Las gomitas de la selva

22/06/2014 - 12:00 am

Caminando en busca de orugas en la selva nos encontramos con un ente extraño de color amarillo con puntos verdes que parecía una gomita de azúcar reposando sobre una hoja. ¿ Qué extraño alguien habrá dejado este dulce aquí? Mirándolo con detalle nos damos cuenta que la gomita comienza a caminar y no sólo se mueve sino que empieza a alimentarse de la hoja donde parecía reposar.

Se trataba de una oruga de la familia de mariposas nocturnas llamada Dalceridae. Éstas son insectos exclusivos de las regiones tropicales del Nuevo Mundo que se alimentan de muchas especies de árboles cuando son orugas, incluso pueden llegar a ser plaga en árboles de cítricos. Pasando su etapa de crecimiento infantil en la que se alimentan sin parar, las orugas gomita hacen su capullo entre dos hojas y se transforman en mariposas nocturnas o polillas en el transcurso de un par de semanas. Las polillas son pequeñas, miden entre 3 y 5 cm, tienen alas redondeadas o cuadradas  y son muy peludas de colores blanco, amarillo o naranja, con unas antenas características con prolongaciones en forma de pluma. Las polillas tienen hábitos nocturnos o crepusculares y se alimentan de néctar o secreciones de las plantas, por lo general viven pocos días. Cuando emergen de los capullos buscan pareja para reproducirse y una vez que copulan, las hembras ponen sus huevecillos en alguna planta cercana y mueren. Se conocen 84 especies de Dalcéridos en los neotrópicos y solamente una especie está reportada que se distribuye hasta el sur de Arizona.

Los adultos podrían pasar desapercibidos como cualquier polilla pero definitivamente las orugas no. La apariencia gelatinosa traslúcida que cubre a las orugas, se puede desprender con facilidad, y las orugas la vuelven a producir por lo que se ha hipotetizado que debería cumplir alguna función de defensa en contra de los depredadores selváticos. En primera instancia se han hecho estudios químicos para conocer su composición de la cubierta gelatinosa, sin embargo no se ha encontrado que esté presente ninguna molécula que pudiese ser tóxica o repelente. Lo que si demostró un investigador del Museo Smithsoniano de Historia natural en Estados Unidos (1) es que las hormigas del género Camponotus no se alimentan de las orugas gomita a pesar de estar hambrientas, por lo que llevó a cabo un experimento. En el laboratorio puso a una hormiga en las inmediaciones de la oruga, la hormiga se acercaba rápidamente con la intención de depredarla por el estímulo visual que representa, pero cuando entraba en contacto con la oruga se quedaba atrapada unos segundos en la capa gelatinosa y se retiraba velozmente. Posterior al contacto con la oruga, las hormigas pasan mucho rato limpiándose todo el resto de gelatina y no vuelven a aproximarse. En otras ocasiones la hormiga se acercaba a la oruga y al entrar en contacto con la gelatina era repelida instantáneamente sin siquiera quedar atrapada. Como los estudios de la química de la gelatina muestran que no presentan sustancias tóxicas o repelentes, pareciera que esta cubierta es solamente una barrera de defensa física. De tal manera que la consistencia de “gomita” que fascina a humanos grandes y chicos pareciera ser del todo desagradable para los depredadores de orugas. Una vez mas la naturaleza nos maravilla con las adaptaciones de los bichos extraordinarios.

(1) http://images.peabody.yale.edu/lepsoc/jls/1990s/1994/1994-48(4)381-Epstein.pdf

Ek del Val de Gortari
Soy bióloga egresada de la UNAM y después realicé un doctorado en ecología en el Imperial College del Reino Unido. Actualmente trabajo en el Centro de Investigaciones en Ecosistemas de la UNAM en Morelia y coordino la Licenciatura en Ciencias Ambientales de la ENES-Morelia también de la UNAM. Dedico mis días a tratar de entender cómo funcionan las interacciones entre las plantas y los herbívoros que se las comen. Me gusta trabajar en las selva y también estoy interesada en entender como se modifican las interacciones entre especies cuando hay alteraciones en los ecosistemas, por lo que estoy trabajando en campos agrícolas y en ambientes restaurados. Considero que la visión que la ciencia aporta a la vida cotidiana es muy importante, por eso me gusta escribir textos de divulgación científica y procurar que un mayor número de gente conozca las maravillas que hemos aprendido y descubierto. En particular escribo sobre bichos porque son seres considerados abominables en el inconciente colectivo, que cuando nos detenemos un poco a observar y entender mejor, se vuelven maravillosos.
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