la ética que traspasa religiones y se encuentra como base de nuestra condición social.