Alejandro Páez Varela
22/06/2015 - 12:05 am
¿Seré yo, maestro?
Creamos que por su histórica disciplina, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) no se ha manifestado en la carrera presidencial. Acaso Miguel Ángel Osorio Chong dijo, la semana pasada, que no diría nada; mientras, en el PAN, el PRD y Morena ya hay precandidatos, como un prueba del desgaste presidencial que es, siempre, lo que marca […]
Creamos que por su histórica disciplina, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) no se ha manifestado en la carrera presidencial. Acaso Miguel Ángel Osorio Chong dijo, la semana pasada, que no diría nada; mientras, en el PAN, el PRD y Morena ya hay precandidatos, como un prueba del desgaste presidencial que es, siempre, lo que marca los tiempos del destape.
Hace seis años, en contraste, Enrique Peña Nieto, entonces Gobernador del Estado de México, era cuasi candidato. Aunque no había una manifestación pública de sus intenciones, sus operadores políticos cerraban acuerdos con los mandatarios estatales, portadores del fuego de Prometeo, en tanto que él y sus managers de imagen daban los últimos toques al pastel antes de colocar al muñequito de bodas en la corona. Algunos medios han manejado que Televisa planeaba desde 2006 el acuerdo matrimonial con Angélica Rivera; es demasiado arriesgado, digamos, el dato: Peña Nieto estaba entonces casado con Mónica Pretelini, quien moriría en enero de 2007. Pero en 2008, él mismo anunció por tele que era novio de Angélica Rivera y así, con cierta, en noviembre de 2010 se casó con ella en la Catedral de Toluca. Para efectos prácticos, fue esa boda la que informó a las masas sus intenciones presidenciales. Tele, mucha tele y listo: campaña presidencial en marcha.
Hoy el panorama es muy distinto. El sexenio parece haber terminado ya, con muchas penas y con poca gloria. Las “grandes reformas” tienen de grande el escándalo que armaron –se llevaron de corbata al PRD y al PAN– mientras que, a estas alturas, no queda claro de qué se trató la administración: no fue la que resolvió la economía estancada desde hace décadas; no fue la que sometió al crimen organizado ni la que trajo la paz. Las grandes deudas con los mexicanos siguen allí, de pie, como una llaga podrida: pobreza, corrupción, desigualdad, abandono. Y súmele además hartazgo, desesperanza, pérdida de confianza. Una verdadera catástrofe de administración. ¿Quién quiere, con esas credenciales, dar la cara por el PRI? Por eso no hay candidato. No hay nada qué presumir.
Habrá candidato, claro, cuando se logren amarrar todas las voluntades (el voto duro, pues) en torno a una sola persona. Aunque esa persona no es tan visible por ahora. No como Peña en su momento.
Por eso la debilidad presidencial –y de la administración federal– ha desatado la ambición de otros en los distintos partidos. Y a su vez, sirve de saco de piedras a las ambiciones de los posibles candidatos del PRI.
***
Hay dos caballos ensillados: Luis Videgaray Caso y Miguel Ángel Osorio Chong.
No creo que el primero pueda presumir algo. Entre los escándalos de posible corrupción, la economía maltrecha y las reformas que no arrojan absolutamente ningún beneficio palpable a los mexicanos, el Secretario de Hacienda está hasta la barbilla de lodo. Del segundo tampoco es posible presumir gran cosa: la guerra continúa, la inseguridad mantiene altos los índices, nuevos grupos (como el Cartel Jalisco Nueva Generación) se consolidaron en sus barbas y la gobernabilidad del país es como un plato plano con aceite: si lo mueves cualquier cosita, se desparrama.
¿Será Eruviel Ávila, maestro? Imposible: ese advenedizo no es parte del Grupo Atracomulco; se coló de última hora. ¿Ni con una maquillada a los feminicidios, a la corrupción y a la obra pública, como ya se hizo hace seis años? No, no vale la pena el esfuerzo. Muy cuesta arriba.
¿Miguel Ángel Mancera, señor? Copete tiene; le lava la ropa a los priistas y se ha tomado tantas fotos con el Presidente que parece uno más del gabinete. Mmmh. No. La Ciudad de México le ha dado la espalda y, además, su conversión a priista no se consolidó. Se quedó a medias, como casi todo lo que hace el Jefe de Gobierno. Tiene un operador político impresentable, muertitos en el clóset. No lo ve bien la izquierda, no lo ve bien la derecha; demasiados enemigos.
¿Un muñequito televisivo, padre santo, para repetir la fórmula? Entre los copetones de la camada peñanietista no queda uno: Rodrigo Medina está más cerca de la cárcel que de una candidatura, y el marido de Anahí (Manuel Velasco) nomás no cuajó: se quedó en una versión chafísima, una copia demasiado pirata (a pesar de los miles de millones gastados) del experimento logrado por las televisoras con la actual pareja presidencial.
¿Entonces quién?
Vámonos de regreso a Videgaray y Osorio Chong. De regreso... para encontrar realmente poca cosa aunque, bueno, ya puestos a escoger, el segundo podría dar más la cara que el primero. Pero, otra vez, tampoco tiene mucho qué presumir.
Entonces tic, tac, tic, tac. Se acaba el tiempo. Si es Osorio Chong, más vale que la televisión empiece, YA, a hacer su trabajo. Que la Operación Torta-Monex se ensaye desde ahora y también desde ahora el Partido Verde empiece la precampaña (dinero para multas hay, hombre, por eso no paramos): que empiece desde ahora el Verde Sí Cumple. Se necesita más que nunca.
Eso, y una buena abstención en 2018, podría darle el triunfo al PRI otra vez.
Pero no será con un muñeco de pastel, guapo y de traje negro. Parece que ya no están de moda. Queda claro que si hubiera candidato, ya lo tendrían en los cuernos de la luna. Ya sería portada de TVNoticias o como se llame la porquería esa; ya estaría en los programas matutinos de señoras.
***
(Anhelo perverso: me encantaría que fueran Osorio Chong o Luis Videgaray sólo por verlos cocinar en algún programa matinal de televisión; para reírme mientras actúan, en algún comercial, “llevando esperanza a los necesitados” como lo hizo Peña. Es sólo un anhelo perverso. Pocos, como Peña para vender esperanzas en falso. Pocos como él. Lo estarán extrañando...)
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