Las cárceles desde siempre son y han sido reflejo de las características políticas, económicas y sociales que imperan en una sociedad; son el último y más débil eslabón de la humanidad. Los muros y las rejas propician que los que no están en contacto con el sistema penitenciario, tengan muy poca idea de la realidad que se vive no sólo ahí dentro sino también de las familias de los internos.
Inseguridad, homicidios, robos, corrupción, violencia, empleo informal, ausencia de autoridad, impunidad, feminicidios, falta de transparencia, desigualdad de género, trata de personas, son aspectos cotidianos de la vida diaria de nuestra nación que en general muestran una ausencia total de gobernabilidad, en donde los ciudadanos se enfrentan solos a la falta de justicia o en muchas ocasiones a las propias injusticias que el mismo sistema les causa.
Las prisiones de igual forma enfrentan estos mismos problemas pero en niveles muy superiores que la vida fuera de prisión; la semana pasada la CNDH dio a conocer el Diagnóstico Nacional de Supervisión Penitenciaria (DNSP) donde de los cinco rubros que evalúa, la calificación más baja y reprobatoria la tienen las condiciones de gobernabilidad y curiosamente los estados con las notas más bajas son los mismos que llenan los titulares de las noticias con los mismos tipos de problemas.
Michoacán donde existen municipios como Tancítaro donde grupos paramilitares y de autodefensa, ante el vacío de autoridad, toman las armas y luchan por la seguridad pública que no les brindan sus gobernantes, obtuvo en el DNSP una calificación de 5.68; Tabasco donde no gobierna un exmilitante del PRI y militante del PRD sino los Zetas, el Estado de México que después de Chihuahua tiene la tasa de feminicidios más elevada y donde su gobernador esconde y maquilla cifras, Guerrero donde el turismo ha decrecido fuertemente por los altos grados de inseguridad, Durango donde surgen fosas clandestinas con centenares de cuerpos, el D.F. donde las personas salen sin pertenencias con miedo a ser robadas y donde se criminaliza y castiga la disidencia así como las manifestaciones en contra del poder, Sinaloa estado tomado y peleado por los cárteles de las drogas donde el gobierno no es más que un títere de la delincuencia organizada, Nuevo León y Tamaulipas donde las balaceras son la constante diaria, obtuvieron 5.71, 5.11, 5.07, 4.75, 4.75, 3.97, 3.80 y 3.65, respectivamente.
Tenemos una tasa de homicidios según la OMS a nivel de epidemia, 22 muertos por cada 100 mil habitantes, las prisiones diariamente enfrentan problemas de riñas, motines y homicidios, tan sólo en el 2012, hubo 154 asesinatos resultado de enfrentamientos ya sea entre presos o con la autoridad, lo que daría una tasa de homicidios de 64 por cada 100 mil internos, es tres veces más probable perder la vida dentro de prisión que estando fuera de ella.
Gobernadores y servidores públicos, independientemente del color que los haya llevado al poder, lejos de hacer lo que su nombre indica, usan la corrupción como herramienta para cumplir con sus propios intereses por encima de los de la sociedad; en las cárceles la vida diaria de los internos se ve inmersa en una constante de corrupción; tienen que pagar por todo, estancia, cama, pase de lista, por las visitas de sus familiares, visitas conyugales, por el uso de los teléfonos públicos, etc.
Según el Diagnóstico en mención, el 64% de los centros visitados tienen autogobierno o cogobierno, lo que se traduce ya sea en un vacío de autoridad legal o que los internos en conjunto con ésta la ejercen. Este cogobierno es solapado y permitido por la autoridad, debido en primer lugar, a su incompetencia, y en segundo lugar, a los beneficios económicos que esto conlleva para todos para los directores, custodios, subdirectores, personal médico, etcétera. Como ya lo había mencionado en otra ocasión, una visita familiar gasta aproximadamente $127 pesos en cobros ilícitos, multipliquemos esta cifra en centros del D.F. donde cada día de visita pueden llegar a ingresar hasta 20 mil personas.
Triste realidad la de nuestra sociedad pero más triste la de nuestras prisiones.
@criminologiamex