La industria refresquera ha negado de manera permanente que el consumo de bebidas azucaradas haya aumentado significativamente y, por lo tanto, ha argumentado que no está vinculado al aumento del sobrepeso y obesidad en la población mexicana. Por su parte, la industria azucarera ha hecho lo mismo en relación al consumo de azúcar señalando que al contrario del aumento del sobrepeso y la obesidad el consumo de azúcar ha disminuido. Basta decir mentiras y mentiras a medias para generar confusión y engañar a la población.
El Departamento de Investigación en Epidemiología del Instituto Nacional de Pediatría dio a conocer recientemente que el consumo de bebidas azucaradas se duplicó entre los menores en edad escolar en un periodo de 13 años. En 1999 los escolares consumieron 161 calorías a través de bebidas dulces y para 2012 esta cifra llegó a 310 calorías, algo muy por encima del máximo tolerable recomendado por la Organización Mundial de la Salud que en un escolar sería de aproximadamente 170 calorías. Hay que recordar que la OMS no recomienda el consumo de azúcar añadida, lo que ha hecho es establecer un máximo tolerable. En el caso de la Asociación Americana del Corazón el máximo tolerable es de alrededor de 80 calorías para un menor. Evidentemente los consumos promedio de los menores mexicanos representan un riesgo para su salud. Llama la atención, en este reporte, que solamente el 28% de los líquidos ingeridos por los niños es agua. ¿No se requiere una campaña nacional de promoción y acceso a agua potable de calidad para combatir la obesidad en nuestro país más que campañas que dicen: chécate, mídete, etc.?
El consumo de azúcar ha mantenido crecimientos constantes entre la población mexicana. De acuerdo al Dr. Luis Ramiro Garcia Chávez, investigador de la Universidad Autónoma de Chapingo, de quien se reproducen las gráficas a continuación, el consumo de azúcar ha mantenido un crecimiento persistente.
Dos aspectos son importantes resaltar y que las propias gráficas del Dr. Luis Ramiro Gracia explican claramente. El primero es que parte sustancial de este consumo en aumento se ha dado a través de la ingesta de bebidas azucaradas. Como puede observarse, el consumo de bebidas azucaradas (amarillo) representa la mayor parte del consumo de azúcar entre la población mexicana y este consumo se ha multiplicado aproximadamente por 5 en los últimos 40 años.
En el consumo de azúcar destaca el incremento que ha venido dándose del jarabe de maíz de alta fructuosa (JMAF) en los últimos años. Ante el menor precio del JMAF en el mercado internacional, las empresas procesadoras de alimentos y de bebidas han venido optando por sustituir el azúcar de caña por el JMAF. Todo indica que los efectos metabólicos del JMAF son aún mayores que los del azúcar de caña.
Pero no se preocupe porque gracias al nuevo etiquetado frontal, que será obligatorio como parte de la Estrategia Nacional para la Prevención y el Control del Sobrepeso, la Obesidad y la Diabetes, usted no se enterara de la cantidad de azúcar añadida a los productos que consuma, tampoco se enterará de qué tipo de azúcar estará consumiendo - si es azúcar de caña o JMAF – y si la cantidad de lo que contiene el producto rebasa los criterios de la OMS. Como hemos dicho anteriormente, las políticas a medias, incompletas, no integrales, en materia de combate a la obesidad, pueden tener resultados nulos, como si no hubieran existido.