Échenle la culpa al migrante

02/04/2014 - 12:00 am

La primera migración de mexicanos a Estados Unidos no fue una migración, les recorrieron la frontera y quedaron allá, del lado gringo, después de la guerra del '46. Pero pareciera que hubo una suerte de pacto de ambos lados para decir que no existían, que nunca existieron: que los territorios que perdió México estaban despoblados.

“Yeah, right, blame the alien”, Alf #1
“Yeah, right, blame the alien”, Alf #1

Y eso en el mejor de los casos, en el caso de los mexicanos que racistamente sí se consideraban mexicanos por nuestras leyes y por las leyes estadounidenses. Porque a los otros mexicanos, a los mexicanos que por su cultura y por sus pueblos se les consideraba ajenos -apaches, chichimecas, bárbaros: apelativos que decían más de quienes los usaba que de los pueblos a los que se referían- a estos mexicanos se les condenó al exterminio. Fue parte del tratado Guadalupe Hidalgo, el artículo XI (y luego, claro, los historiadores y políticos han dicho que nunca se cumplió, o que no se trataba de eso, incluso en algunos libros de ecología editados en Estados Unidos afirman que la desaparición de estos pueblos se debió a razones “ecológicas”).

“Yeah, right, blame the alien”, Alf #2
“Yeah, right, blame the alien”, Alf #2

(Wachando a la border antes de cruzar)

Más de medio siglo después vino la primera migración propiamente dicha, una migración masiva: cientos de miles de mexicanos que dejaron nuestro país huyendo de la revolución, buscando la paz para sus familias. Pero, por supuesto, tampoco se dijo nada en México al respecto.

Ni siquiera se dijo mucho, décadas después, respecto a los braceros.

“Yeah, right, blame the alien”, Alf #3
“Yeah, right, blame the alien”, Alf #3

(Evidencia de túneles ilegales para cruzar la frontera)

Ni de sus condiciones de vida ni de su historia, ni del choque cultural entre unos mexicanos y otros. Silencio. Incluso Octavio Paz miró a sus compatriotas casi con horror: en el pachuco “todo en él es impulso que se niega a sí mismo”. Sí, para don Octavio, parece que los mexicanos en EE.UU. éramos unos bárbaros, “incapaces de asimilar una civilización”. Y, además de bárbaros, culpables: “[p]ero los 'pachucos' no reivindican su raza ni la nacionalidad de sus antepasados... no quiere[n] volver a su origen mexicano”. ¿Y para qué volver a una nación y a un pueblo que los ha olvidado, que los ha segregado deliberadamente?

El bueno de don Octavio no se pregunta eso, ni se pregunta acaso cuáles son las causas históricas de que casi no hablen español (las prohibiciones, pues) sino que despacha toda una historia de olvido al olvido mismo: “[n]o importa conocer las causas de este conflicto y menos saber si tienen remedio o no”.

“Yeah, right, blame the alien”, Alf #4
“Yeah, right, blame the alien”, Alf #4

(Alien mezquites just about to cross)

El olvido. Otra muestra: casi cualquier mexicano que haya ido a la universidad de este lado sabrá quién fue Martin Luther King Jr., incluso quién fue Malcolm X, pero difícilmente tendrá idea de quiénes fueron César Chávez o Reies López Tijerina. No están en nuestros libros de texto y, peor aún, consulte usted Wikipedia: la página de Chávez en inglés es mucho más extensa que en español, y de Reies López Tijerina ni siquiera existe entrada en español, sólo en inglés. Como si una nación completa dijera ellos ya no son, ellos ya no existen, ellos son traidores a la patria: nuestros primos, tíos, hermanos y demás parientes que viven del otro lado.

“Yeah, right, blame the alien”, Alf #5
“Yeah, right, blame the alien”, Alf #5

(Futuro ilegal mira esperanzado el sueño americano)

“Yo quiero escribir sobre eso”, me dijo Josué Barrera hace un par de días en Hermosillo, mientras yo iba a San Luis Río Colorado a las XXIII Jornadas Binacionales de Literatura Abigael Bohórquez, “la guerra del narco provocó el exilio de muchísima gente, que dejó sus casas y sus familias para irse a Estados Unidos, ¿y qué ha sido de ellos?: Nadie ha escrito sobre ellos. ¿Qué pasó con la gente que vivía en Ciudad Mier y tantos otros lugares que quedaron vacíos”.

Yo lo escucho y le digo que estaría a toda madre que escribiera ese libro, con la esperanza de que por fin hayan empezado a cambiar los tiempos, de que nuestra definición de “mexicano” haya dejado de ser tan rudimentaria, tan centralista, tan chauvinista, tan desgraciadamente racista. Y pienso en que Diego Luna acaba de hacer una película sobre César Chávez y tal vez, desde el cine, desde Estados Unidos, logre lo que no ha querido hacer nuestro sistema educativo: poner en nuestro imaginario a uno de los luchadores sociales más importantes del continente.

“Yeah, right, blame the alien”, Alf #2
“Yeah, right, blame the alien”, Alf #2

(El Fuerte)

En San Luis Río Colorado caminé por la línea, una línea que hasta hace algunos años sólo eran unos cuantos metros de malla y que ahora parece mejor hecha que las de muchas cárceles de alta seguridad. Una frontera que se ha querido volver cada vez más selectiva de ambos lados, que no quiere dejar pasar nada que le moleste o le perturbe: que en México no se hable de los escritores chicanos -a lo más de Sandra Cisneros-, que no se considere cultura nada de lo que se haga de ése lado -salvo que genere hartos billetes, pero qué horror que toquen pasito duranguense en Bellas Artes-, que no sean, en suma, salvo cuando traigan varo, haya campañas electoreras o sea necesario crear mitos (Walt Disney era mexicano, los méndigos gringos condenaron a la silla eléctrica a otro paisa, etc...).

Y del otro lado ni qué decir.

“Yeah, right, blame the alien”, Alf #2
“Yeah, right, blame the alien”, Alf #2

(Avistamiento de aliens frente a la línea)

Una de las frases más famosas de Alf, ese personaje de una serie de los 80's, era “Yeah, right, blame the alien”. “Alien” es una palabra que puede tener muchas acepciones: desde “ajeno” hasta “extraterrestre”, pasando por cualquier persona extranjera. “I'm a legal alien, I'm an Englishman in New York”, cantaba Sting en 1987. Y cinco años antes Genesis cantaba “Illegal Alien” en plena referencia a los mexicanos que cruzaban sin documentos a Estados Unidos. Octavio Paz fue brillante en casi todos sus ensayos, lamentablemente, “El pachuco y otros extremos” no fue uno de ellos. Y, salvo que más mexicanos, como Josué Barrera, comiencen a hablar sin tapujos sobre nuestros compatriotas del “otro lado”, que comencemos a hablar de estos lazos culturales que se extienden desde el Grijalva hasta las cataratas del Niágara, y que nos unen a unos y otros, mexicanos y estadounidenses de uno y otro lado de la frontera (de Chicago a San Miguel de Allende, por ejemplo), mexicanos y estadounidenses sin distinciones de raza (“indio”, “mestizo”, “White-Anglo-Saxon-Protenstant”, negro...) hasta entonces, pareciera que la frase más revolucionaria al respecto de la migración seguirá siendo esa de Alf: “sí, claro, échenle la culpa al migrante”.

“Yeah, right, blame the alien”, Alf #8
“Yeah, right, blame the alien”, Alf #8

PS.- Un agradecimiento enorme a Rubén Meneses, CONACULTA y los organizadores de las Jornadas Binacionales Abigael Bohórquez por la invitación. Y a Josué, Cristina Rascón y Enrique Rentería: todo viaje trae encuentros inesperados.

Luis Felipe Lomelí
(Etzatlán, 1975). Estudió Física y ecología pero se decantó por la todología no especializada: un poco de tianguero por acá y otro de doctor en filosofía de la ciencia. Es miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte y sus últimos libros publicados son El alivio de los ahogados (Cuadrivio, 2013) e Indio borrado (Tusquets, 2014). Se le considera el autor del cuento más corto en español: El emigrante —¿Olvida usted algo? —Ojalá.
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