Los mexicanos que leen los periódicos o ven los noticieros han alcanzado altos niveles de alteración emocional durante las últimas semanas, producto de “descubrimientos” filtrados a la prensa, que bien pudieron manejarse con mayor seriedad por los medios.
Considero que la intolerancia y la ira compartida visibles en estas guillotinas públicas son motivadas por oscuros y perversos personajes escondidos atrás del poder.
Primero, “Mamá Rosa”. Varias mujeres profesionistas, hombres de negocios y académicos me han comentado su disgusto y enfado por lo que le hacía a los niños en aquella sucursal del infierno, pero el linchamiento mediático que sufrió la mujer no soporta cinco minutos de reflexión seria.
¿Alguno de los escandalizados tendrá idea de lo que significa darle de comer a 600 niños?
¿Alguien puede reflexionar sobre lo que significa servir 600 platos y 600 vasos de agua de sabor, por lo menos dos veces al día, y lo que eso cuesta?
Imaginen el espacio que ocupan 600 huevos, en caso de que sólo se le dé uno en la mañana a cada niño. Yo sí lo sé, porque fui director de un penal.
Alimentar 600 presos era un operativo que se resolvía mediante prácticas industriales, la cantidad de provisiones era impresionante; sólo el encargado de la panadería tenía que hornear mil doscientos bolillos al día. Además de él, existía un grupo de profesionales dedicados 12 horas diarias a preparar la comida de los presos.
No me imagino qué hacían en ese refugio para alimentarlos sin un subsidio adecuado y a tiempo, además de personal profesional, sólo para la comida.
Saliendo de la cocina y entrando a las recámaras, qué tal conseguir 600 colchones al año, lavar mil 200 sabanas y 4 mil 200 calzones cada semana (piensen en la cantidad de jabón y de agua necesaria). Pero esas son las cosas mínimas, lo difícil es la convivencia.
¿En dónde y cómo conviven 600 jovencitos sanamente, jovencitos que llegan ahí con una carga de inestabilidad emocional muy complicada?
Los artífices de la gran investigación encubierta pudieron llamarle a “Mamá Rosa” y preguntarle: ¿Cuál es su presupuesto para atender esos niños? Y ¿De dónde lo obtiene?, antes de infiltrar agentes, y abrir una carpeta ministerial.
Era evidente la incapacidad económica y de personal que ella tenía para seguir sosteniendo el refugio.
Todo esto se pudo resolver discretamente, despacito y con buena letra, entonces ¿Por qué el escándalo?
¿Qué se pretende al enrarecer el ambiente social? ¿Qué hay atrás de todo esto?
Se exhibió a México como un país subsahariano, donde los niños viven en la miseria mientras el Gobierno y la sociedad enriquecida no pueden hacer algo por ellos. Se hirió la parte más sensible de la población intencionalmente, al hacer espectáculo con el sufrimiento de cientos de menores indefensos.
El segundo asunto de histeria mediática: Puebla.
Ciertamente el gobernador Moreno Valle y sus funcionarios no se vieron muy bien al enviar una ley desarrollada ya en un par de tratados internacionales suscritos por México, aplicables desde el 10 de abril de 2011.
Ambos documentos internacionales, con plena aplicación en el país, reconocen el riesgo de los funcionarios, y establecen los principios en el uso de la violencia institucional, uno de ellos incluso establece expresamente que “la amenaza a la vida y a la seguridad de los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley debe considerarse como una amenaza a la estabilidad de toda la sociedad”; además los autoriza a usar armas de fuego en casos de manifestaciones ilícitas y violentas, aunque siempre limitando su uso al mínimo necesario.
Los mismos documentos obligan a los países a garantizar que “los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley no emplearán armas de fuego contra las personas salvo en defensa propia o de otras personas, en caso de peligro inminente de muerte o lesiones graves, o con el propósito de evitar la comisión de un delito particularmente grave que entrañe una seria amenaza para la vida”.
Finalmente, obligan a las instituciones a especificar “las circunstancias en que los funcionarios estarían autorizados a portar armas de fuego”, “asegurar que las armas de fuego se utilicen solamente en circunstancias apropiadas”; prohíben “el empleo de armas de fuego y municiones que puedan provocar lesiones no deseadas”, y otras tantas.
Entonces, si las cosas ya están tan claras y la llamada “ley bala” no iba más allá de estos principios, ¿Por qué tanto escándalo? ¿Por qué rasgarse las vestiduras y debilitar la figura del policía honesto? ¿Por qué no decir exactamente la verdad?
¿Por qué hacer que la población aumente sus odios y sus corajes?
Y ahora descubren que PEMEX está quebrado económicamente, aunque sea el mejor negocio del mundo. Otra crisis, otra angustia.
Insisto, esta campaña de enrarecimiento del ánimo social no es casual, es intencionada y muy perversa.