Jesús Robles Maloof
10/04/2014 - 12:00 am
Ideas para defender Internet en tiempos de Peña Nieto
Hace años le pregunte a Arturo, mi padre, lo qué había experimentado la primera vez que vio la televisión. “Después de trabajar caminaba hacia la calle de Lecumberri, en el Centro, a la casa de los únicos vecinos en el barrio que tenían tele. Pagaba 30 centavos y me sentaba sobre mi cajón de bolero. […]
Hace años le pregunte a Arturo, mi padre, lo qué había experimentado la primera vez que vio la televisión. “Después de trabajar caminaba hacia la calle de Lecumberri, en el Centro, a la casa de los únicos vecinos en el barrio que tenían tele. Pagaba 30 centavos y me sentaba sobre mi cajón de bolero. La primera vez recuerdo que vi una pelea de lucha libre. Me dio un poco de miedo y emoción porque no entendía que pasaba”, me dijo.
Me hubiera gustado estar ahí. Eran la década de los años cincuenta del siglo pasado y Arturo apenas superaba dos lustros de vida y, aunque el cine se popularizaba entre las clases excluidas, la experiencia de apreciar imágenes casi en tiempo real volvía esa experiencia emocionante.
El viernes pasado conté esta anécdota en el Senado, tras un forzado lugar que los legisladores abrieron para que las voces que defendemos la libertad de expresión en la red. Mi intención era contar el final de la anécdota sobre mi padre, pero el temor que se me cerrara la garganta me disuadió. Al final de este texto lo contaré.
El férreo control de los medios de comunicación por parte del PRI ha sido estudiado: su aversión hacia las voces disidentes está grabada en su ADN. También es conocida la política de terror ejercida hacia medios alternativos, pero quizá, el aspecto menos estudiado es su relación con internet. En otro espacio he realizado un primer boceto de la molestia que a Peña Nieto le provoca internet, pero el conjunto de reformas sobre telecomunicaciones -presentadas el 24 de marzo de este año- firmadas de su puño y letra, hablan por sí solas.
Desde ese día, diversos colectivos han realizado una extraordinaria labor de concientización. Destaco la tarea de análisis, movilización y propuesta del ContingenteMx, de Internet para Todos, del Rancho Electrónico, de ISOC México y de Internet Libre Mx. Han estado a la altura de lo que yo califico como el más grande desafío a internet desde que existe en México.
Dado que el Congreso se ha embarcado en un conjunto de reformas contrarias al interés público, es posible que esta prospere. Quizá así han sido siempre: definen claramente su objetivo y dan pasos hacia ello. La diferencia es que algunos hemos cambiado.
Habrá que dar la discusión en las próximas semanas. Sin duda, daremos la batalla constitucional si es que se aprueba así. Pero, entre las miles y millones de personas que hemos decidido ejercer nuestra libertad, bien valdría la pena empezar a pensar y a practicar el internet que queremos. Aquí van algunas ideas iniciales.
1. Promover que la experiencia de internet sea accesible para todas las personas.
Para promover y defender internet la primera tarea es promover su universalización. La democracia se define por el proceso de la toma de las decisiones. Si para esas decisiones existe un entorno donde cualquier persona puede recibir, investigar y difundir sus propias ideas, la calidad democrática se eleva. Los medios convencionales pueden servir para esto: el problema es que en México, casi el 80 por ciento de la cobertura, la tienen dos cadenas que -por lo mismo- han generado una relación nociva con el poder.
Con internet además de recibir información, se abre la posibilidad de entrar a un vasto campo de procesos de conocimiento y ahora plataformas de deliberación. La posición de la personas es diferente, la asimetría se convierte en potencial simetría, porque lo que la relevancia la da el contenido.
Propuestas concretas hay: en marzo de 2013 más de 127 ciudadanos entregamos al congreso la primera iniciativa ciudadana de la historia. No sólo logramos incidir en que se consagrara el derecho de acceso a internet en el artículo 6 de la Constitución sino que también presentamos la. Tras un año guardada en un cajón, no ha sido dictaminada. Ahí hemos propuesto esquemas de gratuidad para sacar a México de los últimos lugares de acceso a internet de la región y llevar esa experiencia a las personas hasta ahora excluidas.
En este sentido sería mejor invertir los 19 millones de pesos que el gobierno federal busca regalar en forma de televisiones, en el desarrollo de redes comunitarias y su imbricación con las redes troncales. Es posible, y la sociedad civil y diversas comunidades, han logrado establecer sus propias redes y han presentado propuestas.
2. Un internet libre y neutral y salvaguardas a la privacidad.
Internet es un conjunto de redes de computadoras inter conectadas al usar protocolos comunes de comunicación abierta y adopción propia. Los ingenieros que idearon y construyeron las redes y sus estándares, no estaban preocupados por el contenido de lo comunicado sino por la eficacia de su traslado. Así creció y se desarrolló internet hasta que los gobiernos entendieron el poder de transformación que esto tenía; la mayoría ha intentado algún tipo de control.
Mantenerlo libre y neutral implica que toda persona pueda acceder a información sin restricciones gubernamentales o intereses de las corporaciones. Que un activista pueda expresarse libremente, aún si su voz molesta a quienes detentan el poder.
Que si un grupo de personas presenta una protesta ante las autoridades, éstas no cuenten con la facultad legal de bajar el switch y acallar sus voces. Que si un periodista investiga un caso de corrupción, el gobierno -so pretexto de la seguridad nacional- intervenga su correo electrónico. Que bajo pretexto de los derechos de autor, una compañía transnacional de películas pida que se baje un sitio porque no le pidieron autorización para colocar una imagen.
Que las compañías proveedoras de internet no retengan los datos de mis comunicaciones, y mucho menos, que se los entreguen a autoridades o comercien con terceros; que den el detalle de los mismos, así como su duración, los interlocutores, mi geolocalización, mis rutas y traslados y toda la información que de todo lo anterior se puede desprender si se analiza más de dos años.
Que cuando los gobiernos tengan que geolocalizar e intervenir las comunicaciones de una persona que haya cometido un delito, lo hagan siempre bajo supervisión judicial y bajo criterios estrictos de necesidad y proporcionalidad. Que existan mecanismos de transparencia para saber qué tipos de programas usan y cuántas veces lo realizan.
3. La comunicación no es sólo comercio: es también cultura, conocimiento y ocio.
Hemos dicho que en la propuesta de Peña Nieto, las palabras que más se repiten son “autoridades” y “concesionarios”. En la estructura de su iniciativa, las personas aparecen solo como usuarios y como audiencias y hasta el final.
Más allá de las empresas dominantes, existen en internet esfuerzos colaborativos que se centran en las personas y que acrecientan la cultura de comunidades y propician el reconocimiento de la diversidad. Desde las enciclopedias como Wikipedia, los fondos universitarios en línea, los esfuerzos museográficos abiertos, la cultura de conocimiento digital del software libre, pasando por la creación de redes alternativas, el surgimiento de espacios de filtración de secretos gubernamentales y hasta a las plataformas de movilización cívica, los grupos de hackers y la tecnología de protección del anonimato; entre miles y miles de posibles ejemplos.
En este esfuerzo por favorecer la diversidad, las personas tenemos mucho que hacer, empezando por para cambiar nuestros hábitos y mejorar nuestra prácticas de seguridad; usar y apoyar las plataformas que se comprometan con la libertad, la privacidad, el conocimiento y la apertura.
Al inicio, mi experiencia con Internet no fue tan deslumbrante: venía de tratar de aprender a usar esos viejos ordenadores Acer en 1980, que en realidad nunca entendí. En la década de los noventa, mi aproximación con Internet era como casi la de todos: medio tortuosa. Nunca olvidaremos el sonido como preámbulo del milagro de la conexión, tras cinco o seis intentos.
Para mi madre y padre fue diferente y un día llegando a casa lo comprendí bien. Internet me dio la oportunidad de ver, 65 años después, a mi padre frente a un monitor maravillado de una manera conmovedora.
Un día llegando a casa le grité preguntando dónde estaba. Silencio. Subí las escaleras y no obtuve éxito. Fui al cuarto de la compu, abrí la puerta y al verlo sentado comprendí todo. “No me molestes que ando en el Museo de Louvre y después me voy a ir a Alemania”, respondió. Sólo miré sus ojos.
Otro día mi madre me gritó que fuera a saludar a mi familia con quien ella estaba en una video llamada. Sentada en el mismo lugar donde mi padre había estado antes, me pedía que viera a unas personas congregadas frente a un monitor, a las que ella ni yo entendíamos nada porque hablaban árabe. Vi claramente que se parecían a ella. Supe que era su (y mi) familia. Aquella que hasta ese día nunca antes había visto.
Pienso en que si le das más poder al poder, puede que seamos la última generación que navegue como lo hemos hecho hasta hoy.
Chingao. Hay que defender Internet.
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