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Alejandro Páez Varela

29/06/2015 - 12:05 am

Risa y pena

La Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) de México me da risa y pena. Miren que no me extrañó cuando le pegó su regañada al Papa Francisco –le mandó una nota diplomática– por aquella carta, revelada por indiscreciones de un cura, en la que se refiere a la “mexicanización” de Argentina. No me extrañó porque a […]

La Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) de México me da risa y pena. Miren que no me extrañó cuando le pegó su regañada al Papa Francisco –le mandó una nota diplomática– por aquella carta, revelada por indiscreciones de un cura, en la que se refiere a la “mexicanización” de Argentina. No me extrañó porque a las Naciones Unidas (ONU) le armó un escándalo por su informe sobre la tortura generalizada en el país: los subsecretarios y el Secretario fueron a la prensa, gritonearon, patalearon, amenazaron. Todo para zafar al gobierno de Enrique Peña Nieto de los señalamientos que, para un ciudadano de la calle, resultaban hasta obvios. Todos sabemos qué es México. En nuestra cara, policías golpean y abusan de civiles; lo mismo hacen otras fuerzas del Estado. ¿En las prisiones? Bueno, mire, qué le digo: informes rotundos de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) dan cuenta de la porquería que es eso. Como prisiones iraquís en tiempos de Saddam Hussein. Y de eso hablaba el informe del enviado de la ONU. Y la SRE pegó de gritos.

Me dio risa y pena la semana pasada, cuando el Departamento de Estado de Estados Unidos dio a conocer su informe anual sobre la situación de los Derechos Humanos en México y el mundo. Textual, el documento dice:

“Problemas significativos relacionados con los derechos humanos incluyen la participación de la policía y militares en abusos graves, como asesinatos extrajudiciales, tortura, desapariciones y abusos físicos. La impunidad y la corrupción siguieron siendo problemas graves en las fuerzas de seguridad, y en el sector judicial, especialmente en los niveles estatales y locales”.

El documento fue elaborado por el gobierno del Presidente Barack Obama y presentado por el Secretado de Estado, John Kerry. De ese tamaño. Cita, por ejemplo, “numerosos informes en los que el gobierno o sus agentes cometieron asesinatos arbitrarios o ilegales, a menudo con impunidad”. Habla de que “los grupos delictivos organizados también fueron responsables de numerosos asesinatos, a menudo actuando con impunidad y en alianza con el Estado corrupto y funcionarios de seguridad”. Pone como ejemplo de lo anterior la tragedia del 30 de junio de 2014, en Tlatlaya, Estado de México, donde 22 personas fueron ejecutadas por elementos del Ejército mexicano. También menciona la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa y el papel que jugaron agentes de policías en colusión con el crimen organizado.

Pues bien, a la Secretaría de Relaciones Exteriores no le pareció el informe. Y su reacción no sólo fue de rechazo, sino que le demandó al gobierno de Barack Obama que, de ser posible desde ahora mismo, ¡no realice informes unilaterales!, es decir, no dé a conocer información sin consultarles primero.

Me muero de la risa. Pero me muero de pena, también.

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Pena y risa. Risa, porque da risa un gobierno así: como si se pudiera tapar el Río de los Remedios (que muchos suponen el gran tiradero de cuerpos de mujeres que se asesinan en el Estado de México) con un rollo de papel sanitario. Y pena porque, al final del día (y durante las 24 horas, más bien), es mi gobierno. Quiera o no, me representa. Haya votado a favor de ellos o no, tienen las llaves de la oficina y le mueven a las palancas y aprietan los botones de la administración.

Pena ajena, diría. Pero es pena propia, en realidad.

La respuesta de Relaciones Exteriores es todavía más notoria porque se dio justo cuando Donald Trump le mentaba la madre a los mexicanos. “México manda a su gente, pero no manda lo mejor. Está enviando a gente con un montón de problemas. Están trayendo drogas, el crimen, a los violadores…”, dijo, entre otras muchas cosas.

Y de Relaciones Exteriores, ni sus luces. Más bien estaba ocupado en salvarle el pellejo a su jefe. Estaba entretenido, con todos los recursos, en rechazar los reportes de cuanto organismo internacional revela lo que es México: un caldo hediondo de huesos, sangre e impunidad. Estaba entretenido en que no se hable de la tragedia que nosotros, como ciudadanos, conocemos bien.

Miles, si no es que millones, respondieron a Trump. Vi el video de un mexicoamericano de unos 80 años que dice, textual, en Facebook:

“Yo soy mexicano. Yo vine [a Estados Unidos] a trabajar, yo no soy malandrín. Tienes más cara de malandrín tú, pinche viejo hijo de tu chingada madre. No fueras monaguillo, hijo de puta. Pinche viejo cara de puto hijo de tu chingada madre. ¿Sabes qué? Ahora sí vas y chingas a tu madre. Ah, ¿no me entiendes? You son of a bitch, god dammit. Motherfucker, motherfucker. Eres hasta mojado, hijo de tu chingada madre. Si te escarban de donde vienes, vienes de Arabia. Por el pelo que tienes, eres árabe. ¿Y sabes qué? Vas y chingas a tu madre. De parte mía y de parte de todos mis compatriotas mexicanos que venimos a trabajar. Venimos para que traguen ustedes, pinche cola cagada. Chinga tu madre”.

Un hombre de unos 80 años, digo. Salvo por un par de incorrecciones políticas del viejo, bravo por él. Hay raps en la red, hay memes, mentadas, todo. Donald Trump se pasa de lanza.

Y Relaciones Exteriores, ocupado en limpiarle los sanitarios al jefe. Qué pena.

Que-la-rechingue
“Ah, ¿no me entiendes? You son of a bitch, god dammit. Motherfucker, motherfucker. De parte mía y de parte de todos mis compatriotas mexicanos que venimos a trabajar. Venimos para que traguen ustedes, pinche cola cagada. Chinga tu madre”. Foto tomada de un video de Facebook

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La Oficina de Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA) dijo, hace dos semanas, que México detiene ya a más centroamericanos que Estados Unidos. ¿Por qué acabó la crisis de niños migrantes no acompañados en Texas y Arizona? Porque los mexicanos están haciendo la chamba de la Patrulla Fronteriza: “La llamada ‘ola’ del 2014 en realidad no ha terminado. Enormes cantidades de centroamericanos siguen huyendo, pero la mayoría de ellos están siendo capturados en México en lugar de los Estados Unidos”, dijo Adam Isacson, Coordinador Principal del Programa de Políticas de Seguridad Regional en WOLA.

Datos: Entre octubre del 2014 y abril del 2015, la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP por sus siglas en inglés) detuvo a 70 mil 448 migrantes “no mexicanos” en la frontera sur de los Estado Unidos. En ese mismo período, México detuvo a 92 mil 889 personas.

Y todo esto, en apenas el tiempo que lleva Peña Nieto en el poder. Gran logro.

“El gobierno de Obama ha encontrado una manera de ocultar la llamada crisis migratoria centroamericana en su frontera, ¿pero a qué precio?”, cuestionó Maureen Meyer, Coordinadora Principal del Programa de México y Derechos de Migrantes en WOLA. “Los esfuerzos de México por detener a los migrantes han ocultado el sentido de urgencia que deberíamos estar sintiendo aquí en los Estados Unidos sobre la crisis humanitaria en Centroamérica”.

Más datos: Un estudio del Pew Research Center dice que el Gobierno mexicano ha deportado a un número récord de niños centroamericanos que viajaban sin un tutor desde el otoño pasado. “El Presidente [Barack] Obama y otros funcionarios estadounidenses dijeron que [México] ha contribuido a una caída significativa en el arresto de menores en la frontera entre ambos países”, dijo el Pew.

Y, claro, el resultado del nuevo Estado policial mexicano: “Muchos albergues de migrantes nos han informado sobre el uso excesivo de la fuerza por parte de las autoridades que participan en redadas en los trenes y en las comunidades. Asimismo, abogados migratorios han observado múltiples violaciones en el debido proceso legal para los solicitantes de asilo en México, y pocos migrantes tienen la oportunidad de contar sus historias a las autoridades contundentes antes de ser deportados”

“Los crímenes cometidos contra migrantes en México incluyen la trata de personas, secuestros y violaciones sexuales [que] continúan impunes, mientras que las operaciones a lo largo de las rutas migratorias más recorridas obligan a los migrantes a buscar rutas aún más peligrosas por el terreno y por mar, lo que resulta en cambios dentro de las redes criminales que se aprovechan de los migrantes”.

Aquí no me da risa. Aquí me da pena el Gobierno mexicano: se ha vuelto, con Enrique Peña Nieto, en la nueva Patrulla Fronteriza del continente.

Y la Secretaría de Relaciones Exteriores, bueno, con las garras alzadas cuando se trata de defender la “reputación” de la administración federal. Que no toquen al jefe porque, entonces sí, salen el Secretario y los subsecretarios como fieras a dar la cara a la prensa, a patalear, a sudar por un salario que, por ciento, no les paga su jefe: se lo pagamos nosotros, los ofendidos; los que sabemos que los muertos (o los informes) no se tapan con tierrita y ya, listo, como si no pasara nada.

Da risa, a veces, Relaciones Exteriores. Aunque, honestamente, da más pena.

Como bien dijo el viejo: trabajamos para que coman ustedes, hijos de la fregada.

Alejandro Páez Varela
Periodista, escritor. Es autor de las novelas Corazón de Kaláshnikov (Alfaguara 2014, Planeta 2008), Música para Perros (Alfaguara 2013), El Reino de las Moscas (Alfaguara 2012) y Oriundo Laredo (Alfaguara 2017). También de los libros de relatos No Incluye Baterías (Cal y Arena 2009) y Paracaídas que no abre (2007). Escribió Presidente en Espera (Planeta 2011) y es coautor de otros libros de periodismo como La Guerra por Juárez (Planeta, 2008), Los Suspirantes 2006 (Planeta 2005) Los Suspirantes 2012 (Planeta 2011), Los Amos de México (2007), Los Intocables (2008) y Los Suspirantes 2018 (Planeta 2017). Fue subdirector editorial de El Universal, subdirector de la revista Día Siete y editor en Reforma y El Economista. Actualmente es director general de SinEmbargo.mx

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