Esta semana el Gobierno de México asumió el liderazgo de la ilianza para el Gobierno Abierto (AGA) en el mundo. El Open Government Partnership es una apuesta global por impulsar la apertura y la rendición de cuentas de manera transversal en los aparatos e instituciones de gobierno de todos los niveles. El objetivo es que los ciudadanos puedan acceder en tiempo real a la mayor cantidad de información que de origen deba ser pública sin poner en peligro ciertos asuntos como la seguridad nacional. En pocas palabras: transparencia y más transparencia sin burocracia y sin candados gubernamentales.
La iniciativa es ambiciosa y avanzar en esa dirección implica de manera automática un mejoramiento del entramado democrático de cualquier país.
Pues bien, México asume el liderazgo justo en la coyuntura de saberse reprobado en materia de transparencia y rendición de cuentas. De acuerdo con el Índice de Acceso a la Información producido por Fundar, el promedio general de las leyes de Acceso a la Información de los estados es bastante bajo, se mantiene en el rango de leyes malas con 5.7. La comparación no sólo es con otras leyes en el mundo y con las leyes en México sino que se trata de una comparación con las mejores prácticas nacionales e internacionales. Somos, como dice el dicho: Candil de la calle y oscuridad en la casa.
En este contexto me gustaría agregar que la transparencia y la rendición de cuentas a la que tanto se resisten nuestros funcionarios en lo que toca a su desempeño y la fiscalización de los recursos públicos que administran, ha sido un tema largamente peleado por diversos entes de la sociedad civil, como la Red por la Rendición de Cuentas (RRC) que integra a a diversas organizaciones como Transparencia Mexicana, Article 19, el CIDE, CIDAC, entre otras.
Uno de los ejes de la Alianza por el Gobierno Abierto es la construcción de Parlamentos Abiertos. Esta otra Alianza fue firmada también el martes 23 de septiembre por el Congreso Federal.
Y mire usted que coincidencia, uno de los poderes más opacos de este país es precisamente el Poder Legislativo. En la contradicción antidemocrática más absurda se sabe que quienes menos rinden cuentas de su trabajo a los ciudadanos son aquellos que se dicen sus representantes directos.
Diputados y senadores niegan de manera continua y cínica solicitudes de información que provienen de ciudadanos, medios de comunicación y centros de investigación que buscan conocer sobre su desempeño. Las solicitudes suelen dirigirse a temas sensibles y pertinentes como los gastos de los legisladores, que ya se sabe incluyen viáticos de cantinas y spas, boletos de primera clase, salones de belleza y hasta boleros. Niegan también el detalle de cómo aplican los recursos que les confiamos; así como la comprobación de los costos de sus gestiones. A menudo alegan “razones” tan burdas como la seguridad nacional o la privacidad personal. Como si transparentar el costo de un boleto de avión pusiera en riesgo la estabiidad del país.
En el mismo tenor, para los Congresos Locales la cosa no es muy distinta. Al contrario, los Congresos de los estados se distinguen por contar con leyes orgánicas arcaicas y poco funcionales, portales de internet con el mínimo de información que incumple hasta los requisitos de oficio y prácticas burocráticas para desanimar a cualquier ciudadano interesado en conocer de su trabajo. Esta configuración sirve de coraza para todo tipo de prácticas de opacidad y corrupcion que aleja a los legisladores de su esencia representativa.
Los resultados de esta debilidad institucional son evidentes: los poderes legislativos estatales ejercen un nulo contrapeso versus el Poder Ejecutivo. Los gobernadores los controlan sin mayor problema y los "obligan" a aprobar leyes a su conveniencia a través de la prebendas, los favores y las viejas prácticas políticas del autoritarismo. Pasamos, como tanto se ha repetido, del Rey Presidente a los Virreyes Gobernadores.
Pues bien, la mezcla de estos factores: la firma de la Alianza por el Parlamento Abierto de la que México forma parte y la opacidad del Poder Legislativo a nivel nacional, tanto en la esfera federal como en la estatal, ha servido de caldo de cultivo para que en el estado de Sinaloa un colectivo de ciudadanos, expertos, medios de comunicación y organizaciones de la sociedad civil del más diverso propósito, se unieran para empujar y proponer una iniciativa pionera e innovadora denominada “Congreso Abierto Sinaloa”
Congreso Abierto Sinaloa.
#CongresoAbiertoSinaloa tiene entre sus objetivos impulsar la participación ciudadana, sumar las diversas causas que impulsan a la sociedad civil organizada, pugnar por la transparencia y la rendición de cuentas en el congreso local y, con ello, llevarlo a un nivel de desempeño destacado con los más altos estándares de Parlamento Abierto.
Aquí un video explicativo del proyecto y su plataforma de información:
En su primera etapa, el proyecto incluye dos apartados:
• "Ve por tu Diputado" que contiene indicadores de desempeño personalizado por cada uno de los 40 legisladores: el porcentaje de asistencia, la orientación de sus votaciones y las iniciativas que ha presentado cada legislador; y
• "Adopta una Comisión" que da seguimiento al trabajo de las 27 comisiones, permitiendo a la ciudadanía registrarse y enterarse qué está haciendo la comisión de su interés. Incluye el perfil de ciudadanas y ciudadanos que monitorean directamente cada una de las comisiones.
Dentro del colectivo participan como observadores ciudadanos los capítulos sinaloenses del Parlamento Ciudadano, Mexicanos Primero y Coparmex; además de organizaciones locales de la sociedad civil como Iniciativa Sinaloa. La plataforma la proporciona el periódico Noroeste.
La iniciativa se presentó también el Martes 23 de septiembre con la presencia del Presidente de la Mesa Directiva del Congreso, Adolfo Rojo Montoya y el Presidente de la Junta de Coordinación Política, Jesús Enrique Hernández Chávez. Quienes acusaron recibo del proyecto y prometieron total apertura ante las propuestas y exigencias de transparencia del Colectivo.
Aún con el sabor de boca de un cierto éxito relativo que representa el haber congregado a ciudadanos, observadores, académicos, medios de comunicación y, obviamente, diputados, es prudente recordar que falta mucho trecho por recorrer.
Las promesas de colaboración de los diputados y su cordial saludo de bienvenida a un proyecto de intervención ciudadana de esta naturaleza no evitarán que se ponga en jaque su arraigada visión patrimonialistas del poder. Allí está el reto: veremos si en verdad los diputados terminan de entender que el Congreso y su trabajo pertenecen a los ciudadanos que los eligieron y no a ellos porque resultaron elegidos.
Para conocer a detalle los objetivos, integrantes y la información que automatiza y transparenta el sitio hay que accesar al sitio de Politicante @politicantemx www.politicante.mx. La plataforma es pública, abierta, amigable y puede ser consultada por cualquier persona interesada desde cuaquier lugar.
Concluyo.
La historia reciente nos ha enseñado que la democracia a la que aspiramos los mexicanos tiene un carácter ambivalente: a veces parecemos acercarnos muchísimo y a veces –las más- parece quedarnos muy lejos. Por cada paso que damos en tener elecciones funcionales y limpias, transparentar la aplicación de los recursos o conquistar la correcta legislación de algún derecho; de regreso tenemos siempre algún nuevo escándalo de corrupción, algún nuevo dejo de patrimonialismo ramplón, alguna nueva muestra de cinismo por parte de gobernantes que censuran medios o se coluden con el crimen organizado.
En este ambiente agridulce, no es casualidad que las buenas noticias vengan siempre desde la esfera ciudadana. Las historias de personas y organizaciones que emprenden tareas que se antojan imposibles nos inspiran a diario. Son ellos, quienes con la intención de subsanar necesidades o defender derechos fundamentales, llenan los vacíos de autoridad que deja el gobierno a su paso.
No soy ingenuo. La participación Ciudadana no es la panacea ni la isla de la fantasía. Como todo espacio de construcción colectiva conlleva roces, disensos y desencuentros; pero también produce creatividad, innovación y acuerdos fecundos para bien de las comunidades donde se desarrolla.
En Sinaloa se da ahora un primer paso que no es ni será el mejor, tampoco el único, porque esa es la naturaleza preciosa de la participación y el involucramiento ciudadano en la arena política: una manifestación de pluralismo, inclusión social, proyecto compartido. En pocas palabras, la democracia como cosa simple, cotidiana.