Un padre de familia, quien lleva mucho tiempo en un trabajo que satisface sus tangencialmente las necesidades económicas y que no llena sus aspiraciones profesionales, busca una oportunidad laboral a través de www.trabajaen.gob.mx, página de internet que tiene la Secretaría de la Función Pública.
Encuentra una posible oportunidad en CONACULTA como Director de Análisis de Información, que puede cumplir con todo lo anterior. Emocionado, manda su curriculum, y con más emoción aún recibe una respuesta comunicándole que están interesados en su perfil y que tiene 4 días (con el fin de semana de por medio) para leer y estudiar 7 textos, mismos que tiene que ir a consultar al CONACULTA . Leyes, reglamentos y conocimientos necesarios para el puesto.
Con toda la ilusión que una nueva oportunidad conlleva, se pone a estudiar todo el fin de semana, con miras a presentar el examen y dar lo mejor de sí. El día del examen falta al trabajo, descuidando sus deberes laborales. Al llegar se da cuenta que hay muchas más personas como él.
Cerca de 50 aspirantes presentarán también el examen, hasta aquí todo va bien, pero cuando les dicen que ingresen al salón donde será el examen ya había tres personas haciéndolo, mismas que cuando acabaron se despidieron de beso del examinador con la confianza que da una amistad, uno de ellos entregó el examen a los 38 minutos de haberlo iniciado.
En resumen, el puesto ya estaba dado y el examen era solo un trámite que cubrir. Seguramente como en la mayoría de las dependencias gubernamentales, tienen el servicio civil de carrera y los exámenes de certificación necesarios. Dichos trámites son idóneos cuando se realizan en igualdad de circunstancias y la transparencia en esos lugares funciona y no se convierte en una forma de cubrir el nepotismo y el compadrazgo.
Actualmente está muy de moda en las democracias modernas utilizar los términos de transparencia y exámenes de certificación (oposiciones), sin embargo, si en éstas democracias persiste la cultura obscura de la corrupción, las “mordidas”, las “palancas”, etc., de poco sirven estos nuevos procedimientos que más bien se vuelven una forma excelente de taparle el ojo al macho.
Por el contrario, lo que provoca el gobierno con estas acciones, no es ni mucho menos la participación de la gente y la igualdad de oportunidades, sino que utiliza a las personas como medios para llegar a sus fines, sin importar el daño que les pueda causar.
En la teoría 50 personas presentaron el examen para ese puesto de trabajo, se les dio la oportunidad de acceder a una plaza, se les proporcionó el material para el debido estudio para el examen, sin embargo en la práctica no fueron más que títeres para “cumplir” con lo que la normativa les exige.
Las normas pueden ser “perfectas” pero siempre existirá la forma de darles la vuelta y de hacer de algo que podría funcionar como la transparencia y los procesos de selección, en procesos turbios y corruptos. México necesita servidores públicos honestos y transparentes, que hagan de estos procedimientos lo que deben ser.
@criminlogiamex