Reñir también es una forma de pedir amor

02/07/2014 - 12:01 am

Yo no entendía qué quería decir María Dolores Pradera cuando cantaba ese verso. Era niño, no existían las redes sociales y a mí me parecía muy fácil ir con mi mamá cuando quería chiqueo. Así de fácil. De modo que para mí era inexplicable eso de pelearse con alguien cuando en realidad lo que uno quería era un poco de apapacho de esa persona; de amor, pues.

            Tal vez si hubieran existido las redes sociales a finales de los 70s lo hubiera entendido más rápido. Porque ahora basta echar una mirada a cualquiera de éstas para notarlo: ahí están las personas que se la pasan echando bronca en los “posts” o comentarios ajenos. Alguien pone algo, digamos, “Me acabo de comprar un cachorrito precioso” y, entre las múltiples felicitaciones, no falta el pelado que se echa un choro sobre el maltrato animal. O es época navideña y el mismo pelado se la pasa jorobando a todos sus “amigos” con que la Navidad no es más que un pretexto para el consumismo. Y lo mismo con el 10 de mayo, el día del padre, las vacaciones de Semana Santa y todo lo que usted guste. Por supuesto, la semana pasada, fue el mismo pelado que dijo que estaba feliz porque habían eliminado a la Selección Nacional.

            Si usted no tiene cuenta en una de estas redes sociales, o ha tenido la enorme suerte de no toparse con gente así, el proceder de ellos es simple: primero, como dije, ponen algún comentario incendiario como respuesta a un post ajeno y, luego, si alguien les responde, oh maravilla, ¡ya tienen en qué entretenerse por las siguientes horas riñendo a ese alguien que osó contestar! No sólo ya tienen un foro para expresar sus ideas y opiniones sino que, supongo, ya consiguieron esa interacción “humana” que les hace falta en el día a día.

            En el caso de algunas personas es un comportamiento pasajero. Así lo he comprobado, y muy probablemente usted también, con más de un amigo: el compa se pone a pelearse con medio mundo en las redes, entonces el resto de amigos en común hablamos al respecto, le echamos unas llamadas al compa nomás para cotorrear, lo llevamos a una cantina o a tomar un café y, eureka, ¡para la siguiente semana ya se le quitó lo amarguetas!

            En otros el caso parece crónico. Y las redes sociales hacen poco para animarlos. Más bien lo contrario, pues por lo general terminan peleándose con el amigo del amigo, es decir, con un total desconocido a quien nunca han visto ni verán nunca, y este pseudo-anonimato, como bien han explicado sicólogos, sociólogos y escritores (mi favorito, “Masa y poder” de Elías Canetti), los enaltece para volverse aún más virulentos… y luego, claro, se ensanchará y profundizará el sentimiento de soledad.

            Al respecto ya han aparecido un montón de memes que, en resumen, dicen lo mismo: “Las redes sociales no son un espacio para expresar tus frustraciones, ve al sicólogo”. Y sí, supongo que ahora estos profesionistas tendrán más chamba. Pero si Rafael de León tiene algo de sabiduría en ese verso de “Amor a todas horas” y es verdad que “reñir también es una forma de pedir amor”, también tenemos la solución latinoamericana: recurrir a la familia, a los amigos, salir a la calle y hacer nuevos amigos, meterte a un curso de apicultura o de lo que sea para distraerte y entonces, por favor, por un bien a la sociedad y a la humanidad, dejar de estar peleándose con los amigos de los amigos o conocidos.

            Si usted tiene amistad con alguien que ande así, evítele la vergüenza de estar insultando a medio mundo en público, háganos un favor a todos y sáquelo a dar la vuelta.

Luis Felipe Lomelí
(Etzatlán, 1975). Estudió Física y ecología pero se decantó por la todología no especializada: un poco de tianguero por acá y otro de doctor en filosofía de la ciencia. Es miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte y sus últimos libros publicados son El alivio de los ahogados (Cuadrivio, 2013) e Indio borrado (Tusquets, 2014). Se le considera el autor del cuento más corto en español: El emigrante —¿Olvida usted algo? —Ojalá.
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