Un bicho terrible: el ébola

31/08/2014 - 12:03 am

Los parásitos son parte de nuestra historia y de la historia de la vida en general. Todas las especies son atacadas por algún bicho parásito en algún momento de la vida. Quien no recuerda algunos días de infancia lleno de ronchas, acostado sin ánimo de jugar, sintiéndose miserable por culpa de algún bicho parásito, virus o bacteria dependiendo del caso. Casi siempre después de algunos días de malestar, nuestro cuerpo vuelve a la vida y se deshace de los bichos gracias a nuestro sistema inmunológico. Sin embargo hay ciertos parásitos que nos marcan de por vida y pueden dejar huellas importantes en nosotros, como la sordera ocasionada por el virus del sarampión en niños desnutridos, pero no son fatales en la mayoría de los casos, mientras que hay otro grupo de parásitos, lo más patogénicos, de los cuáles muy pocas personas logran sobrevivir, este es el caso del virus de ébola.

El virus del ébola ha estado en el inconsciente colectivo desde que soy niña como una de las peores enfermedades sobre la faz de la Tierra, sin embargo parecía que era algo que no ocurría en nuestro universo cercano, era una enfermedad que estaba circunscrita a una muy pequeña región del planeta, y por lo tanto no parecía ser una amenaza evidente, siempre y cuando no te acercaras a los países del centro de África.

Recientemente, por desgracia, se registró (y sigue estando vigente) un nuevo brote de ébola, con la novedad que en esta ocasión no era en Congo o en Zaire sino en Guinea, a varios miles de kilómetros de distancia, ¿cómo fue que un virus que era endémico de una región por tanto tiempo se movió radicalmente de lugar? Hay dos hipótesis fundamentales, la primera está relacionada con los murciélagos. El virus del ébola se ha encontrado en varias especies de mamíferos, incluyendo a los murciérlagos, sin embrago solo se comporta como parásito patogénico en el caso de los monos y los humanos, por lo tanto el resto de los mamíferos son portadores pero no se enferman. La cuestión es que los murciélagos que son portadores, que por cierto no chupan sangre sino son frugívoros del bosque, son consumidos en muchas poblaciones de África occidental y por lo tanto se especula que los habitantes de Guinea y Sierra Leona pudieran haber consumido carne de murciélagos y otros animales de monte que fueran portadores del bicho, y que se infectaron. No obstante, aún queda la duda de cómo los murciélagos de mil kilómetros de distancia de la zona endémica de ébola se contagiaron, puesto que a pesar de ser voladores, no se trasladan a esas regiones. De alguna manera tuvo que haber llegado un animal enfermo que los contagiase.

La segunda hipótesis es bastante tenebrosa porque está relacionada con el tráfico de animales silvestres. Se tiene bien conocida una ruta de contrabando de animales africanos del centro del continente hacia las costas del cuerno de África, en donde gorilas y chimpancés son embarcados hacia destinos en Asia y Oceanía. Según este argumento, algún gorila y chimpancé infectado con ébola tuvo contacto con pobladores de Guinea, y ahí comenzó el nuevo foco de infección. Sea cual fuere la ruta de invasión de la enfermedad, está causando los peores estragos desde su primera detección en 1976 en una aldea de la República Democrática del Congo situada junto al río Ébola, de ahí su nombre.

Según el reporte de la Organización Mundial de la Salud, hasta el 19 de agosto en los países donde se observa el brote de ébola (Guinea , Liberia, Sierra Leona y Nigeria) más de 2,200 personas estaban infectadas y 1,200 habían fallecido. De estas 2,200 muy pocas sobrevivirán puesto que la tasa de mortalidad por infección es superior al 90%, es decir que el sistema inmunológico de la mayoría de los humanos no puede con el virus. Sin embargo, los datos más recientes apuntan a que el número real de infectados puede llegar a 20,000, por lo que la situación es crítica.

El virus del ébola se transmite por contacto directo con sangre y fluidos corporales de humanos y de otros animales infectados, de ahí la facilidad de su expansión. Su periodo de incubación puede ir de 2 a 21 días de haber estado en contacto con un paciente o animal enfermo. El virus altera las células endoteliales que recubren de los vasos sanguíneos por su parte interna así como la coagulación, cuando son dañados lo vasos sanguíneos por este virus, las plaquetas no pueden hacer su trabajo de coagular y lo pacientes se desangran.

Además es una región que ha sido devastada por guerras civiles y hambrunas y por lo tanto la población tiene muy bajos niveles de alimentación que dificultan aún mas la lucha contra el bicho. El programa mundial de alimentos de la ONU (PMA) está trabajando en colaboración con la OMS para alimentar a las personas que se encuentran en las zonas de acceso restringido, pues se calcula que hay alrededor de un millón de personas que podrían estar en riesgo de no tener acceso a alimentos.

Para detener la epidemia se necesitan de un esfuerzo internacional coordinado que implica tanto la investigación básica para encontrar vacunas y medicina eficaces como para atender a los enfermos y sus familiares. Ojalá exista la sensibilidad en nuestros gobernantes para tomarse en serio la epidemia de este terrible bicho.

Ek del Val de Gortari
Soy bióloga egresada de la UNAM y después realicé un doctorado en ecología en el Imperial College del Reino Unido. Actualmente trabajo en el Centro de Investigaciones en Ecosistemas de la UNAM en Morelia y coordino la Licenciatura en Ciencias Ambientales de la ENES-Morelia también de la UNAM. Dedico mis días a tratar de entender cómo funcionan las interacciones entre las plantas y los herbívoros que se las comen. Me gusta trabajar en las selva y también estoy interesada en entender como se modifican las interacciones entre especies cuando hay alteraciones en los ecosistemas, por lo que estoy trabajando en campos agrícolas y en ambientes restaurados. Considero que la visión que la ciencia aporta a la vida cotidiana es muy importante, por eso me gusta escribir textos de divulgación científica y procurar que un mayor número de gente conozca las maravillas que hemos aprendido y descubierto. En particular escribo sobre bichos porque son seres considerados abominables en el inconciente colectivo, que cuando nos detenemos un poco a observar y entender mejor, se vuelven maravillosos.
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