“Hay que ir al boicot electoral”, dijo la semana pasada Javier Sicilia. “Hay que darle la espalda a las elecciones. Hay que decirles no [a los políticos]. Hay que exhibirlos en su corrupción y en sus redes de complicidad, dejándolos lo más solos que puedan [...]. No estoy cuestionando el método electoral; estamos, con esto, cuestionando a los jugadores: la mesa del juego está llena de criminales y de tramposos y sentarse a jugar con ellos, aunque sea con un voto en blanco, es legitimarlos”.
El llamado de Sicilia no es nuevo. En 2012 convocó, también, a no atender el llamado a las urnas. Algunos lo criticaron entonces y seguramente lo criticarán hoy. Pero si uno revisa el país; si uno analiza a los partidos y a sus políticos, podría darle la razón a Sicilia incluso con mayor facilidad que en 2012 porque queda claro que, efectivamente, la mesa del juego “está llena de criminales y de tramposos y sentarse a jugar con ellos, aunque sea con un voto en blanco, es legitimarlos”. Tlatlaya e Iguala son dos ejemplos contundentes de lo anterior, aunque no los únicos. Casos como el “casa blanca” o el de Grupo Higa exhiben lo peor del PRI, pero ese partido no está solo en el cochinero; PAN y PRD están por las mismas. Morena apenas postulará candidatos y tampoco tengo esperanzas: ¿qué puede ofrecer a una democracia un partido que no elige a sus candidatos democráticamente?
En general, ¿quién, en su sano juicio, puede votar por estos partidos? Y ni me entretengo con el Partido dizque “Verde” o a Nueva Tranza (o Alianza o lo que sea), que son simples satélites, rémoras del presupuesto.
Vea lo que sucede en la capital del país. Los ciudadanos deben decidir entre un partido de corruptos y corruptores como el PRI, un ineficiente PAN, un PRD ahogado en su propia suciedad o los ex priístas reciclados de Morena. Más de dos años de un patético Miguel Ángel Mancera parecieran sugerir al ciudadano que vote por otro partido que el PRD. Pero, ¿cuál otro partido? Los delegados, casi todos, se vieron involucrados en actos de corrupción, malos manejos, abuso de poder e ineficiencia. Y serán los que vayan por las diputaciones. ¿Con qué cara? De plano no quieren que la gente vote. Las opciones son, francamente, ridículas.
Vaya de norte a sur. Analice de qué se tratan los partidos y sabrá que la esperanza de un México mejor no está en ellos. En el sur, en Chiapas, el Gobernador Manuel Velasco gasta millones de pesos en su imagen en un estado con altos índices de pobreza. En el norte, un ex Gobernador de PRD, Narciso Agúndez, encarcelado por corrupto, tiene su propia isla; el mandatario de Chihuahua, César Duarte, es accionista de un banco. Rafael Moreno Valle, represor y abusivo, demostró lo peor de un gobernante y hasta se manchó de sangre. Mario López, Malova, entregando contratos a los amigos en Sinaloa. ¿Qué opciones tienen los ciudadanos? Si no es a punta de acarreo o de compra de voluntades, ¿quién podría, en sus sano juicio, salir a votar en este país donde los criminales también tiene credenciales de Diputado, Alcalde, Gobernador, Senador o Secretario?
No hay manera de explicar cómo puede representar una opción de gobierno el PRI de Veracruz, en manos de un ineficiente y violento Gobernador como Javier Duarte. No hay forma de que, en sus cabales, un mexicano salga con gusto a votar por el mismo partido de Luis Videgaray, de Eruviel Ávila, de Alfredo Castillo o de Miguel Ángel Osorio Chong. ¿Qué ofrecen esos nombres sino un México más violento, empobrecido, manipulado, ignorado, corrupto?
No creo que exista una sola razón para que el ciudadano se convenza de la oferta política. Esto independientemente de lo que piense Javier Sicilia. Cambiar, dirá cualquiera, ¿para qué? ¿Para validar que el país siga con los secuestros, las ejecuciones, las extorsiones, el robo descarado de recursos públicos y reparto de la riqueza entre unos cuantos?
No veo la manera en que los partidos puedan ofrecer un país mejor cuando los mismos verdugos del pasado inmediato ahora serán candidatos a otros puestos de elección popular. Cada vez es más claro que el sistema político utiliza los órganos electorales como plataformas para perpetuarse, simulando legalidad, en cargos que sólo usa para beneficiarse o beneficiar a sus familias. ¿Cómo puede un ciudadano ir conscientemente a las urnas?
El sistema de partidos en México ha hecho crisis. La clase política va en un tobogán hacia peor. No veo cómo el PAN, el PRI o el PRD puedan ofrecernos algo. No veo por qué Morena pueda ser una opción. Los ciudadanos nos hemos quedado solos; el país está en manos de corruptos y sinvergüenzas que necesitan de nosotros para validarse en el poder.
Entiendo los peligros que encierran el llamado de Javier Sicilia, sobre todo por el voto corporativo, que es el que termina apoderándose de los procesos electorales. Pero honestamente ya ni siquiera es un tema a discusión: ¿quién en su sano juicio podría salir a votar por semejantes políticos, por semejantes partidos? Lo pregunto con toda honestidad: ¿Votar por quién?
Ya lo decía el padre Alejandro Solalinde, también hace unos días: “[los políticos y funcionarios] ya no sólo no te defienden, sino que son tu principal enemigo...”