La calidad de un buen tomador de decisiones se refleja en su capacidad o impericia en el manejo de las crisis. Ante una situación especial y grave, las opciones muchas veces se reducen de tal manera que el éxito o el fracaso de una estrategia residen en buena medida en las habilidades de la persona.
Una de las estrategias consiste en lo que se conoce en el argot político como “amarrarse el dedo”. Supongamos que alguien tiene un problema incurable en esa parte del cuerpo: mejor amarrarla de una vez para amputarla que dejar que el mal se extienda a todo el brazo, haciendo más caro el remedio.
El Partido de la Revolución Democrática viene atravesando desde la tragedia de Iguala una severa crisis interna. Tanta que los únicos liderazgos que parecen mantener cierta solvencia son los “morales”. Frente a esto, la primera táctica fue evadir responsabilidad sobre sus funcionarios electos, diciendo que fue el Estado el responsable. Cierto, tenemos un déficit institucional severo como se habló la semana pasada en este espacio, pero la frase poco ayuda para definir responsables, presentar soluciones o siquiera para saber cuáles son las demandas que esgrimen o su agenda: tomarla literalmente sólo ayuda al partido que la acuñó. Es decir, es pensamiento totémico aplicado a la acción política.
Ayer, con motivo de la petición que hizo el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas de que la dirigencia perredista renuncie, Carlos Navarrete presentó un protocolo de transparencia: los candidatos van a transparentar sus intereses, se establecerá una base de datos sobre los candidatos y la administración de los fondos electorales correrá a cargo del Instituto Nacional Electoral (INE). A reserva de que la autoridad electoral lo acepte, ¿qué tan buena respuesta es esta ante la crisis?
Para empezar, la normatividad electoral vigente provee medidas en torno a los ingresos de los candidatos. Además, las recientes reformas en materia de transparencia hacen de los partidos sujetos del interés público, por lo que dejaron de tener su régimen especial en la materia.
¿Sería eficiente la creación de una base de datos sobre los candidatos? Dependerá de qué tan accesible es para el ciudadano común en términos de disponibilidad en bases de datos que puedan ser alimentadas, o si se puede consultar libremente.
Sin embargo parece interesante la propuesta de dejar al INE la administración de los fondos destinados a campaña. Se esperaría que una instancia ajena al partido asigne recursos de manera equitativa, reduciendo la posibilidad de que los grupos en pugna al interior del instituto político reclamen por sus asignaciones. Esa misma administración externa reduciría problemas como el prorrateo y mejoraría la vigilancia en el manejo de recursos; especialmente para aquellos grupos que cuenten con bases clientelares que inyecten recursos. Y si se maneja bien puede utilizarse como una ventaja en sus campañas, especialmente frente a los otros partidos de izquierda.
El único problema es que esta disposición le pondría mayor presión política al INE, pues los grupos al interior del partido acusarían a la institución de cualquier problema que surja. Y estas pugnas pueden afectar su imagen.
¿Desbandada en el PRD? Para hablar de ello habríamos que ver primero cuántos diputados y senadores terminan de irse a Morena. Es más, urgiría que dieran ese cambio si desean posicionar su oferta política de cara a las intermedias. ¿Por qué no lo hacen? Porque tendrían que renunciar a las posiciones políticas que tienen gracias al sol azteca, como comisiones y otras prebendas.
