El Informe de la Sociedad Civil I

04/09/2014 - 12:04 am

Gracias a la alternancia política por la llegada de Vicente Fox y el PAN a la presidencia, la libertad de expresión en México vivió un momento feliz. Por primera vez los periodistas y medios de comunicación pudieron expandir su agenda, incluir los temas prohibidos y hacer las preguntas incómodas.

Acaso el mayor de los aciertos de Vicente Fox como Presidente fue un “dejar pasar”. Al permitir la crítica, incluso al extremo de unas toallas carísimas pagadas por la oficina de la presidencia, Fox contribuyó a la consolidación de una libertad colectiva clave para el desarrollo democrático de un país. Este acierto tuvo un efecto multiplicador: la libertad de expresión trascendió a los medios y alcanzó a la sociedad civil.

Las hasta entonces asociaciones civiles de corte meramente filantrópico o asistencialista encontraron nuevos mecanismos de investigación, nuevos canales de comunicación y experimentaron cada vez con mejores estrategias de incidencia ciudadana.

Con Calderón la movilización ciudadana alcanzó otros niveles como reacción a la escalada violenta que nos lastimó a todos. Casos tan emblemáticos como los de los hijos de Javier Sicilia y de Alejandro Martí conmovieron a todo el país, sacaron de su comodidad a las élites y las orillaron a marchar codo a codo con las víctimas colaterales del eslabón más golpeado por la violencia, las familias humildes de desaparecidos, asesinados y secuestrados. Las marchas tenían un objetivo: exigir verdad y justicia. Exigir.

La elección presidencial de 2012 sirvió para dar un paso más en la evolución historica de la movilización civil en México. El desencuentro del entonces candidato Peña Nieto con los alumnos de la Universidad Iberoamericana, sumado a un pésimo manejo de crisis por parte de su equipo hizo que, por primera vez, aquellos jóvenes apáticos de la generación millenial a los que solo interesan sus asuntos y sus smartphones, usaran sus amplias habilidades sociales y cibernéticas para configurar el #YoSoy132. Un movimiento de germen auténtico que entusiasmaba a cualquiera.

Hoy, a dos años de gobierno de Enrique Peña Nieto, la efervescencia y el entusiasmo por aquellos movimientos ha declinado. Muchos de ellos se desdibujaron y politizaron. Además, a fuerza de desempleo, una violencia que no amaina y una crisis que nos golpea a todos en los bolsillos, los ciudadanos han tenido que volcarse a satisfacer sus necesidades más prioritarias: sacar adelante a sus familias, pagar sus impuestos y dar de comer a sus hijos. Pareciera que no hay tiempo ni recursos para andar apoyando causas en las calles o inventar movimientos sociales cuyo beneficio no se antoja ni inmediato ni concreto.

Pero aunque esa fuera la percepción, aquellos movimientos abrumadores dejaron una huella valiosa e indeleble: Sicilia dejó el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad; Martí conformó México S.O.S. y, tanto a nivel estatal como federal, cada día podemos atestiguar el surgimiento de movimientos ciudadanos con objetivos diversos y naturalezas cada vez más creativas.

Sin atreverme a configurar una lista exhaustiva, en el norte podemos mencionar Evolución Mexicana A.C. @EvolucionMexC con Lorenia Canavatti y Tatiana Clouthier peleando por mayores espacios de participación; o @ViaCiudadana con su original “@Corruptour” (un recorrido guiado a través de los monumentos a la corrupción neoleonesa). En todo el país destaca el valioso rol productor y difusor de conocimiento sobre políticas públicas de FUNDAR @FundarMexico, Centro de Investigación y Análisis. Abundan ya los semáforos y los observatorios como @MexicoComoVamos. Y sin duda, el surgimiento de los diversos grupos de autodefensas, sobre todo en el estado de Michoacán, constituye el caso más emblemático de ciudadanos empoderados al extremo de las armas.

Tengo la certeza que el germen ciudadano en México está allí. Lo veo, lo leo y lo escucho a diario. En el periódico que dirijo, recibo cada semana algún grupo de ciudadanos que “quiere hacer algo” por su comunidad. Unos más claros que otros, pero todos con las mismas ganas. Las causas pueden ser mascotas, bicicletas, donación de órganos, desarrollo urbano… pero encuentran siempre una intersección con el diseño de políticas públicas. Allí radica lo más valioso.

Cada vez prefiero seguir a más cuentas de Twitter de organizaciones de la sociedad civil que de medios de comunicación. Me parece que están más cerca de la gente, conocen mejor los problemas reales de los sectores y tienen más conocimiento, información y herramientas metodológicas para afrontarlos. Mientras que la credibilidad e independencia de muchos medios locales y nacionales se quiebra a fuerza de propaganda y publicidad oficial, la voz de muchos organismos civiles se fortalece en la medida en que incrementan su capital social.

México encabeza en Latinobarómetro la lista del desencanto democrático. Según diversas encuestas, estamos enojados por la falta de empleo, la distribución del ingreso y la inseguridad. Nos molesta cada vez más que el 1% de la población concentre casi el 40% de la riqueza del país y que eso nos vuelva más pobres, más vulnerables y más inseguros. Vaya, no es que todos los mexicanos conozcan la cifra: la desigualdad es evidente.

Ese desencanto puede explicar en gran medida los bajos niveles de participación ciudadana de los mexicanos, comparados con Estados Unidos u otras democracias avanzadas. Pero aún asi creo que tenemos ya casos de éxito donde a fuerza de organización y presión ciudadana las cosas han empezado a caminar de forma diferente en el aparato de Gobierno. Casos donde el rol de líderes sociales bien soportados por estructuras organizadas, logran pesar lo suficiente como para empujar proyectos y modificar decisiones de alcaldes, gobernadores y diputados.

Me detengo en dos ejemplos, uno nacional y otro estatal. La estrategia mediática y de cabildeo político del colectivo #ReformaPolíticaYA, integrado mayoritariamente por jóvenes universitarios, hizo posible que ciertos temas de la agenda ciudadana se mantuvieran en la iniciativa inicial para la Reforma Político-electoral: instrumentos como la consulta popular, la figura de reelección en legisladores y alcaldes, las candidaturas independientes, entre otras, que si bien se aprobaron con candados partidistas y condiciones de inequidad, vale celebrar que ya existen y ahora el paso siguiente es perfeccionarlas a golpe de litigio y seguimiento.

El otro caso es la reciente derogación de la #LeyMordaza en Sinaloa. Una ley orgánica para la Procuraduría de Justicia del Estado que se tomó el derecho de legislar para regular el trabajo de medios y periodistas. La Ley incluyó en el artículo 51 Bis diversos enunciados que violaban los derechos humanos de acceso a la información y la libertad de expresión. La Ley fue calificada por los legisladores locales y el propio Gobernador Mario López Valdez como un “error”. Sin embargo, fue promovida como iniciativa preferente, dispensada su discusión y segunda lectura, aprobada en unanimidad y publicada en la edición vespertina del mismo día del Periódico Oficial del Estado. Vaya contradicción: un error legislado “fast track”.

Ante el agravio insólito y en un hecho inédito en el país, los medios de comunicación de Sinaloa se organizaron, emitieron su postura a través de desplegados y marcharon para exigir la derogación inmediata del artículo. Pero no lo hicieron solos, a las marchas en todo el estado se sumaron líderes de la sociedad civil, empresarios y ciudadanos. Días después, previa presencia de los medios en las reuniones de comisiones, los diputados derogaron la ley. La pereza y la comparsa de los legisladores fue evidenciada a los ojos de los sinaloenses. La nota le dio la vuelta al mundo. Hoy el Congreso de Sinaloa hace spots de radio anotándose el mérito de saber escuchar y corregir sus errores. La presión funcionó.

Traigo estos casos al artículo para referirme al segundo informe del Presidente Enrique Peña Nieto. Un informe que fue más bien un mensaje. Una venta de futuro y una solicitud atenta de paciencia. El núcleo del mensaje: México se mueve, era necesario que lo hiciera después de haber estado detenido durante 12 años. Cabe aquí la pregunta: ¿quién lo detuvo durante todo ese tiempo? La respuesta requiere un mínimo de memoria para dar con el culpable: el partido en el poder. Recuerden que fue el PRI quien se opuso a toda agenda reformista durante los sexenios de Fox y Calderón. El PRI no supo ser oposición. Obstaculizó durante 12 años los pobres intentos del panismo con el objetivo de volver al poder. Pero vamos, tampoco el PAN supo ser Gobierno. No puede negarse la impericia política, la monotonía del discurso y el maltrato a la oposición por parte de los Presidentes panistas. Así no se llega a ninguna parte.

Peña Nieto lleva ya dos años en la Presidencia y a su diagnóstico crítico del “México Detenido” vale agregarle que durante su mandato México se ha detenido aún más. Con un crecimiento económico de 1.1% en 2013 y la continua modificación a la baja de la expectativa de crecimiento para 2014 que ya va en 2.5%, la pregunta que todos nos hacemos es si para aprobar la amplia agenda reformista era necesario parar en seco un país de casi 120 millones de habitantes.

Tengo dos teorías al respecto: o bien la estrategia fue drenar el flujo financiero de los estados para disminuir el poder de los Gobernadores y tener margen de maniobra política con el Pacto por México; o bien la idea era crear el “ambiente” que soportara el diagnóstico de un México estancado; pero que en la realidad y los indicadores no lo era tanto (al final del sexenio de Calderón el promedio del PIB rondaba el 4%). Una más maquiavélica que la otra, ambas huelen a pragmatismo puro, ambas apuntan al grupo en el poder.

La estrategia funcionó y Peña Nieto tuvo su Día del Presidente. Pudo el martes presumir su capacidad de operación política (no en balde agradeció y reconoció a los líderes de la izquierda que encabezan el Poder Legislativo). Pudo enumerar sus 11 reformas con un impecable arranque: hablar primero de lo que mas duele a los mexicanos, la seguridad. Pudo explicarlas una a una ante un selecto auditorio en Palacio Nacional. Pudo dar pormenores de su urgencia, su pertinencia y sus alcances apoyado en sendas pantallotas que fueron replicadas en los canales de televisión. Y tuvo este miércoles la atención de todas las portadas de los periódicos nacionales.

Las notas de ocho columnas se las llevaron los anuncios de un nuevo Aeropuerto Internacional para la Ciudad de México (el cual será construido por el yerno de Carlos Slim y el prestigiado arquitecto Norman Foster), la construcción de una nueva línea del Metro y el cambio del programa Oportunidades por Prospera.

Si la opinión pública de México siguiera dependiendo exclusivamente de los grandes medios de comunicación nacionales, los niveles de aprobación del Presidente no estarían por los suelos.

Y es que la realidad se impone. Y afortundamente encuentra otras plataformas para difundirse. La denominada “sociedad red” permite ahora que organismos internacionales y nacionales puedan contar a los mexicanos, a través de informes, reportes y análisis, una versión más precisa de la realidad que viven.

La sociedad “en general” no existe. Existe la sociedad organizada. La que es capaz de reunirse y generar consensos sobre un proyecto compartido. Para generar ese consenso se requiere que haya conversación. Estoy convencido que quienes pueden narrar con mayor comprensión nuestra realidad son aquellos colectivos de ciudadanos que la estudian y la confrontan a diario: las OSC’s (organizaciones de la sociedad civil), las ONGs, AC’s, IAP’s, Centros de Investigación, Observatorios, Semáforos, etc.

El informe de la presidencia fue la metáfora del país que se detiene a tomar aire porque está listo para saltar. ¿Cuál hubiera sido el informe del estado de la nación si lo hubiera realizado la Sociedad Civil de México?

Dejaremos ese informe para la próxima entrega. Se aceptan sugerencias.

Adrián López Ortiz
Es ingeniero y maestro en estudios humanísticos con concentración en ética aplicada. Es autor de “Un país sin Paz” y “Ensayo de una provocación “, así como coautor de “La cultura en Sinaloa: narrativas de lo social y la violencia”. Imparte clase de ética y ciudadanía en el Tec de Monterrey, y desde 2012 es Director General de Periódicos Noroeste en Sinaloa.
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