1.

He llamado muchas veces corrupto al perredista René Bejarano aquí, en este mismo espacio. He dicho de él que no tiene mayor calidad moral que Elba Esther Gordillo.

Pero en la noche del sábado pasado, cuando sacaban cuerpos de fosas en Iguala, dio un dato. Difícilmente lo estaba inventando porque involucra a más personas. Dijo que en 2013, un testigo denunció al Alcalde perredista de Iguala, José Luis Abarca, por ejecutar al perredista Arturo Hernández Cardona. De hecho, habló de tres testigos.

Bejarano afirmó que se reunió con el Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, y le pidió que la Procuraduría General de la República (PGR) tomara el caso.

Agregó, durante los debates de la elección en la que el PRD pasó oficialmente a ser un satélite de Los Pinos:

“Tuve oportunidad después de esas dos solicitudes de hablar con el Procurador en persona. Le dije lo que me habían dicho los sobrevivientes, porque hubo tres testigos de esa masacre. Me narraron lo que vivieron, las torturas y la manera en que murió Arturo. Nicolás Mendoza Villa dijo: ‘Me atrevo a declarar porque no confío en las autoridades locales’, y la PGR no quiso atraer la investigaciones por motivos políticos.

“Me vi con Osorio Chong y le pedí que iniciara el juicio de procedencia. Nicolás dijo que cuando ejecutaron a Arturo, llegó el director de la Policía de Iguala y el Presidente José Luis Abarca y le dijo: ‘Me voy a dar el gusto de matarte, qué tanto me estás chingando con los fertilizantes’. Y ahí lo mató”.

Enciendo una veladora por los normalistas muertos y desaparecidos, que están muertos y desaparecidos porque en este país la vida vale menos que nada.

2.

12 de diciembre de 2011. Todos lo vimos. El perredista Ángel Aguirre Guerrero desalojó a balazos la Autopista del Sol. Dos estudiantes de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa murieron allí. El zipizape entre él y la sociedad civil no lo llevó a las disculpas. La impunidad se impuso. Nadie pagó por los dos muertos.

Matar estudiantes, en este país, no lleva a nadie a juicio; mucho menos a prisión.

Ángel Aguirre Rivero, como mínimo, es un verdadero pelmazo. La RAE:

pelmazo, za.

(De or. inc.).

1. m. y f. coloq. Persona tarda en sus acciones. U. t. c. adj.

2. m. y f. coloq. Persona molesta, fastidiosa e inoportuna.

3. m. p. us. Cosa apretada o aplastada más de lo conveniente.

4. m. p. us. Comida que se asienta en el estómago.

13 de septiembre de 2013. La tormenta tropical “Manuel” pegaba plena en Guerrero. Ángel Aguirre Rivero, en ese momento, era el anfitrión de una cena de gala. Al evento asistieron senadores y diputados federales (muchos del PRD) y funcionarios de la Sedesol (que dirige la ex perredista Rosario Robles), entre ellos el jefe de la Oficina de la Secretaría de Desarrollo Social, Ramón Sosamontes Herrera Moro, otro ex perredista acusado de corrupción durante los episodios conocidos como “videoescándalos” (a propósito de Bejarano).

En la foto oficial del evento, difundida mientras los cadáveres yacían bajo el lodo de la negligencia, el perredista Ángel Aguirre abraza a Rubén Figueroa Alcocer.

Sí, el mismísimo Rubén Figueroa Alcocer, el asesino de Aguas Blancas.

Allí, policía de Guerrero, siguiendo instrucciones de Figueroa Alcocer, dispararon en contra de un grupo de miembros de la Organización Campesina de la Sierra del Sur (OCSS) que iba a mitin político en Atoyac de Álvarez. 17 campesinos murieron. Figueroa Alcocer tuvo que renunciar.

¿Y saben a quién nombró de sucesor? A Ángel Aguirre Rivero.

Ahora se entiende la fiesta de gala, mientras el pueblo de Guerrero se hundía en el fango.

Ángel Aguirre Rivero es un verdadero cabroncito. Y les debo la definición de la RAE porque no existe.

Enciendo una segunda veladora por los normalistas muertos y desaparecidos, que están muertos y desaparecidos porque en este país la vida vale menos que nada.

3.

No hace tanto tiempo. Fue, apenas, entre abril y mayo de este año.

Allí, en donde ahora se arrebatan a la tierra los cadáveres que podrían ser de los jóvenes estudiantes normalistas, al poniente de Iguala, al pie del Cerro Gordo, entre las colonias colindantes (San Miguelito, La Joya y Monte Hored); allí mismo, este 2014 encontraron fosas clandestinas. Había 28 cuerpos.

No hay un solo detenido por esas 28 vidas destruidas. Ni uno.

Ahora díganme ustedes quién es Ángel Aguirre Rivero, que me he quedado sin recursos para nombrarlo.

Pero, además, díganme ustedes quién es Miguel Ángel Osorio Chong, porque esos crímenes debió investigarlos, además, el gobierno federal. Esos, y los que, de acuerdo con los nuevos datos, denunció René Bejarano.

Ángel y Miguel Ángel (Aguirre Rivero y Osorio Chong) no son ángeles, seguramente, aunque lo lleven en el nombre. Díganme, por favor, cómo los nombro.

Enciendo una tercera veladora por los normalistas muertos y desaparecidos, que están muertos y desaparecidos porque en este país la vida no vale siquiera una chingada.

Alejandro Páez Varela

https://www.sinembargo.mx/author/alejandro/

Periodista, escritor. Es autor de las novelas Corazón de Kaláshnikov (Alfaguara 2014, Planeta 2008), Música para Perros (Alfaguara 2013), El Reino de las Moscas (Alfaguara 2012) y Oriundo Laredo (Alfaguara 2017). También de los libros de relatos No Incluye Baterías (Cal y Arena 2009) y Paracaídas que no abre (2007). Escribió Presidente en Espera (Planeta 2011) y es coautor de otros libros de periodismo como La Guerra por Juárez (Planeta, 2008), Los Suspirantes 2006 (Planeta 2005) Los Suspirantes 2012 (Planeta 2011), Los Amos de México (2007), Los Intocables (2008) y Los Suspirantes 2018 (Planeta 2017). Fue subdirector editorial de El Universal, subdirector de la revista Día Siete y editor en Reforma y El Economista. Actualmente es director general de SinEmbargo.mx

@paezvarela

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