¿Hay paz en Michoacán, o no la hay? Si la hay, el Estado no tiene razón de mantener a un comisionado especial del presidente allí, pero si no hay paz, entonces el funcionario fracasó en su misión y debe retirarse. Sea una u otra la circunstancia, el comisionado Alfredo Castillo debe salir de Michoacán.
Esta conclusión digna de Perogrullo la escribo porque, hace unos días y con la necesidad de alimentar mi optimismo, me asomé al surrealismo de Franz Kafka y comparé el mundo impenetrable, con su burocracia pesada e insensible, que nos describe el autor nacido en Praga en 1883, con nuestro país y confirmé que al menos en algo sobresalimos: Nuestra capacidad de supervivencia es mayor que la de los personajes del judío austrohúngaro.
Pero como la lectura de textos cansa y día a día aumenta la necesidad de observar el mundo mediante imágenes y vídeos, y considerando que la producción de telenovelas está muy lejos de transmitir ideas intelectualmente aceptables, busqué y descubrí una enorme biblioteca de producción surrealista, un canal dedicado al imaginario de ensueño: El Canal del Congreso.
Fue precisamente mientras estaba empeñado en esa tarea, cuando me topé con la comparecencia del comisionado especial Alfredo Castillo Cervantes en Michoacán y escucharlo justificar su permanencia ahí elevó nuevamente mi ánimo. Su México, el real para los funcionarios, sí tiene salvación, mientras que el nuestro, el surreal, sólo existe en la imaginación.
La diputada Lilia Aguilar, chihuahuense, comentó que su puesto es anticonstitucional, porque el representante del Estado es el gobernador y no el que sólo está comisionado ahí para coadyuvar con el Gobierno, a lo que Castillo contestó: “Quien afirma debe probar, si usted dice que mi puesto es anticonstitucional, debe comprobar que lo es y mientras no lo haga, mi posición ahí es totalmente legítima”.
En el México de Castillo ya existe otra Constitución, ajena a la surreal que indica que los funcionarios públicos federales sólo pueden hacer lo que expresamente les autoriza la misma y no existe la figura de “Comisionado Especial”. Según la de Castillo, los funcionarios pueden hacer todo menos lo que les prohíbe la ley, y como no están prohibidos los comisionados del presidente en los estados, estos son perfectamente legales.
Si así dice su ley, mejor sustituyamos a los gobernadores por comisionados del presidente y así evitamos problemas electorales cada seis años. En Chihuahua esto sería una buena idea, por ejemplo, porque ya una importante cantidad de ciudadanos está pidiendo la separación del mandatario estatal.
El siguiente comentario de la diputada fue: Usted dice qué ya se resolvió el problema de seguridad pública en Michoacán, entonces ya se cumplió su comisión, retírese del estado. Ante esta acusación, el comisionado respondió que “lo que sucede es que la inseguridad en Michoacán es un problema social; cuando los ciudadanos confíen en las instituciones del Estado, entonces habrá terminado mi misión ahí”.
Son increíbles los galimatías que usan los desempleados sistémicos para mantenerse aferrados a un puesto. Después agregó que es un enlace entre la federación y el Gobierno estatal, y que su papel es indispensable en Michoacán. “¡Wow!!!” como dice mi nieta de secundaria, inventó la figura de enlace institucional para los Estados.
Es admirable la rapidez con la cual se va construyendo una Constitución en el mundo de los funcionarios, y cómo la escrita se va transformando en un documento surrealista. Por eso aumenta cada día el número de esquizofrénicos entre los abogados, no saben dónde viven y terminan por asumir una doble personalidad.
La cuestión es fácil: ¿Hay o no hay paz en el estado? Si hay paz, no tiene razón tener de estar allí, y si no la hay paz, entonces fracasó en su misión y debe retirarse.
¿Qué diablos pues hace el comisionado Castillo en Michoacán?