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Antonio Salgado Borge

20/03/2015 - 12:03 am

Carmen Aristegui, luminaria estándar

En astronomía se conoce como luminarias estándar a una clase de objetos presentes en el universo que, como consecuencia de sus características específicas, brillan siempre con la misma luminosidad. Debido a esta particular cualidad, cuando se identifica a una luminaria estándar es posible calcular, con la ayuda de una fórmula matemática, la distancia que le […]

En astronomía se conoce como luminarias estándar a una clase de objetos presentes en el universo que, como consecuencia de sus características específicas, brillan siempre con la misma luminosidad. Debido a esta particular cualidad, cuando se identifica a una luminaria estándar es posible calcular, con la ayuda de una fórmula matemática, la distancia que le separa de la tierra. Es por ello que esta especie de objetos suele ser empleada por los astrónomos como referente para conocer qué tan lejos de nosotros se encuentran otros astros observables en el espacio.

La carrera de Carmen Aristegui es una de las luminarias estándar del periodismo nacional. El programa que hasta hace una semana esta periodista conducía en la radio se caracterizaba por su independencia, su pluralidad y su sentido crítico. Sus investigaciones, sus entrevistas, los debates y las opiniones de sus colaboradores reverberaban con especial intensidad en la opinión pública. Bajo su dirección la “Primera Emisión” de Noticias MVS se convirtió, merecidamente, en el noticiero más escuchado de la radio, en un referente obligado para la audiencia y en la vara alta con que muchos medíamos la calidad de otros espacios. Imposible evitar contrastar el trabajo de Aristegui con el complaciente murmullo de la mayoría de sus competidores. Su salida de W Radio en 2008 y su primer despido de MVS en 2011, ambos producto de algún tipo de censura, tan sólo contribuyeron a acrecentar su estatus icónico.

No es ninguna sorpresa que su actual despido haya expandido el alcance de Carmen Aristegui como luminaria estándar y que haya exhibido, con insólita claridad, la naturaleza de la relación que existe en México entre los radiodifusores y el gobierno. Por principio de cuentas, la tesis de que la actual ruptura entre Aristegui y MVS se reduce a un “un conflicto entre particulares” es ofensiva y simplemente insostenible. Si bien es cierto que la causa próxima o inmediata del despido de Carmen fue Joaquín Vargas –su empleador-, esto no excluye de ninguna forma la existencia de una causa remota que funja como la causa eficiente que provocó el movimiento de Vargas.

Dado que la relación comercial entre trabajador y capitalista sigue una lógica de mercado, vale la pena recordar que en este contexto el valor de un “producto” esta determinado por la relación entre su oferta y su demanda. Aristegui no sólo es un “producto” único en su tipo, sino que es, además, el más demandado por el mercado. No puede entenderse que un empresario del sector telecomunicaciones haya decidido desprenderse de su activo más valioso, destruyendo irremediablemente de paso a toda la división de noticias de su compañía y a su marca, por una nimiedad intrascendente. ¿Qué pudo llevar a Vargas a cometer una insensatez de este tamaño? Peor aún, ¿por qué existe la posibilidad de que los actuales competidores de MVS no aprovechen esta maravillosa oportunidad de aumentar sus audiencias contratando a la periodista más escuchada y admirada de México? Todas las respuestas posibles conducen a la censura.

Uno de los beneficios de la lógica de mercado es que la libre competencia produce que cada participante ofrezca los mejores productos posibles a sus clientes. Ante la diversidad de opciones, el consumidor es el principal beneficiado.  Sin embargo, el modelo extractivo mexicano ha hecho posible que un puñado de oligarcas se apoderen de las concesiones radiofónicas en nuestro país. Los consumidores pasan a segundo plano cuando el poder político es capaz de resarcir al poder económico el daño monetario generado por decisiones comercialmente suicidas.

Esta semana Daniela Barragán reveló en Sinembargo.mx un botón de muestra de esta lógica viciada al dar a conocer la enorme cantidad de recursos que el gobierno de Peña Nieto empleó para anunciar sus reformas en medios como OEM, Televisa o TV Azteca y un reportaje de Jenaro Villamil en la revisa Proceso exhibió otro al señalar que MVS es una de las empresas interesadas en participar en el desarrollo de la “red troncal” de 10 mil millones de dólares que habrá de licitar la Secretaría de Comunicaciones y Transportes.

No es posible, por tanto, separar de su contexto la decisión de MVS de despedir a un exitoso equipo de periodistas que ha expuesto la verdadera naturaleza de nuestros gobernantes. El gobierno quiere control y los dueños de las radiodifusoras suelen ser aliados del gobierno porque su misma existencia se debe a favores políticos o porque su fin último y único es el dinero, provenga o no de sus clientes. MVS misma ha dejado muy en claro hasta dónde está dispuesta a claudicar con sus nuevos “lineamientos aplicables a la relación entre Noticias MVS y los conductores de sus emisiones informativas”; una señal de lo que puede ocurrir cuando coinciden la mezquindad o avaricia de un concesionario con los presentes intentos de regresión autoritaria en México.

El despido de Aristegui ha dejado en evidencia una triste realidad de las telecomunicaciones en nuestro país: la pluralidad numérica no implica necesariamente diversidad porque la diversidad requiere que existan diferencias sustanciales entre los individuos que conforman el conjunto. Carmen Aristegui ha llegado a ser un ícono en gran medida porque su voz es única y porque fluye valiente en sentido contrario al de la las otras voces, en su mayoría complacientes, presentes en la radio. Su salida de MVS debe servir para arrojar luz sobre los irracionales extremos a los que puede llegar la perversa relación que existe entre el poder y los medios.

La crítica de Aristegui ha sido borrada de la radio tan sólo de momento. Contrario a los que algunos quisieran, Aristegui no se irá. Gracias a las diversas plataformas que ofrecen los medios electrónicos independientes y las redes sociales, su público la ha podido cobijar y es probable que pronto encuentre la forma de ampliar su cobertura.

Aristegui se quedará y se quedará precisamente porque la mueve la misma causa que hizo que fuera, que sea y que vaya a seguir siendo siendo una luminaria estándar para el periodismo en mexicano. De los tamaños que mostremos como sociedad para defender y ampliar la fuerza que en ella se representa dependerá si transitamos hacia la reconstrucción de este país o si nos hundimos de nuevo en el oscurantismo del presidencialismo imperial.

Facebook: Antonio Salgado Borge

Twitter: @asalgadoborge

Antonio Salgado Borge
Candidato a Doctor en Filosofía (Universidad de Edimburgo). Cuenta con maestrías en Filosofía (Universidad de Edimburgo) y en Estudios Humanísticos (ITESM). Actualmente es tutor en la licenciatura en filosofía en la Universidad de Edimburgo. Fue profesor universitario en Yucatán y es columnista en Diario de Yucatán desde 2010.

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