Jesús Robles Maloof
19/03/2014 - 12:02 am
Justicia para Jovita
“Hasta los animales defienden más a sus hijos que tú” escuchó la joven Jovita Martínez García de 21 años de edad mientras la detenían agentes de la Procuraduría General de Justicia del Estado de Oaxaca en junio del año pasado en la explanada de la agencia municipal de Pensamiento Liberal Mexicano, perteneciente a San Miguel […]
“Hasta los animales defienden más a sus hijos que tú” escuchó la joven Jovita Martínez García de 21 años de edad mientras la detenían agentes de la Procuraduría General de Justicia del Estado de Oaxaca en junio del año pasado en la explanada de la agencia municipal de Pensamiento Liberal Mexicano, perteneciente a San Miguel Peras, Zaachila, como probable responsable del delito de homicidio simple por omisión en la protección de su hijo recién nacido.
Ese día también fue detenido Salvador Julián Gómez pareja de Jovita, como probable responsable de homicidio calificado. Ambos permanecen en reclusión sujetos a juicio. Decíamos la semana pasada que para narrar el fracaso del sistema de justicia en México podríamos tomar miles, quizá decenas de miles de casos, en los que con toda seguridad las mujeres humildes abundan.
La historia de Jovita inició hace meses y ha visto la luz por la tenacidad de su madre doña Gregoria y su padre don Celedonio a quien conocí hace unas semanas en la capital oaxaqueña. Ese día me entregaron copias de un expediente y platicamos sobre el caso. En los documentos destaca una “Minuta de Acuerdo” fechada el 18 de mayo de 2013 por la autoridad administrativa de la comunidad Pensamiento Liberal Mexicano ante una queja de don Celedonio. Ya que “El C. Salvador Julián Gomes, (sic) asta (sic) el momento no se ahecho (sic) responsable del en varazo (sic) de la c. Jovita Martínez ya que es de alto riesgo y padece una en fermeda de anemia (sic) ”.
Contra el consejo de su madre y su padre que no confiaban en Salvador por sus rasgos violentos, en 2012 Jovita eligió vivir con él. Salvador decidió que Jovita le acompañara en su trabajo de recoger leña en los alrededores de la comunidad así como hacer carbón. Muy pronto el joven prohibió a Jovita visitar a sus padres y le hizo saber que ellos no eran bienvenidos en la casa de los padres de Salvador donde la pareja vivía. Tras las jornadas de trabajo era común que Salvador saliera a reunirse con amigos a beber. En muchas ocasiones llegaba con Jovita ebrio y los hechos de violencia fueron comunes.
Meses después cuando Jovita informó a su pareja sobre el embarazo, los problemas se agudizaron bajo el argumento misógino de Salvador que aseguraba que el “bebé no era de él”. En esos días este hombre pateó a Jovita en el vientre en repetidas ocasiones. Estos hechos llegaron a oídos de doña Gregoria y don Celedonio quienes recurrieron a la autoridad administrativa de la comunidad. También se enteraron que Jovita padecía anemia y que en diversas ocasiones Salvador le había propuesto abortar mediante el consumo de sustancias y/o con la ayuda de terceras personas. Ante su negativa, la violencia que Salvador ejercía, solo se agudizó.
A petición de la familia de Jovita la autoridad comunitaria intervino. El 18 de mayo de 2013 frente a la autoridad, y ante Jovita, familiares y testigos, Salvador se comprometió a “hacerse cargo del embarazo”.
Por siglos las comunidades humanas han creado mecanismos de resolución de conflictos a través de la mediación, muchos de los cuales subsisten hasta nuestros días. En la gran mayoría las mujeres juegan un papel subordinado y su voluntad no se toma en cuenta como parte de la decisión del caso, a pesar que se trate de su propio futuro. En Oaxaca por lo menos 418 municipios tienen sistemas normativos diferentes al modelo de derecho occidental, y rigen diversos aspectos de la vida cotidiana de las personas en comunidades originarias. Los políticos y algunos líderes de opinión les denominan “usos y costumbres” sin entender que peyorativamente colocan en el mismo saco tradiciones de diferente origen y arraigo. No me sumo a quienes condenan a priori la vigencia de estos marcos regulatorios históricos.
Sin embargo, la vigencia de estas normas debe armonizarse con el respeto a los derechos de niñas y mujeres de cada grupo étnico. El reto radica en analizar caso por caso, solidarizarse con las mujeres que, como miles, emprenden desde su comunidad una lucha contra la violencia de género desde el conocimiento de su valor cultural.
Pero la violencia ejercida hacia Jovita no se detendría en un contexto donde golpear a las mujeres es tolerado. El 18 de junio de 2013 Jovita fue a un hospital de beneficencia para parir. Un pequeño bebé nació aquel día a las 10 horas con un peso de 3 kilos que significaron la perseverancia de Jovita en su decisión de traerlo a la vida. El 19 de junio de aquel año a unas horas de tener al niño, Salvador se presentó para llevarse a Jovita. A solo unos pasos de la clínica, Salvador le propuso abandonar al bebé. Jovita se negó.
Pasados unos minutos Salvador intentó arrebatárselo sin lograrlo. En algún punto antes de llegar a la central, Salvador aparentemente cambió de actitud y le pidió cargar al bebé. Al tenerlo en sus brazos, intentó correr, entonces forcejearon y al superar a Jovita, el hombre inició una fuga. Ella logró alcanzarlo. Habían pasado dos horas desde que había sido dada de alta y apenas 16 de haber parido. Él guardó las apariencias ante la presencia de personas que circulaban por la calle.
Salvador colocó al bebé en un morral y subieron a un taxi. Al llegar cerca de la central camionera emprendió la huida y una vez más Jovita lo alcanzó en el interior. Él insistió en que debían abandonar al niño y ella se negó. Forcejearon con el morral en medio y finalmente la amenazó de muerte utilizando una navaja. Le ordenó se quedará sentada, regresó minutos después acompañado por su hermana y juntos llevaron a Jovita al domicilio de un familiar, a partir de ese momento Jovita permaneció vigilada y amenazada de muerte.
Salvador denunció falsamente el robo del bebé y como resultado de las inconsistencias de su declaración fue detenido días después. El 27 de junio de 2013 Jovita también fue detenida y en presencia de los agentes dijo la verdad. Ahí inició su segundo calvario, el cual lleva casi 8 meses.
El ministerio público la acusa de homicidio por omisión. Es decir, Jovita es probable responsable por omitir proteger a su recién nacido ante una amenaza de muerte. La consideración del MP no valora el caso de violencia del que Jovita era víctima, ni valora los repetidos intentos que hizo por salvar a su bebé. No existe opinión por parte de las áreas especializadas en violencia que trabajan en la PGJE o un peritaje practicado a Jovita.
El pliego de consignación sostiene que Jovita “… nada hizo para impedir que lo metiera en un morral color blanco y por la otra manifiesta que el sujeto activo le quitó al bebé, lo metió al morral y ya no quiso dárselo por lo que en el caso la parte que le beneficia no está probada en autos”. Más adelante afirma que “… el día de los hechos por sí mismos, cada uno tuvo el dominio del hecho, pues el primero (Salvador) privó de la vida a la víctima al introducirlo en una bolsa de nylon y posteriormente sentarse sobre de él… y por su parte Jovita Martínez con su inactividad… omitió evitar que se produjera el daño”.
El juez séptimo de lo penal en Oaxaca convalidó inicialmente estos argumentos y dictó auto de formal prisión. Solo la tenacidad de la familia hizo que el caso llegara a activistas de la capital oaxaqueña quienes ahora la acompañan. Termino de leer el expediente y me pregunto si para la PGJE y para el juez la única conducta válida por parte de Jovita, ante la insistencia criminal de Salvador, habría sido que ella se pusiera en peligro de muerte. Ese es el destino que el sexismo espera, pero con su familia y con las activistas oaxaqueñas decimos ¡no! y exigimos justicia para Jovita.
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