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Francisco Ortiz Pinchetti

19/08/2014 - 12:00 am

El ‘nuevo PAN’ de Ernesto Ruffo

Ahora sí que pueden contarse con los dedos de una mano, como suele decirse,  a los líderes panistas que no han denigrado al partido fundado por Manuel Gómez Morín en 1939. Uno de ellos se llama Ernesto Ruffo Appel. Si tuviera que escoger sólo dos de sus cualidades, yo lo definiría como un hombre sencillo […]

Ahora sí que pueden contarse con los dedos de una mano, como suele decirse,  a los líderes panistas que no han denigrado al partido fundado por Manuel Gómez Morín en 1939. Uno de ellos se llama Ernesto Ruffo Appel. Si tuviera que escoger sólo dos de sus cualidades, yo lo definiría como un hombre sencillo y como un político congruente. Luego de varios años sin vernos, nos encontramos hace unos días en su oficina de senador por el estado de Baja California, entidad que gobernó entre 1989 y 1995.

Fue precisamente durante su campaña electoral de aquel entonces que nos conocimos, él como exalcalde de Ensenada (1986-19899) y candidato del Partido Acción Nacional a la gubernatura, yo como reportero del semanario Proceso. Fui testigo de su histórico triunfo el 2 de julio de 1989, con una votación a su favor de casi 53 por ciento, hace justamente 25 años. Y también me tocó presenciar su toma de posesión como primer mandatario estatal no priista de la historia en el país, a los 37 años de edad, el primero de noviembre de ese año, a la que asistió por cierto el entonces presidente –en proceso de legitimación--  Carlos Salinas de Gortari. Hice después un reportaje sobre los drásticos cambios que implicó la incipiente alternancia, tanto en el ámbito político como en las relaciones personales, la economía local y hasta la vida cotidiana de los bajacalifornianos. Recuerdo que inclusive los meseros de los “desayunaderos” políticos de Mexicali se quejaban de la ausencia de las suculentas propinas de la época priista.

“Después de setenta años, Manuel Gómez Morín le ganó el debate al general Cárdenas”, me dice de entrada, sonriente, con la actitud de un chamaco que ha tenido una feliz ocurrencia.  Se refería por supuesto a la recién aprobada reforma energética, que él apoya en términos generales. “Finalmente prevalecieron los argumentos de nuestro fundador”.

Ruffo Appel lamenta, pero dice entender, la indiferencia de la dirigencia nacional del PAN que encabeza Gustavo Madero Muñoz ante el XXV  aniversario de su victoria en Baja California. “Les valió madre”, acepta el político de 62 años de edad. Y es que en realidad, platica, los panistas –al igual que los priistas, por cierto—  nunca supieron qué hacer conmigo; “como que les resultaba incómodo un panista triunfador, luego de décadas de descalabros metidos en la famosa brega de eternidad. Y luego un neopanista, como entonces me tildaron”.  Tampoco hubo referencia alguna por parte del CEN del PAN al primer gobierno estatal panista cuyo desempeño fue tan eficiente que le ha permitido a ese partido conservar su hegemonía en esta entidad fronteriza durante cinco sexenios consecutivos. Entre otras muchas cosas, el gobierno de Ruffo Appel saneó las finanzas públicas, redefinió las relaciones del poder con los medios de comunicación (luego de hacer pública, no sin escándalo,  la relación detallada de los “chayos” que sus antecesores priistas entregaban a periodistas locales) e introdujo por primera vez  en el país la credencial de elector con fotografía.

Lo que le parece menos explicable es que, independientemente de sus méritos personales, su partido no valore aquel triunfo como el primero de una serie de avances que culminaron en el año 2000 con la conquista de la Presidencia de la República, con la llegada de Vicente Fox Quesada a Los Pinos. “Fue una epopeya que se logró después de años y años de luchas electorales, fraudes, movilizaciones, represiones y victorias primero municipales y luego estatales: después de Baja California, Chihuahua, Guanajuato, Jalisco, Aguascalientes, Nuevo León, Morelos y etcétera”. Hoy, casi todos esos territorios, además de la Presidencia,  están perdidos para el PAN. Ruffo acepta que su partido vive hoy la peor y más lamentable crisis de su historia. “La más vergonzosa”, asume.  “Lo peor es que a final de cuentas acabamos haciendo lo mismo que aquel dinosaurio, el Godzilla de nuestra historia,  a quien decíamos combatir; asumimos sus mismos vicios, sus mismas corruptelas, sus mismas trampas, sus mismas mentiras”.

--¿Qué le pasó al PAN?

--Algo muy humano y muy triste: a los panistas que llegaron al gobierno y recibieron su primer sueldo, les gustó. Así de sencillo. Yo lo miré en mi gobierno en Baja California desde  bien temprano. Empezaron a actuar no por la convicción, sino por el interés, por el hueso. Y acabaron por traicionar a la doctrina para no perder ese poder y ese interés personal.

Le recuerdo que poco después de dejar la gubernatura de Baja California, una tarde de abril de 1997, él me confió en efecto en la amplia terraza de su casa en Ensenada su desencanto ante la metamorfosis sufrida por no pocos panistas en el ejercicio del poder. “Ahora ya la probamos, y nos gustó”, dijo con sarcasmo aquella vez para describir lo que llamó un “desmedido apego al hueso”. Previno que la ambición de poder era ya entonces el mayor peligro para el PAN, pues podría desvirtuar totalmente a un partido que se suponía sustentado en sólidos valores doctrinarios. “Tenemos que entender que debemos construir un PAN para los mexicanos y no un PAN para los panistas”.  Ruffo Appel asiente ahora con un movimiento afirmativo de cabeza, un gesto de desconsuelo en su cara redonda.

Lo ocurrido en los meses recientes, incluidos los escándalos y la lamentable pugna interna por la dirigencia nacional del partido, sólo confirma la podredumbre interna que inundó a Acción Nacional como resultado de esas ambiciones, dice el exempresario del ramo pesquero que sorprendió al conquistar la alcaldía de Ensenada en 1986, el mismo año en que ocurrió en Chihuahua el llamado “fraude patriótico” que arrancó la gubernatura al panista Francisco Barrio Terrazas. Ruffo Appel y otros exgobernadores encabezaron a un grupo de no más de unos 80 militantes, Panistas por México, que intentaron sacar a su partido del estiércol en que cayó por la elección interna de mayo pasado. Ellos intentaron impulsar una tercera opción, la de la excandidata presidencial Josefina Vázquez Mota,  frente a las candidaturas de Medero Muñoz y Ernesto Cordero, pero no prosperó. “Josefina fue a ver a (Felipe) Calderón y éste la convenció de no participar, ni modo”.  Finalmente, Ruffo Appel y varios de sus compañeros ex gobernadores decidieron no participar en la contienda ni votar en la elección.

El legislador, actual presidente de la Comisión de Asuntos Fronterizos del Norte en el Senado de la República, es a pesar de todo optimista. “¡Por supuesto que el PAN puede recuperarse!”, dice otra vez sonriente.  Lo primero que tiene que hacer, advierte, es reconocer lo que ha ocurrido y aceptar las culpas. “Sólo así podremos regresar a las convicciones y superar los intereses personales”.  Los panistas, agrega, “debemos entender de una vez por todas que lo único que nos puede recuperar como partido es la participación ciudadana. Es indispensable que el PAN se asuma a sí mismo como una herramienta de esa participación ciudadanía y la organice para que sea un auténtico supervisor del gobierno, de los gobiernos de cualquier color. Ese sería el principio de una recuperación”.

No le toca sin embargo, dice, encabezar esa recuperación. Los exgobernadores que formaron el grupo de Panistas por México, “debemos ser faros, insignias, para  redefinir rumbos y caminar hacia esa recuperación a través de la participación ciudadana. Ese es nuestro papel, lejos de todo protagonismo: ser faros”. Válgame.

 

Twitter: @fopinchetti

Francisco Ortiz Pinchetti
Fue reportero de Excélsior. Fundador del semanario Proceso, donde fue reportero, editor de asuntos especiales y codirector. Es director del periódico Libre en el Sur y del sitio www.libreenelsur.mx. Autor de De pueblo en pueblo (Océano, 2000) y coautor de El Fenómeno Fox (Planeta, 2001).

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