El Dr. Dwight Lundell, reconocido cardiólogo estadounidense, tras 25 años de experiencia y con más de 5,000 operaciones a corazón abierto, declaró que era necesario señalar el error en que la medicina y la ciencia habían incurrido durante décadas y el daño que esto había provocado. El asunto no es menor… se estima que en México murieron en 2013 más de 70 mil personas por enfermedades cardiovasculares. El Dr. Dwight se refería a cómo la terapia prescrita para controlar las enfermedades cardiovasculares se ha venido centrando, de manera equivocada, en reducir el colesterol y desarrollar dietas bajas en grasa. La atención se centró equivocadamente en las grasas saturadas, especialmente en las grasas de origen animal. El descubrimiento realizado hace algunos años en el sentido de que la inflamación de las paredes de las arterias es la verdadera causa de las enfermedades del corazón, y que ésta no tiene que ver con las grasas, está llevando a modificar el paradigma de cómo tratar las enfermedades cardiovasculares y varias enfermedades.
El especialista señala que las dietas que se han venido recomendando han creado una epidemia de obesidad y diabetes que se ha convertido en una plaga histórica en términos de mortalidad, sufrimiento humano y consecuencias económicas. Sin la inflamación presente en el cuerpo no existe manera que el colesterol se acumule en las paredes de las arterias y cause daños cardiovasculares y ataques al corazón. Sin la inflamación, explica, el colesterol se mueve libremente, es la inflamación la que causa que el colesterol quede atrapado.
Lo anterior no implica que el alto consumo de grasas saturadas no represente un riesgo para la salud, tampoco que la alta ingesta de alimentos no esté en el origen de muchos de estos padecimientos crónicos. Sin embargo, lo que se plantea es que la mirada estaba equivocada, no se estaba atacando el origen principal de este padecimiento.
El reconocido cardiólogo explica que la inflamación ocurre cuando el cuerpo reacciona de manera defensiva frente a un agente invasor externo como una bacteria, un virus o una toxina. Si nos exponemos de manera rutinaria, permanente, a la agresión de alimentos que el cuerpo no está diseñado a procesar, se presenta una inflamación crónica. Si la inflamación es una defensa benéfica contra un agente externo, cuando la inflamación es crónica, es decir, permanente, se convierte por sí misma en una grave amenaza a la salud.
El Dr. Dwight pone como ejemplo al tabaquismo como una situación que se repite y agrede al organismo de manera recurrente. Sin embargo, lo distingue del consumo de los alimentos que están provocando la inflamación permanente: refiere que en el tabaco se trata de un caso donde la elección se hace al menos con cierta consciencia del daño. Señala que nosotros hemos seguido una serie de recomendaciones provenientes de los médicos y la medicina de llevar una dieta baja en grasas, sin alertarnos del daño de los carbohidratos y las grasas polinsaturadas (presentes en los aceites vegetales) sin saber que estamos provocando permanentemente una agresión a nuestro organismo. Esta agresión recurrente crea una inflamación crónica que lleva a enfermedades del corazón, ataques , diabetes y obesidad.
“Déjenme repetir: el daño y la inflamación en nuestros vasos sanguíneos es causado por la dieta baja en grasas recomendada por años por la corriente dominante de la medicina. ¿Quiénes son los principales responsables de la inflamación crónica? Sumamente sencillo, se trata de la suma de simples y altamente procesados carbohidratos (azúcar, harina y todos los productos elaborados con ellos) y el excesivo consumo de omega-6 presente en los aceites vegetales de soya, maíz y cártamo que se encuentran en muchos alimentos procesados”, indica el Dr. Dwight.
La evidencia sobre las principales causas de la obesidad le está quitando también responsabilidad a las grasas y se la está transfiriendo a los carbohidratos, en especial a los carbohidratos refinados como el azúcar y las harinas. Estudios recientes confirman que las personas que llevan una dieta baja en carbohidratos y que comen más grasa, pierden más peso que las personas que siguen una dieta baja en grasas y alta en carbohidratos.
La evidencia también está demostrando que las personas pueden reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares comiendo menos carbohidratos y más grasas, a excepción de las grasas hidrogenadas o grasas trans, al tiempo que se reduce el peso.
El último estudio al respecto fue financiado por los Institutos Nacionales de Salud de los Estados Unidos y consistió en prescribir una dieta, por un año, alta en carbohidratos y baja en grasa, y otra dieta alta en grasa y baja en carbohidratos a un grupo de 150 hombres y mujeres.
Uno de los más destacados estudiosos de la epidemia de obesidad y uno de los autores del estudio “Global Burden of Diseases”, el Dr. Dariush Mozaffarian señaló: “De acuerdo a lo que conozco, este es el primero de los estudios de largo término que proporcionó estas dietas sin restricciones calóricas. Muestra que reducir el consumo de carbohidratos ayuda a perder peso sin poner atención en las calorías consumidas. Y esto es realmente importante ya que uno puede cambiar más fácilmente lo que come que tratar de bajar su ingesta de calorías”.
Varios médicos y nutricionistas han argumentado en contra de las dietas bajas en carbohidratos considerando que inducen a un mayor consumo de grasas saturadas lo que provoca mayores niveles de colesterol y riesgos cardiovasculares. El estudio muestra lo contrario. Al final del estudio, las personas con la dieta baja en carbohidratos pero alta en grasas presentaba marcadores de inflamación y triglicéridos (grasa en sangre) reducidos y el llamado colesterol bueno presentaba buenos niveles. Estas personas también bajaron su riesgo de ataques al corazón para los próximos diez años de acuerdo a mediciones realizadas bajo las fórmulas del riesgo de Framingham.
En México tenemos el mayor consumo de bebidas azucaradas y pastelillos en el mundo. Este es un indicador clave del deterioro de nuestros hábitos alimentarios que nada tienen que ver con la dieta tradicional. Los resultados están a la vista, al presentar uno de los mayores índices de mortalidad por diabetes y enfermedades cardiovasculares en el mundo. Sin embargo, la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios entregó el diseño de las regulaciones para el etiquetados y la publicidad de los alimentos altos en estos compuestos, que provocan una inflamación crónica en nuestro organismo, a las propias empresas que los producen y comercializan.