Hace diez años, Morelos era el perfecto destino de los defeños para pasar los fines de semana, o incluso muchos de ellos, empezaron a vivir ahí aún y cuando sus trabajos siguieran siendo en el D.F.. El estado era ideal para esto, la cercanía, la aparente seguridad y el clima lo hacían el lugar idóneo para no padecer los estragos de la capital.
Sin embargo, con el paso de los años, la percepción de inseguridad y el miedo a la violencia se han incrementado en sus ciudadanos; de igual forma lo ha hecho la criminalidad en su conjunto sobre todo en cuanto a los crímenes más violentos y aquellos que atentan contra la vida.
Empezó a ser común ver cuerpos colgados de los puentes, cabezas por aquí y por allá, cartulinas con mensajes del narcotráfico hacia la autoridad y hacia la ciudadanía. El discurso de la autoridad tanto en este estado como en los demás justificaba y justifica los homicidios como ajustes de cuentas o como confrontaciones con la justicia.
La población en general se empezó a alarmar pues los enfrentamientos entre la autoridad y los supuestos delincuentes se incrementaban así como el nivel de violencia, pero la reacción social se disparó cuando los ciudadanos comunes y corrientes son alcanzados por la delincuencia. El domingo pasado el Dr. Alejandro Chao y su esposa Sara Rebolledo fueron víctimas letales de un supuesto robo en su casa, donde fueron golpeados con piedras hasta la muerte.
¿Habrá sido el robo el verdadero móvil de los victimarios? No lo sé, lo que si tengo claro es que esta vez la autoridad no podrá salir con el discurso tranquilizador justificando que fue un ajuste de cuentas. Un ciudadano ejemplar dedicado a la docencia y a la investigación junto con su esposa, quienes vivían en paz con su alrededor.
Tristemente ellos no son los únicos que han sido alcanzados por la ineptitud gubernamental y por el desorden social en el que vivimos; los últimos años, Morelos y otros estados han sido escenario del fracaso de las políticas criminológicas, si es que podemos llamar como políticas públicas al conjunto de acciones poco organizadas del gobierno.
Si hacemos un estudio rápido cuantitativo y al margen de la la cifra negra de más del 90% y de los problemas que trae consigo utilizar las estadísticas gubernamentales, de 1997 a la fecha, la criminalidad ha tenido como constante una tendencia a la alza.
Los delitos que han tenido un crecimiento mucho más acelerado que los demás son el homicidio y el secuestro. Si se observa la siguiente gráfica, podemos constatar que en los últimos tres años estos delitos han repuntado demasiado. En cuanto al secuestro se refiere, tan sólo del del 2007 al 2009 hubo un incremento del 56% y del 2011 al 2013 del 48%, mientras que los años anteriores la media de crecimiento había sido de un 6% o incluso había bajado.
Es claro que los últimos años han sido resultado del pésimo conjunto de políticas públicas llevadas a cabo en el sexenio de Felipe Calderón y que al parecer están continuando con EPN. Poca atención a los rubros sociales y un endurecimiento de penas han sido la constante que han tenido como consecuencia directa una sociedad fragmentada y lesionada por el crimen.
@criminologiamex