Extrañante

13/07/2014 - 12:00 am

De repente llega el día en que la ansiada soledad ya no es tan llenadora y los espacios antes constreñidos de tan habitados por fantasmas ya se sienten grandes, fríos y silenciosos. Llega el día en que ya no llena la propia melodía y una quiere seguir cantando y por vergüenza, se guarda la voz pequeñita a la espera, el día en que la risa del otro es mejor compañera que la reflexión y el tiempo perdido en mirarse nada más no es perdido, ni la distancia es distancia.

De repente me pasa que entiendo lo de las mariposas en el estómago: tantas tantas que su aleteo me aligera y los pies me pesan poco y a gusto. Pasa que al salir me descubro flor para los insectos revoloteadores que me perciben toda gratitud, felicidad y miel, y hablamos en sonrisas sin llegar a nada: los aguijones no se muestran y el polen no se desperdicia.

Lleno las charolas de más y más dulces porque me hallo dadora, cocinera y desbordante y el pan si no se comparte se endurece. Tiro las historias inútiles y guardo las que se amarran a mis manos, estreno peinados y piernas y me despido cada noche para encontrar unos ojos que me ven y observan y contemplan y se me eriza el orgullo de tan mirada y devuelvo mi peso en chispas de electricidad para prender los faroles de la noche de él, al otro lado del mundo pero muy cerca del mío, orbitando por allá a lo lejos, atados con los mismos cordones como una pareja de marionetas danzarinas regodeándose en la ingenuidad de ser manipulados por algún otro, por algún Destino al que no le incumbe y no le interesa y lanzó los cordones a ver cuándo y dónde se enredaban para a veces asfixiarse y a veces bailar.

Escribo en tiempo presente y se me va el instante, se me va la sonrisa agotada y se me va el día del otro, que está en el futuro al que no llego aunque corra, aunque le ordene al sol que se detenga a ver si vemos las mismas tormentas, yo desde aquí y él desde su aquí, a ver si los tonos de gris son iguales, a ver si el miedo tiene el mismo resabio aquí y allá, si el corazón habla el mismo idioma y si el desencuentro de cada adiós se nos pasa más rápido cada vez, hasta que los relojes concuerden y los caminos se abracen y deje de extrañarle porque ya esté aquí, no en condicional, ni en pasado, sino en presente...

Lorena Amkie
Nació en la Ciudad de México en 1981. Su idilio con las palabras empezó muy temprano y la llevó a pasearse por la poesía, el ensayo y el cuento, para encontrar su hogar en la novela. Graduada de Comunicación por la Universidad Iberoamericana, ha publicado la trilogía gótica para jóvenes Gothic Doll (Grupo Planeta) y la novela El Club de los Perdedores. Imparte talleres de escritura creativa y colabora con distintos medios impresos y digitales. Su cercanía y profundo respeto hacia su público, así como su estilo franco y nada condescendiente, le han valido la atención de miles de jóvenes en México y Latinoamérica, situándola como una de las autoras de literatura juvenil más interesantes en el mundo de habla hispana actualmente.
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