La guerra desde la frontera

11/03/2014 - 12:00 am

La posible guerra que puede desatarse en Ucrania por la península de Crimea, es motivo de análisis para nuestros amigos del DF. Una reflexión que dependerá del seso disponible, la información al alcance y un poco de sentimiento anti ruso o anti yanqui, según sea el color ideológico del analista.

Sin embargo para los fronterizos, el estallido bélico es un constante pensamiento de terror, una pesadilla que acecha nuestros sueños de tranquilidad.

Allá, en el DF, pronto descubrirán que este conflicto se asemeja más a los enfrentamientos previos a la primera Gran Guerra (1914-1918), cuando había que luchar contra Alemania por el control de los mercados, los accesos al mar y territorios con la sola intención de frenar su expansión.

Aquella no era una pugna entre la monarquía o la democracia. Los gritos de combate por la patria sonaban sinceros y emocionaban a los jóvenes soldados; la primera parte de Doctor Zhivago nos cuenta muy bien esa sensación de pelear por el zar y por la Rusia, heredera de los grandes y terribles Iván y Pedro. Algunos ingleses salieron cantando al frente de batalla, rumbo a su muerte en las trincheras, para defender al imperio británico, que no era poca cosa.

Este nuevo conflicto, en la misma región, no puede explicarse sino por la lucha de intereses económicos entre Rusia y Estados Unidos, con la vieja Europa saludando la bandera de las rayas y estrellas. Ni siquiera es la guerra contra los comunistas, o contra los chavistas pro cubanos pro comunistas, es simple y sencillamente una pelea por territorio, gas y petróleo.

Tampoco logrará parecerse a la Segunda Guerra mundial, cuando la locura de Hitler y los afanes expansionistas de Japón justificaron la invasión a Normandía, la conquista del Pacífico y el holocausto nuclear en nombre de la humanidad.

Ahora en día nadie creerá que hay que defender con la vida de los jóvenes norteamericanos, alemanes y británicos, el voto del Congreso de Ucrania a favor de Turchinov, o sacrificar a chavales rusos para sostener el último proceso electoral que dio el triunfo a Yanukovich, o la República Autónoma de Vladimir Konstantinov.

Quién puede creer que vale la vida la soberanía ucraniana sobre Crimea o si es mejor la independencia de esa península, región conflictiva desde tiempo atrás (pero muy atrás). Desde los griegos pre cristianos, los escitas, Bizancio, hunos, godos y mongoles, que después se mezclaron con los turcos locales y crearon una mafia de trata de esclavos que secuestraba rusos, ucranianos y polacos para venderlos en el Medio Oriente, una organización activa hasta 1774.

Claro que Crimea es importante, pues controla el Paso de Kerch, entre el Mar Negro y el Mar de Azov, gran cuerpo de agua interior que permite el movimiento mercantil desde el norte ruso hasta el Mediterráneo. Pero eso sólo significa algo: Dinero.

¿Y quién va a morir por dinero para Exxon, Standard Oil o para el consorcio petrolero ruso Gazprom? Aunque los mexicanos al sur de Samalayuca ven esto como una necedad, para los fronterizos la respuesta a la incógnita es parte de nuestra íntima realidad familiar.

Dos sobrinos estuvieron en Irak, luego en Afganistán, y salieron vivos de ambos lugares. Uno de ellos era el vigía de su escuadrón; con metralleta calibre .50 en mano lo defendía desde la torreta de una tanqueta, volvió a El Paso sano del cuerpo. El otro es mecánico de aviones de guerra y siempre anda en los hangares más cercanos a los frentes de combate. La madre de ellos suma ya doce años de angustia y poco queda del matrimonio que los engendró. Ahora, cuando empezaban a estabilizarse en la zona oriental de Texas, los vuelven a poner en alerta roja.

Por otro lado, el hijo de una queridísima amiga de la familia ingresó a la Academia Militar de la Fuerza Aérea antes del 2001. Era una plataforma para ingresar a la política VIP de Washington, pero cayeron las Torres Gemelas y su carrera se llenó de polvo administrando y organizando aeropuertos de emergencia en el desierto de la antigua Persia.

Nuestros vecinos de El Paso tienen algunas de las instalaciones militares más importantes del Ejército norteamericano y los soldados que llegan son jóvenes casaderos. Muy amantes de las mexicanas, se desposan con alguna, “la piden” para que viva en USA y luego la dejan sola, porque ellos tienen su lugar en la guerra.

Por eso este domingo (el primero con buen clima del año) las carnes asadas, las “bárbiquius” y el asado de cerdo con arroz en los patios de las residencias paseñas, además de ser coreados con “seises”, “doces” o “veinticuatros” de cerveza, fueron acompañados por largos trechos de silencio, explosiones de amor no requerido y llanto inexplicable. Para la juventud americana la guerra ya cumple doce años y parece que aún le quedan otros tantos.

Gustavo De la Rosa
Es director del Despacho Obrero y Derechos Humanos desde 1974 y profesor investigador en educacion, de la UACJ en Ciudad Juárez.
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